Pamplona - Si a Sergio Llull se le deja de dar bien el baloncesto, el menorquín ya tiene futuro en otro deporte. El escolta probó a dar unos pelotazos con los pelotaris Fernando Goñi y Iera Agirre con mucho humor, en la parte más divertida de la recepción al equipo que realizaron diferentes instituciones, encabezados por Ana Herrera, Consejera en funciones de Deporte y Cultura.

La selección española entrenó en el Navarra Arena por la mañana. No fue una sesión suave de tiro, como es habitual en los días de partido, sino que Scariolo aprovechó para seguir puliendo detalles.

Tanto la prensa como algunos invitados pudieron presenciar los últimos minutos del mismo. Tras fotografiarse con los voluntarios y los jóvenes navarros que pertenecen al programa de talentos, pasaron al frontón para un pequeño acto con las instituciones en el que se intercambiaron con obsequios con las diferentes instituciones que han permitido que el equipo llegue a Pamplona. Toda la expedición fue recibida por el delegado del Gobierno en Navarra, José Luis Arasti; la consejera de Deportes del Gobierno Foral, Ana Herrera; y la concejal del área en el Ayuntamiento de Pamplona, María Caballero, en el frontón del Navarra Arena, anexo a la pista polideportiva.

El presidente de la Federación Española de Baloncesto, Jorge Garbajosa, agradeció la acogida en Navarra y calificó de “excepcional” el trabajo realizado por la organización, y además indicó que la venta de entradas para el partido ante Lituania ha sido de récord, con 10.000 entradas agotadas en pocas horas. Por último, dejó caer que está “convencido” de que no será la última vez que la selección visite el Navarra Arena.

Risas y buen humor Los dos jugadores más representativos: Sergio Llull y Ricky Rubio fueron quienes encabezaron las bromas tras el acto. Dos pelotaris, Fernando Goñi y Iera Agirre, se ofrecieron a enseñarles a jugar un poco a pelota. Y a Llull le faltó tiempo para ofrecerse voluntario. “¡Con la izquierda!, le gritaban sus compañeros para que no se dañara su mano dominante. Pero el madridista no se cortó un pelo. Incluso se atrevió a dar un golpe sin mirar para luego salir a celebrar con sus compañeros. El buen humor reinó en el acto y, quién sabe, si un futuro delantero o zaguero para la pelota vasca.