¿qué demonios es el psoas?", me dije nada más llegar a la redacción. ¡Buf! Cuando lo encontré, que me costó -primero lo busqué por soas y, por supuesto, no encontré nada; después opté por escribir en google xoax, quizá sea un poco obtuso; para terminar, opté por buscar todos, absolutamente todos, los músculos del cuerpo. Todos. También los intenté contar para colocarlos aquí, pero eran demasiados-, me respondí: "Sí, lo que estaba buscando". Justo lo que me dolía, exactamente a lo que se refería Aritz Altadill en el entrenamiento de la mañana.

Y es que el camino al psoas y a la explicación de lo que es: un músculo de la cadera, proviene de una llamada a DIARIO DE NOTICIAS, en la que desde Zentrum, un centro de rehabilitación y entrenamiento en el que está inmerso el grupo de trabajo de Juan Martínez de Irujo, Alberto Ongay y Mikel Beroiz, así como el Amaya Sport San Antonio de balonmano. Zentrum propone que un periodista se acerque al enclave, situado en Barañáin, para compartir una mañana de entrenamiento con los manistas. Me decidí.

Legañas en los ojos, ropa cómoda, una mochila con ropa para entrenar y sueño. Mucho sueño. Aún sin desperezarme del todo veo Zentrum por encima del salpicadero. Al entrar está todo el mundo -cámaras y periodistas- de pie, cambiados y Juan saluda: "¡Hombre, Igor!" y me da la mano. Tras el apretón y los saludos pertinentes, como había llegado tarde, me tuve que lanzar a cambiarme a toda velocidad. Y ¡tachán! Preparados, listos y... Sí, habían empezado sin mí. Me lo tengo merecido, eso pasa por aparecer tarde. Juan sonríe y me cede uno de los rulos, o también llamado foam roller, que usan para fortalecer la "liberación miosfacial". Es decir, masajear los músculos. Bueno, pues esto, que en los pelotaris parecía muy fácil, no es tan fácil. Aritz Altadill, uno de los precursores del centro, junto a Jesús Eslava y Jurdan Mendigutxia, lo hace de manera rápida, que no parece demasiado esfuerzo. Mis compañeros de profesión y sufridores ocasionales lo intentan. "No pasa nada", admite el palista navarro. "Lo nuestro son las letras", replican. Y, que conste en acta, que estoy de acuerdo.

Altadill, nuestro míster particular, tal y como tienen organizado en Zentrum, que da una atención personalizada a cada paciente, es el único que mantiene la seriedad. Si bien entre los seis periodistas, ilustres elegidos, hay sorna, los pelotaris, quizá al principio un poco rígidos, se sueltan, se vienen arriba en banderillas y sacan todo su buen humor. O el que pueden porque Altadill les tiene reservada una buena ración de pesas -a Ongay- y desplazamientos -a Juan y a Mikel-.

Entre risas, comentarios y miradas asesinas de Alberto Ongay, puesto que por llegar tarde tenía el cometido de surtir de aperos para el calentamiento joint to joint, articulación por articulación. "Hay que desactivar y activar cada parte del cuerpo", manifiesta Aritz. Después, Irujo aclara que "esos ejercicios los hacemos todos los días". No lo dudo, están automatizados, forman parte de ellos. Asimismo, Juan explica que "normalmente solemos bajar a Zentrum para trabajar diariamente. En verano venimos cuando podemos". Pero un periodista avieso se lanza a preguntarle con una sonrisa en los labios: "¿Y cuántas veces bajáis cuando hay un partido el martes y otro el viernes?". Habla de la última jornada del Parejas, en la que Irujo, maltrecho en la mano derecha y tras pasar problemas intestinales, solamente tuvo dos días de descanso. "Venimos a hacer lo que se pueda, descansar y poco más", replica Juan y saca una sonrisilla.

Mientras que los estiramientos van sucediéndose y Aritz nos recuerda que "los pelotaris hacen un trabajo más duro y especializado". ¡Madre mía! Continuamos con una vara o listón o algo parecido que reparte Irujo. "Ahora moveréis el ..." Sinceramente, no lo recuerdo. Podría ser el plexo solar. Sí, suena bastante bien. Revisemos lo anteriormente leído y escrito. "Ahora moveréis el plexo solar". Lo hacemos bajo un halo de estupidez, la que nos creemos, porque uno no está acostumbrado a moverse así -culo pa"fuera, pecho pa´lante y giros varios con el palo-. Pues eso, que cuesta. Antes de acabar el ejercicio, me doy por vencido y Juan, que está situado a mi derecha, me mira con el palo en posición de makila y se ríe. "Así sí que se está a gusto. Pásamelo anda...". Se lo paso y pasamos a otra estación, como Alberto que se dirige a la zona de pesas y sigue las instrucciones de Altadill. Sentadillas, primero; después, golpeos con arneses. Permitánme explicarle que dichos movimientos necesitan de una capacidad técnica muy importante y la fuerza bruta puede significar una lesión. En Zentrum lo saben y lo hace saber a sus nuevos pupilos.

Tras esto llegan los desplazamientos con Juan y Mikel. "Vais a parecer patos", nos adelanta Beroiz. Una cinta de goma en los tobillos y ¡ala! a caminar. Las piernas sufren, pero nuestro entrenador nos explica que tienen que ponerse también los glúteos duros, "porque te protegen la espalda". Lo hacemos.

Y para acabar, desde Zentrum preparan una sorpresa. Carreras de cinco a diez metros con células que reconocen el tiempo. "Eso, eso", jalean los pelotaris. Después llegan los piques, Juan y Beroiz se enzarzan en una discusión amistosa y es que ninguno de los dos dice quién ha perdido. Si uno hace trampas, el otro también y si uno corre más, el otro lo hace. En mi humilde opinión ganó Mikel -que no se enfade Irujo-. Y mis tiempos... Perdón, ¿en qué estaba? Ah, sí, no sé qué demonios es el psoas, pero seguro que me duele.