- César Rupérez (Pamplona, 1/7/1975) regresará esta semana a China para entrenar al Shanxi Rui Flame después de todo un año sin poder viajar al gigante asiático. Antes de ponerse al mando de su equipo, el técnico navarro tendrá que superar una auténtica odisea: lograr el visado, pasar el test y cumplir una cuarentena de 21 días para poder entrar en la burbuja de una Liga que ya ha empezado. Rupérez buscará “seguir disfrutando de su pasión” y “hacer un equipo competitivo” en su primera experiencia como técnico principal después de una gran trayectoria de segundo entrenador, en la que ha sido tricampeón de la Liga China, ganador de la Euroliga y plata olímpica.

¿Cómo está preparando su vuelta a China después de casi un año?

-Con bastante trabajo, la verdad, porque es muy difícil viajar ahora a China. A pesar de que yo tenía un visado de larga duración, se cancelaron todos y he tenido que hacer uno nuevo con todo el papeleo que supone. Además tengo que pasar una cuarentena de 14 días en China y una semana más de aislamiento para poder entrar en la burbuja de la Liga. Es mucha historia para acabar haciendo mi trabajo en la pista y entrenar. Pero es lo que toca y estoy contento de que se haya desbloqueado la situación después de un año tan complicado. No había podido volver desde enero, que es cuando vine a Pamplona. En ese momento, no había competición porque era el Año Nuevo chino y le pedí permiso al club para viajar. Les dije que me iría una semana porque en España estaba todo el mundo preocupado y luego ya volvía. Pero cuando me fui, se puso la cosa mal y ha sido imposible viajar. Poco a poco, han abierto las fronteras y, cuando ha pasado un tiempo prudencial, hemos visto que podía volver. Voy a llegar tarde, porque la Liga ya ha empezado y podré hacer poca historia, pero tengo que ir y seguir trabajando con el equipo.

¿Cuándo pudo empezar la Liga?

-La del año pasado se canceló y nunca se llegó a acabar y la Liga actual empezó en octubre y va a durar solo hasta mediados de enero. Es una Liga muy corta para que la selección pueda entrenar después con tiempo. Hace una semana, cuando ya sabía que iba a volver, me puse yo al mando. Les paso cosas para hacer y me envían los vídeos de algunos partidos para que yo los vea. Dentro de la dificultad que tiene ser entrenador teletrabajando, intento aportar. Casi me da hasta vergüenza decir que es teletrabajo, pero intento ver los partidos, me cuentan cómo van las cosas y trato de aportar lo que puedo estando tan lejos.

Volvió a casa cuando peor estaban las cosas en China y ahora sale de España en plena segunda ola...

-Tengo la sensación de que he vivido el shock de la llegada del coronavirus en los dos sitios. Los primeros días que comenzaron a pasar cosas en China yo me empecé a preocupar. Y cuando volví a Pamplona en enero no parecía que el virus pudiera llegar, pero en marzo fue otra vez el shock de volver a vivir el confinamiento. Digamos que el inicio lo he vivido doblemente. Ahora, por lo menos, me voy allí y me comentan que la vida es bastante normal. Hay más incertidumbre en España sobre hasta qué punto se va a poder controlar. A nivel personal, se vive con un poco de preocupación porque dejas aquí la familia, los amigos y esperas que cuando te vayas no pase nada.

¿Cómo cree que se ha conseguido controlar la situación en China?

-Yo, que he estado casi 5 años allí, creo que la clave es su cultura, que es mucho más de disciplina y de seguir las normas, que puede ser una buena característica en estas circunstancias. También hay que contextualizar que China es un país que controla mucho la información que sale al exterior de lo que ocurre dentro. Nos dicen que está controlado y la realidad es que la gente que yo conozco de allí me dice que la vida es prácticamente normal. Pero no sabemos si habrá algún caso que se traspapela y que al final no sale a la luz.

¿Nota esa disciplina también en sus jugadoras?

-Culturalmente, la disciplina está inmersa en la sociedad desde su sistema educativo. Ellos promocionan unos valores que, en el deporte, son buenos para algunas cosas. Tienen muy interiorizadas la disciplina y la tolerancia al trabajo, pero la creatividad o la capacidad de cambiar y de pensar en el juego lo tienen menos desarrollado. Son siempre equipos muy trabajadores y respetuosos con el entrenador, con una capacidad de seguir las normas extrema. Mi trabajo en este caso es intentar promocionar la lectura del juego, la creatividad, la frescura, la picaresca, lo que realmente le da valor al juego de equipo. El baloncesto no es solo repetición o habilidad técnica, tiene mucho que ver con la inteligencia para saber moverte en el campo.

¿Cómo dio el salto para entrenar en China?

-La verdad es que no lo tenía previsto. La vida me ha dado la oportunidad de convertirme en entrenador profesional en sitios un poco lejanos. Siempre me había gustado el baloncesto y quería ser entrenador, pero nunca me había imaginado que pudiera llegar a estos niveles. Intento disfrutarlo, porque estas cosas nunca se sabe cuando acabarán.

¿Cómo está viviendo su estreno como técnico principal?

-Gané tres ligas como ayudante en los cuatro años que estuve en mi primera etapa en el Shanxi Riu Flame. El último año, el equipo bajó porque varias jugadoras importantes dejaron el equipo. Ahora, el conjunto no tiene tanto nivel y no estamos para intentar competir por los campeonatos. Yo firmé un contrato de tres años porque se necesita rehacer un poco el proyecto y trabajar con las jugadoras jóvenes y hacer algún fichaje para armar un equipo que pueda optar a títulos.

Ha ganado ligas en China, la Euroliga y una plata olímpica. ¿Qué objetivos le quedan para el futuro?

-Todo esto ha sido siempre como entrenador ayudante y he aportado mi papel en esos éxitos. Ahora, tengo el objetivo de rendir como primer entrenador y el deporte siempre te da nuevos retos. Honestamente, tampoco me pongo unos objetivos a largo plazo e intento disfrutar de lo que es mi pasión -que se ha convertido en mi trabajo- y quiero rendir al máximo con el equipo que tenga cada vez. En China, la prioridad es intentar hacer crecer al equipo y eso es un trabajo a largo plazo y estoy totalmente enfocado en eso. La verdad es que no me obsesiono con los trofeos y simplemente disfruto de mi trabajo.

¿Ha podido solucionar los problemas contractuales que tenía con su club por el parón de la competición?

-Yo tenía un contrato de tres años de duración y, cuando hubo tanta incertidumbre de no saber si yo iba a poder viajar o no, hubo momentos duros. Tenía contrato, pero no podía ir porque las fronteras estuvieron cerradas cuatro meses; yo les decía que quería ir, pero no podía. Hubo momentos tensos en los que me dejaron de pagar un poquito lo que me tenían que pagar. Lo bueno de todo esto es que, de una forma o de otra, hemos conseguido desbloquear el problema y echar a andar de nuevo sin tener que romper el contrato. Yo he luchado mucho para que no ocurriera eso; quería entrenar y cumplir mi contrato. Ha habido momentos tensos, pero estoy contento por haber sido capaces de superarlos y de volver allí.

¿Sigue el baloncesto navarro? ¿Se plantea volver a entrenar aquí?

-Lo sigo mucho. Cuando estoy en Pamplona, intento ver entrenamientos del Construcciones Osés y del Basket Navarra. Tengo contrato de tres años en China y mi intención es cumplirlo. Luego, si no es a Navarra, mi idea es volver más cerca y sí que querría volver en algún momento a Navarra. El baloncesto es mi pasión y me gustaría volver a sentirme orgulloso de llevar el nombre de la comunidad por las canchas.

“Conseguir el visado y hacer una cuarentena de 21 días es mucha historia para poder viajar y trabajar, pero es lo que toca ahora”

“Tengo contrato en China, pero en algún momento me gustaría volver a sentirme orgulloso de entrenar a

un equipo navarro”