ERA a comienzos de los años setenta del pasado siglo, hacia 1973, cuando los países productores de petróleo, fundamentalmente de Oriente Medio, decidieron cerrar el grifo mundial y provocar un alza considerable de los precios del crudo, lo que a su vez encareció los costes de producción y disparó las tarifas de los carburantes. Fue mi primera crisis económica. Apenas tenía 13 años y esa palabra, crisis, se incorporó a mi vocabulario y al del resto de los ciudadanos de este país desde entonces y para siempre.
Los desplazamientos diarios en aquellos viejos coches de entonces se convirtieron en un lujo caro, y más de uno volvió a desenfundar su vetusto ciclomotor o scooter -de regreso a las indestructibles Mobilette y Vespino o a las siempre fiables Vespa o Lambretta-, así como a incorporar mecánicas de gasóleo a coches de gasolina. Fueron muy populares entonces los engendros resultantes de combinar una carrocería de Seat 124 o 1430 con un motor de gasóleo Perkins, de menor consumo y prestaciones que un gasolina, aunque muy ruidosos, contaminantes y cargados de vibraciones, capaces en algunos casos de destruir los soportes del motor y cualquier anclaje que los sostuviera. El siguiente paso en la evolución mecánica nos llevó, ya en los años 80, a los diésel con turbocompresor y, una década después, a la llegada de la inyección directa combinada con la sobrealimentación, lo que dio lugar a los modernos motores de gasóleo actuales, que fueron los que obraron el milagro de ofrecer grandes prestaciones con mínimos consumos.
Y esto es lo que ahora Ford nos promete, propone y consigue con su nuevo Focus 1.0 EcoBoost de gasolina de 125 CV probado en este reportaje -también hay uno de 100 CV con caja manual de cinco marchas, desde 13.450 euros-: excelentes prestaciones con reducidos consumos y bajas emisiones. Y lo logra, por fin, como nadie antes y apoyado en la base mecánica de un motor de solo tres cilindros y 999 centímetros cúbicos. Así que había que probarlo para confirmarlo, y eso es lo que hemos hecho. El resultado: nos ha entusiasmado y convencido.
Para comenzar, los datos. El Focus de cinco puertas en acabado Trend cuenta con 125 CV a 6.000 rpm, 170 Nm de par de 1.500 a 4.500 vueltas, dispone de tracción delantera y caja de cambios manual de seis marchas, además de inyección directa, turbocompresor y distribución variable, e incluye cuatro frenos de disco con ABS, distribución electrónica de la frenada, asistente de frenadas de emergencia, control de tracción y programa electrónico de estabilidad.
A LA CARRETERA El itinerario comienza con un recorrido urbano, donde sobresalen dos cualidades del nuevo 1.0 EcoBoost: el silencio de trabajo y la suavidad de funcionamiento. Es destacable la baja sonoridad del motor, hasta el punto de que en ciudad, a lo que también contribuye el sistema de parada y arranque automático en las detenciones, solo se escucha el sonido de rodadura, ya que el de aerodinámica, lógicamente, a baja velocidad es inapreciable. Igualmente, el tres cilindros aporta una finura tal, que nadie podría pensar que no es por lo menos un cuatro en línea convencional. Otra gran virtud es la respuesta a bajo y medio régimen, incluso mejor que a altas vueltas, lo que permite que, a pesar de que los desarrollos de la caja de cambios sean algo largos, se pueda mover en cuarta marcha por ciudad a 1.500 rpm y 50 km/h de marcador y que cambiando a 2.000 vueltas el Focus salga con brío en la marcha siguiente. Excelente, tanto como el consumo medio, que rodando con suavidad y practicando una conducción eficiente se mantiene por debajo de los siete litros en la urbe.
Abandono la ciudad y escojo un complicado recorrido, probablemente el peor para un coche que presuma de ser ahorrador: varios puertos de montaña, con cambios frecuentes de velocidad y de ritmo. En todo momento ruedo al límite de la velocidad legal o ligeramente por encima, entre 50 y 110 km/h de marcador, aprovechando la respuesta a bajo y medio régimen del Focus 1.0 EcoBoost y conduciendo en marchas largas. De nuevo el coche y el motor son una auténtica delicia, como los consumos, que bajan hasta una valor medio de 5,8 litros. Para terminar, paso a la autopista, donde una larga sexta me permite viajar a 125 km/h de marcador a 2.750 rpm, con lo que el placer de conducción, la mínima sonoridad y los bajos consumos están más que garantizados.
Y lo mejor de todo este acertado conjunto es que disponemos siempre de buena respuesta mecánica, con empuje más que brillante y una finura de funcionamiento inalcanzable para un gasóleo. Es la magia del diésel (grandes prestaciones con bajos consumos) trasladada a la gasolina. Francamente brillante.
Para terminar, y al margen del capitulo mecánico, hay que hacer referencia a otras características del Focus relativas a su carrocería y equipamiento. Sus puntos negativos: la antena a rosca, fácil de robar; la rueda de repuesto de emergencia y la ausencia de asideros en el techo en las plazas traseras. En todo lo demás es una auténtica delicia. Su comportamiento dinámico es muy satisfactorio, se aguanta de maravilla, y además aporta un gran confort de marcha y dispone de un espacio interior satisfactorio, igual que el maletero (363 litros de capacidad), todo ello con buena visibilidad general y un indudable agrado de utilización. El diseño exterior está francamente logrado, al igual que el interior, donde se aprecian materiales de calidad y un montaje correcto aunque no exquisito.
Por último, donde Ford vuelve a echar el resto es en el equipamiento. La unidad probada, en acabado Trend (16.950 euros con todos los descuentos), además de lo citado en seguridad, incluye entre lo más destacado gratis los Packs Style e Interior con: doble retrovisor exterior panorámico, llantas de 16 pulgadas, consola Premium, toma de corriente trasera, antinieblas delanteros, climatizador bizona, sensores de luces y de lluvia y retrovisor electrocrómico. Asimismo, si escogemos la terminación Titanium con el Pack Tech, solo por 1.150 euros más, disponemos de asistente de aparcamiento, sensores de estacionamiento delanteros y traseros, retrovisores plegables eléctricamente, faros bixenón, luces de día, protector de puertas (genial), avisador de cambio de carril, reconocimiento de señales, iluminación interior adaptable, cambio de luces automático, monitor de conducción segura (advierte del cansancio), detector de ángulos muertos y Active City Stop (impide choques por alcance en atascos), etc. Impresionante para un compacto asequible.