cuando el árbitro toma la decisión técnica de sancionar un penalti, todos, público y jugadores, aguardan, intentando arrimar el agua a su molino, la posterior decisión disciplinaria.

Tradicionalmente, durante bastantes temporadas, la palabra penalti se fue uniendo, como si fueran siamesas, con el término expulsión, cuando esto sucedía los partidos quedaban severamente desequilibrados y muchas veces el sentido común indicaba que la sanción no resultaba coherente con la infracción cometida.

Por poner un ejemplo nos referiremos a la habitual salida a la desesperada del portero que llega tarde a la disputa del balón, derriba al delantero e incurre en penalti, acompañar esa sanción con la expulsión resultaba un tanto exagerado.

Todos sabemos que fuera de las áreas interrumpir con falta un ataque prometedor se sanciona con amonestación y si se trata de una ocasión manifiesta de gol la sanción debe ser la expulsión del infractor.

Sin embargo en las áreas se produce una rebaja en el nivel sancionador cuando se sanciona un penalti y el jugador estaba disputando el balón, de manera que el rango de sanciones queda de acuerdo con el siguiente esquema en acciones en las que el árbitro toma esa decisión:

- Ataque prometedor con disputa de balón: no hay sanción disciplinaria.

- Ataque prometedor sin disputa de balón: amonestación.

- Oportunidad manifiesta de gol con disputa de balón: amonestación.

- Oportunidad manifiesta de gol sin disputa de balón: expulsión.

Sentado aquí en esta mesa, tranquilamente, delante del ordenador, resulta muy fácil teorizar sobre estas jugadas. Te puedo asegurar, estimado lector, que la decisión del árbitro sobre el terreno y bajo presión no resulta tan fácil. Ni de lejos.

Vocal de Formación y Relaciones Sociales del Comité Navarro de Árbitros de Fútbol