anó el concurso de reforma de El Sadar el proyecto bautizado como Muro Rojo-Harresi Gorria y, en su segunda comparecencia en el remozado estadio (aunque la obra aún no ha terminado), Osasuna pudo por fin hacer honor a ese nombre. El conjunto navarro se mostró ayer como un equipo sin fisuras, rocoso en defensa y certero en ataque, cualidades que le resultaron más que suficientes para batir a un Celta con mucha clase, pero escasa pegada.

Tal vez la sucesión de terremotos que sacudieron Pamplona y sus alrededores durante la madrugada del pasado miércoles sirvieron para recolocar metafóricamente los cimientos del Muro Rojo y cerrar las grietas por las que hace una semana se colaron los jugadores del Levante para endosar una sonrojante derrota a Osasuna, no tanto por el resultado (1-3) sino más por la pobre imagen que ofrecieron los rojillos.

Han dado tanto juego los últimos movimientos sísmicos que hasta el propio Jagoba Arrasate bromeó con el asunto en la víspera de la visita del Celta. El técnico, que minutos después del primer terremoto reconoció en El Partidazo de la Cadena Cope no haberlo sentido, destacó con ironía en su conferencia de prensa previa al choque de ayer que era bueno que la tierra se moviera para que su equipo estuviera en alerta. Y vaya que sí lo estuvo.

Para recuperar la mejor versión de su equipo, aunque no la más brillante, el entrenador de Osasuna apostó por una revolución en el once. Hasta seis cambios introdujo de una semana a otra. Y la apuesta le funcionó. Principalmente porque su equipo corrigió todos los errores que cometió ante el Levante. Mantuvo su presión alta, pero guardó mejor sus espaldas.

El de ayer fue un triunfo coral. De los 15 futbolistas de la plantilla de Osasuna que participaron en el encuentro, pero también de los que no actuaron, incluyendo a los que sí jugaron contra el Levante y que ante el Celta aguardaron su oportunidad en el banquillo. Y es que Arrasate dijo alto y claro tras la victoria frente al cuadro vigués que las variantes por las que apostó tras la derrota de hace siete días no fueron producto de un calentón, ni tampoco un castigo para los que ayer se quedaron fuera del once. Fueron simplemente cambios derivados de la reflexión, del estudio del rival y del trabajo en Tajonar durante toda la semana, la prueba de que la Liga es muy larga y de que todos cuentan, de que habrá días buenos y otros no tanto, pero que Osasuna debe comportarse como lo hizo ayer, como un equipo fiable.

Osasuna cerró ante el Celta las grietas por las que se colaron los jugadores del Levante hace una semana para endosarle una sonrojante derrota