No corren buenos tiempos en can Barça, donde pocos confían en la resurrección inmediata de un equipo que se quedó en blanco el pasado curso con el dolor añadido de la humillación sufrida a manos del Bayern Múnich en su último compromiso oficial. El histórico 2-8 con el que el cuadro bávaro retrató a los hombres de Quique Setién en los cuartos de final de la Champions League puso de manifiesto el fin de un ciclo glorioso que a punto ha estado de tocar a su fin con la traumática salida del club de Leo Messi. El astro argentino, decidido a abandonar la entidad culé hasta el punto de declararse en rebeldía, vio frustrado su intento de fuga por la letra pequeña de un contrato que le encadena durante una temporada más al Barcelona, que ha confiado a Ronald Koeman la misión de llevar a cabo un relevo generacional que pasa por desprenderse de futbolistas como Luis Suárez, Arturo Vidal e Ivan Rakitic, de regreso al Sevilla.

En el capítulo de entradas se contabiliza el regreso tras cesión de Philippe Coutinho y los fichajes del bosnio Miralem Pjanic (Juventus), el portugués Francisco Trincao (Sporting de Braga), y el canario Pedri (Las Palmas), si bien la principal esperanza del Barcelona radica en el imparable crecimiento del ya internacional absoluto Ansu Fati. A sus 17 años, el canterano blaugrana es la ilusión a la que se aferra una afición tocada por el terremoto Messi y que se mantiene a la expectativa ante el proyecto de Koeman, decidido a volver a dejar su sello en el Camp Nou, como ya hiciera con su histórico gol en Wembley.