u vida fue una hipérbole de principio a fin. Fue Dios en la Tierra y una legión de fieles creó un templo alrededor del Pontífice. Irreverente, prodigio, adicto, ídolo, astro, cebollita, genio, barrilete cósmico, rebelde, violento... Más allá de la comparación ineludible con Messi -el mejor jugador de la historia-, Maradona siempre será el talento más descomunal que haya jugado a fútbol y el que más adentro habrá penetrado en los corazones de los aficionados. Benedetti escribió de él: “Hoy tu tiempo es real, nadie lo inventa. Ha pasado otro año y otro le has ganado a tus sombras. ¡Aleluya!”. Fue un milagro que Maradona viviera hasta los 60. Diego había muerto mucho antes. Quizás en aquella ocasión en 1991, cuando tras jugar con el Bari, dio por primera vez (en público) positivo en cocaína. A Maradona se le perdonó todo estando en los altares y se le azotó sin piedad en cada una de sus innumerables caídas. Resucitó tantas veces que nadie cree de verdad que haya muerto y está aguardando ver otro regate, otro milagro, otra filigrana. Su vida fue siempre un show televisado. Y tal era la fascinación que causaba que se retransmitió su golpeo con la mano a una pelota en un Mundial y aquella mano no fue humana, sino la representación divina. “Es la única prueba fiable de la existencia de Dios”, le dedicó de nuevo Benedetti. Ya sin él, con todos sus enormes desatinos, con la personalidad disuelta en la enfermedad, y el avispero de consejeros desafortunados que se conviritieron en su proletariado, a la juventud millenial embelesada con YouTubey el TikTok le intrigaría indagar sobre las vicisitudes de este hombre que nunca tuvo infancia, que siempre fue un proyecto de diamante, que sacó a la Tota de Fiorito y montó una sucursal a su espalda. Solo Diego ha podido saber todo lo que ha supuesto ser Maradona. Hoy es un día en el que a uno le duele hondo porque se ha ido el que fuera un futbolista maravilloso e irrepetible, un tipo que nunca fue ejemplarizante, ni lo buscó, que se dedicó a cuidar a los suyos, a los otros, a los que iban, a los que venían, y a los que pasaban por ahí y le traían de todo. Un día se convirtió en Dios y ya jugó a serlo para toda la vida. Gracias por el fútbol, por Maradona, por estas lágrimas.

“Como futbolista no tenía defectos y el hombre fue una víctima porque todos lo elogiamos

sin piedad”

Compañero de Diego en el Mundial’86

“Acompaño a toda la familia en el dolor, Diego es como mi hermano del alma y estoy devastado”

Exdelantero argentino

“La primera palabra que aprendí en Italia fue desafío para hablar de él; nuestra rivalidad marcó mi vida”

Exjugador francés

“Nuestro más sentido pésame por la muerte de Maradona, jugador de nuestro club e icono mundial”

Equipo de Maradona entre 1982 y 1984

“Estoy orgulloso de haber jugado contra él; se ganó el corazón de todos los que aman la belleza en el fútbol”

Exfutbolista alemán

“Tu recuerdo será eterno y nunca te podremos olvidar, genio. Descansa en paz, Maradona”

Exjugador del Barcelona