TOYOTA AVENSIS 120D ADVANCE Devorador de kilómetros
TOYOTA LOGRA UNA BERLINA MEDIA IDÓNEA PARA LOS AMANTES DE LOS LARGOS VIAJES Y EJEMPLAR TAMBIÉN PARA EL USO DIARIO
ESTE Toyota Avensis 2.0 D-4D Advance es de esos automóviles que te hacen recuperar el gusto por la conducción. Al margen de que sea un modelo atractivo estéticamente, que lo es -aunque yo prefiero la espectacularidad y practicidad de la carrocería familiar (Cross Sport), por su imponente presencia y por la funcionalidad de tener cinco puertas, que hacen que cargar objetos sea mucho más cómodo, sin importar el tamaño de éstos, que con la boca de carga más reducida de este bastidor de cuatro puertas-; lo que verdaderamente valoras por encima de todo en este coche es lo confortable y agradable que resulta de utilizar.
Uno se levanta por la mañana, sale a la calle, maldice los árboles que crecen en las aceras e impregnan de suciedad la bella pintura oscura del Avensis, junto a los molestos pájaros que la sazonan de excrementos, y se apresta a entrar en su habitáculo. No lo miro por fuera porque ya he conducido varias versiones de este coche y me resulta conocido y hasta muy familiar. Su diseño exterior, comparado con el de su predecesor, claramente más conservador, siempre me ha parecido atrevido, un tanto agresivo y bastante deportivo para el carácter comodón y viajero del Avensis, pero me reafirmo en que lo encuentro muy acertado y del gusto de la mayoría. De hecho, a mis amigos siempre les da un poco de envidia cuando me ven con el Avensis. Lo sé porque siempre hacen algún comentario sobre lo cochazo que es.
Respecto a las características de su carrocería, nada nuevo bajo el sol. Es amplia por dentro, aunque no sea el más ancho de su segmento, dispone de un habitáculo espacioso y cómodo, con el suelo plano en la parte trasera y suficiente distancia en altura libre al techo. Los asientos son una gozada en todos los sentidos y la visibilidad, aquí con cámara trasera opcional, no admite críticas posibles. Respecto a la comodidad de las suspensiones, la sonoridad mecánica, aerodinámica y de rodadura y al funcionamiento de todos los componentes, un diez, como es habitual en este modelo, y eso que la versión probada ya tenía más de 12.000 kilómetros hechos por las casi siempre irrespetuosas manos de un buen número de periodistas.
Para concluir con la descripción de la carrocería, hay que criticar la rueda de repuesto de emergencia -hay sitio de sobra para una normal-, la falta de revestimiento en la parte superior del enorme maletero (509 litros de capacidad) y, aunque esto ya sea muy exigente, la mejorable terminación en la unión del revestimiento interior del techo con las lunas delantera y trasera, algo que sólo se ve si uno lo busca deliberadamente o ha trabajado instalando lunas en coches -fue mi ocupación durante un año en VW Navarra-. Lo mejor es que todos estos detalles son aspectos fácilmente solucionables por Toyota y algunos hasta por el propio conductor.
A RODAR La empresa encargada de facilitar a este redactor las unidades de prueba de Toyota vino un día antes de lo previsto a recoger el Avensis y, si bien ya lo había probado suficientemente, debo reconocer que me costó soltarlo. Aunque mis necesidades de espacio sobrepasan claramente lo que aporta el Avensis, ya que casi siempre circulo solo y raramente viajo con alguien de copiloto, reconozco que no me apetecía devolverlo. Acostumbrado ya a su suavidad de motor, al sonido contenido y agradable de un cuatro cilindros rotundo y armonioso, y sobre todo al tacto sedoso y refinado de una mecánica de excelente respuesta y bajos consumos, incluso en los días más soleados renuncié a desplazarme en moto por ciudad e hice uso del cómodo y amable Avensis.
El rendimiento del diésel de dos litros es francamente bueno, como cabe deducir, incluso antes ponerlo en marcha, repasando sus registros: 124 CV a sólo 3.600 revoluciones por minuto, 310 Nm de par máximo entre 1.600 y 2.400 vueltas, caja manual de seis marchas, de funcionamiento irreprochable, 200 km/h de velocidad máxima, 9,8 segundos en el paso de 0 a 100 km/h, consumos homologados a los 100 kilómetros de 5,6 litros en ciudad, 3,9 en carretera y 4,5 de promedio y emisiones medias de 119 gramos de CO2 por kilómetro. La única pega deriva de unos desarrollos de caja de cambios excesivamente largos -a 2.000 rpm en sexta vamos a 130 km/h de marcador-, lo que a la postre acaba restando alegría a las aceleraciones y recuperaciones y dificulta el uso de la cuarta marcha en ciudad. Con una relación menos abierta, este motor sería tan brillante en su rendimiento que nadie en su sano juicio necesitaría pensar en el 2.2 de 150 CV. La mayoría de los fabricantes están equivocándose al dejarse llevar por la homologación de cifras de consumo y emisiones muy bajas, ya que con desarrollos tan largos al final están desaprovechando unos motores realmente fabulosos, como de hecho es el de este Avensis.
Para finalizar, el equipamiento de la terminación Advance es francamente completo en seguridad y confort, y además admite opciones que nos pueden llevar a una dotación ya de superlujo. Y es que con un precio de 25.000 euros, menos los 4.010 de descuento este mes, el Avensis diésel de 124 CV se nos queda en unos soberbios 20.990 euros, un precio más que convincente para este pedazo de coche y de motor.
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