donostia - En el escenario del Festival Internacional de Cine de Atletismo, Donostia tiene un huésped de lujo para los próximos días. No es otro que Bob Beamon, leyenda del atletismo que asombró al mundo con un salto de 8,90 metros de longitud en los Juegos Olímpicos de México 1968. Su actuación fue plusmarca mundial durante 23 años, 55 centímetros superior a la anterior, y actualmente todavía es el récord olímpico que muchos atletas sueñan con batir.

Recién llegado desde México, donde se conmemoraron los Juegos Olímpicos de hace 50 años con la presencia de algunos atletas participantes, Beamon confesó sentirse “genial” por el hecho de ser recordado medio siglo después de la hazaña. Durante la mañana, el saltador visitó la Diputación Foral de Gipuzkoa, donde se reunió con los medios de comunicación.

Rememoró sus vivencias de aquel día en Ciudad de México, cuando se impuso al alemán Klaus Beer y a su compatriota Ralph Boston. “Dada la competencia, tenía que hacer algo especial”, aseguró el propio Beamon. “Mi plan era conseguir una buena marca para clasificarme, pero ese día estaba tocado por los dioses. De hecho, después de mi salto comenzó a llover y yo no era demasiado bueno bajo lluvia. Tuve suerte”, añadió.

En opinión de Beamon, los Juegos Olímpicos no son para centrarse en los récords, hecho que a su juicio puede descentrar a los deportistas y derivar en un peor rendimiento. Es por eso que cuando tiene la oportunidad de charlar con algún atleta que vaya a participar por primera vez siempre le recuerda que se preocupe de “conseguir una medalla de oro y no de rebasar marcas”.

Por otra parte, también se pronunció sobre el gesto que hicieron sus compañeros Tommie Smith y John Carlos, cuando levantaron sus puños con guantes negros para protestar en contra del racismo sufrido en Estados Unidos mientras sonaba el himno nacional. Según Beamon, aquello fue malinterpretado por gran parte de la población, siendo en realidad “un símbolo de lucha” por los derechos civiles de las personas de raza negra. “Todo el mundo quedó impresionado, pero hoy en día es un problema que sigue estando vigente y el deporte siempre ha actuado como gancho para unir a las personas. Es importante destacar ese aspecto”, apostilló.

Actualmente, el jugador de fútbol americano Colin Kaepernick se ha erigido como adalid de los derechos humanos y de la igualdad en Estados Unidos, desde que en agosto de 2016 se negase a cantar el himno nacional en protesta de la violencia contra la población afroamericana. No obstante, pese a su compromiso social, Beamon no quiso pronunciarse acerca de las políticas de su presidente Donald Trump y prefirió “mantenerse en su pista”. “Es una persona muy interesante que llama mucho la atención, pero yo quiero centrarme en mi ámbito, que es el deporte”, dijo en referencia al dirigente del Partido Republicano.

El dopaje, uno de los mayores males que asolan el deporte de elite en la actualidad, no pasó desapercibido durante la intervención. Beamon calificó las sustancias estimulantes como “muy peligrosas”, ya que se desconoce al cien por cien si podrían acarrear efectos secundarios en las personas que las consumen. “No se puede permitir que se utilice a personas como si fueran ratas de laboratorio para poder romper los récords”, afirmó, reclamando un deporte limpio y libre de trampas.

En 1991, durante el Mundial de Tokio, el estadounidense Mike Powell superó la distancia de Beamon con un salto de 8,95 metros. Pese a la vigencia de su récord olímpico, el atleta neoyorquino confía en que tarde o temprano alguien logre superar los nueve metros de distancia. De hecho, aseguró que Carl Lewis o el propio Powell podrían haber superado su récord en unos Juegos Olímpicos si se lo hubiesen propuesto.

Como posible dominador de la disciplina en el futuro más inmediato nombró al joven cubano Juan Miguel Echeverría, de 20 años, quien ya sorprendió a propios y extraños el pasado junio, cuando realizó un salto de 8,83 metros de longitud, muy cerca del logrado por el propio Beamon hace cinco décadas. No obstante, la marca no fue homologada porque el viento favorable (2,1) superó el límite permitido (2,0).

En la búsqueda por encontrar una actuación equiparable a la suya dentro del atletismo, durante la charla surgió el nombre del keniata Eliud Kipchoge, poseedor del récord mundial de maratón con un tiempo de 2:01:39. “Es incluso mejor que mis 8,90 metros. Tienes que estar en una forma increíble para poder recorrer incluso la mitad de la distancia. Yo intenté correr un maratón y puedo asegurar que es lo más duro que he hecho nunca. Cualquiera que termine la prueba puede considerarse a sí mismo un campeón”, concluyó Beamon, que ensalzó la dureza mental de quienes compiten en pruebas de larga distancia.

Por la noche, durante la celebración del festival, el de Queens recibió uno de los dos Premios Aquiles Honorífico concedidos por el Festival, en honor a un legado y, en especial, un salto que rozaba lo absurdo cuando se produjo. Posteriormente, se proyectó 1968 - Sports & Revolution, un largometraje sobre los Juegos Olímpicos de México. Asimismo, el atleta quiso agradecer el apoyo mostrado por los donostiarras en su estancia en la capital guipuzcoana.