Hoy en día se ha convertido en el principal tema de preocupación para muchos automovilistas que se plantean la adquisición de un vehículo nuevo: qué tipo de combustible escoger. Atemorizados por el bombardeo de mensajes contrarios a los motores diésel y, ante el elevado coste de los vehículos exclusivamente eléctricos e híbridos enchufables, optan por una mecánica de gasolina. Y no cabe duda de que muchos aciertan, sobre todo porque los gasolina han mejorado enormemente en eficiencia energética y los propulsores dotados de turbocompresor son realmente económicos de consumo; sin embargo, cuando de lo que se trata es de hacer muchos kilómetros o de mover carrocerías más pesadas y con peor aerodinámica, como ocurre con los SUV, todoterreno y monovolúmenes, los diésel siguen siendo imbatibles.

Y es que, gracias también a esa demonización que han sufrido los motores que se alimentan de gasóleo, los fabricantes se han puesto las pilas más si cabe para ofrecer unos niveles de emisiones realmente sobresalientes. Un buen ejemplo de todo ello lo ilustra el automóvil al que nos hemos subido este fin de semana, el exitoso SUV de Kia Sportage, provisto de su novedoso motor diésel 1.6 CRDi de última generación, con 136 CV a 4.000 rpm, 320 Nm de par máximo entre 2.000 y 2.250 vueltas, 180 km/h de velocidad máxima, tracción delantera y caja de cambios manual de seis marchas, consumos homologados de 5,2 litros en ciudad, 4,7 en carretera y 4,9 de promedio, emisiones medias de CO2 de 129 gramos por kilómetro, y disponible en su completa terminación Drive por 22.290 euros en estos 10 Días Kia (del 7 al 18 de febrero) -aunque también se puede solicitar con 115 CV por mil euros menos o con tracción 4X4 por 26.290 euros, algo muy de agradecer en un SUV de verdad; sin olvidar la posibilidad de contar también con la caja de cambios automática DCT de siete velocidades-.

El Sportage sigue siendo, en su última generación, un ejemplo perfecto de lo que debe ser un SUV moderno, elegante y de estilo deportivo, espacioso, muy cómodo, con buen comportamiento dinámico, de refinado funcionamiento, excelentemente equipado y tremendamente agradable de conducir. Y es precisamente a este placer de conducir al que contribuye de manera especial el nuevo motor. Su regularidad de funcionamiento, la incuestionable suavidad, el silencio mecánico -sólo en carreteras muy rotas se aprecia el ruido de rodadura, lo que hace que en vías de doble carril haya que estar atento al velocímetro porque enseguida nos pasamos del límite debido a su bajísima sonoridad-, la respuesta contundente y progresiva, su lograda elasticidad -estira hasta bien entrada la zona roja del tacómetro, que comienza a 4.500 rpm- y unos acertados desarrollos de la caja de cambios -sale en cuarta marcha desde apenas 1.000 vueltas y en sexta es capaz de mantener con solvencia 90 km/h con la aguja sobre las 1.500 rpm- hacen de él toda una delicia. Resulta tan convincente, agradable y relajante su manejo, que sólo cabría pedir la opción del cambio automático y la tracción total para sentirnos plenamente satisfechos, aunque siempre sería posible solicitar algo más y lanzarnos a por la versión diésel de dos litros, 185 CV y 4X4, aunque en este caso sería por pura gula.

A la postre, el nuevo motor diésel 1.6 CRDi de 136 CV confirma el buen hacer de Kia en este tipo de mecánicas y la convicción de que los propulsores de gasóleo siguen siendo una opción ganadora para los SUV de tamaño medio grande -el Sportage mide 4,485 metros de largura y tiene una altura de 1,635 metros- y peso de cierta consideración, entre 1.579 y 1.668 kilogramos, si no queremos enfrentarnos a consumos elevados o si deseamos realizar un buen número de kilómetros al año.

KIA

SPORTAGE 1.6 CRDI 136 CV