todos los deportistas, incluso a los genios, les llega una edad en la que deben seleccionar sus batallas, en la que toca elegir unos objetivos y desechar otros para maximizar el rendimiento. Por ello, Roger Federer (Basilea, Suiza, 8/8/1981) decidió el pasado mes de febrero pasar por el quirófano para someterse a una artroscopia en su rodilla derecha. "Estuvo molestándome por un tiempo. Deseé que el dolor se fuera, pero después de una revisión y discutirlo con mi equipo decidí someterme a la operación", anunció. El suizo había estrenado el curso 2020 cayendo ante Novak Djokovic en semifinales del Abierto de Australia y había disputado contra Rafael Nadal un duelo de exhibición en Ciudad del Cabo, pero su castigado físico le llevó a tener que elegir. Adiós a la campaña sobre tierra batida como consecuencia de su periodo de convalecencia de unos cuatro meses y apuesta decidida por la hierba, su gran especialidad, con Wimbledon en el centro de la diana y los Juegos Olímpicos de Tokio a continuación. El plan tenía buena pinta hasta que el covid-19 obligó a paralizar el mundo, deporte incluido.

La crisis sanitaria provocada por el coronavirus desconectó en primera instancia los torneos hasta el 7 de junio y parecía que Federer podría salir incluso bien parado, pero el agravamiento de la situación provocada por la pandemia no tardó en provocar la suspensión de sus dos grandes metas. Wimbledon no se celebrará en 2020, por lo que pierde su gran baza para aumentar sus 20 títulos de Grand Slam y poner así tierra de por medio desde la cúspide del ranking sobre Nadal (19) y Djokovic (17), y la cita olímpica ha quedado aplazada hasta 2021. Así las cosas, a Federer se le han desprendido del calendario los dos eventos en los que había focalizado el curso y cuando le toque afrontarlos el próximo ejercicio rondará ya los 40 años, lo que le obligará a exprimir aún más el tarro de las esencias y la motivación necesaria para prepararse con garantías si quiere aumentar su palmarés.

"Devastado". Así reaccionó Federer en su cuenta de Twitter cuando se anunció la suspensión del torneo organizado por el All England Club, ese que ha sido escenario de algunas de sus más grandes exhibiciones y del que ha salido vencedor en ocho ocasiones. "No puedo esperar a volver el año que viene, todo lo que está sucediendo ahora solo fortalece nuestro amor por nuestro deporte", aseguró poco después, dejando clara su intención de seguir en la brecha en 2021, espoleado probablemente por las ganas de sacarse la espina de lo acontecido en la edición de 2019, en la que perdió la final ante Djokovic tras disponer de dos puntos de partido. Wimbledon es, sin duda, la gran baza de Federer para sumar su Grand Slam número 21 (no juega la final del US Open desde 2015 y no gana el torneo desde 2008) y le tocará esperar un año más mientras que Nadal dispone de la bala de Roland Garros para igualarle este mismo año. El torneo francés tuvo que posponer sus fechas como consecuencia del covid-19 (se jugará del 20 de septiembre al 4 de octubre), pero mantiene su edición de 2020, pisando además las fechas de la Copa Laver (25-27 de septiembre), torneo manejado por la empresa que dirige Federer, que finalmente no se celebrará este año por esa circunstancia. "Es lamentable que el torneo deba ser aplazado, pero a estas alturas es lo correcto para todos los implicados", afirmó el tenista mediante un comunicado.

Federer y su equipo habían programado los Juegos de Tokio como la segunda gran meta del ejercicio después de Wimbledon. Ausente en 2016 por culpa de una lesión, el suizo, abanderado de su país en 2004 y 2008 y con dos metales olímpicos en su palmarés (oro en 2008 en dobles junto a Stan Wawrinka y plata individual en 2012 tras caer en la final ante Andy Murray), había mostrado su gran ilusión por ser parte de otra cita olímpica, pero para ello deberá esperar otro año más. Mientras tanto, el tenista suizo pone buena cara ante el mal tiempo y durante el periodo de confinamiento junto a su familia en su país natal está mostrando su versión más cercana a través de las redes sociales, interactuando constantemente con los aficionados. Al principio de la crisis sanitaria, donó un millón de francos suizos para ayudar a los más desfavorecidos, ha grabado vídeos entrenando en la nieve, ha propuesto retos virales y ha dedicado palabras de elogio a antiguos colegas del circuito tenístico como Marcelo Ríos, Monica Seles, Juan Carlos Ferrero y Carlos Moyá. Gran parte de su mente se centra ya en las batallas de 2021 porque su 2020 se ha estrellado contra la red. La maldita red del covid-19.

Fue operado de la rodilla derecha en febrero para llegar con garantías a los torneos de hierba