Crear un atlas de las dantzas de Navarra, que identifique su evolución y los problemas para conservarla; recopilar los cuentos, las canciones, las adivinanzas y el euskera del valle de Salazar; o recoger vida del 1% de la población navarra, pueblo a pueblo, entrevista a entrevista, con más de 5.000 participantes, dando forma a la memoria de toda una comunidad durante el siglo XX. A todo ello y a muchas otras cosas se dedica Labrit Patrimonio, empresa navarra especializada en la gestión del patrimonio inmaterial y que ya mira a Francia, donde espera crear una delegación.

“Somos la única empresa europea que se dedica a esto”, explica Gaizka Aranguren, fundador en 2007 de una compañía que se ha hecho mayor y que ocupa una oficina en la cuesta del Labrit, con el frontón y la muralla divisándose desde las ventanas. Hoy, con 14 personas en nómina y una facturación que este año rebasará el medio millón de euros, afronta nuevos desafíos al otro lado de los Pirineos. Ayer mismo recibió una visita de una delegación del Ministerio francés de Cultura, que se ha interesado por la metodología de la empresa navarra. Este sistema es una de las claves del éxito de la empresa. “Permite realizar el trabajo a una velocidad hasta ahora inusitada, con garantías científicas y a unos costes razonables”, señala Aranguren, periodista de formación, con experiencia en la gestión de empresas y que desde Euskokultur comenzó a recopilar el patrimonio inmaterial de todos los pueblos de Navarra, al germen de lo que hoy es Labrit.

En este proyecto han sido recopiladas ya más de 2.000 historias de vida en 350 localidades. “Quienes son seleccionados para participar -dice Aranguren- sienten un orgullo tremendo, porque su historia va a ser la representación de este municipio para siempre”.

Este y otros proyectos suponen el manejo de un volumen de información enorme, ya más de 32 teras (32.000 gigas). “Solo tenemos constancia de una iniciativa que maneje un volumen superior, la que realiza el Departamento de Estado de Estados Unidos, que realiza unas 250.000 entrevistas todos los años. Yo lo que creo es que tratan de tomarle la temperatura a su sociedad”, dice Aranguren.

público y privado El sentido y el objetivo de Labrit Patrimonio es muy diferente. Gestionar el patrimonio inmaterial supone evitar que se pierda un legado valioso, especialmente amenazado en localidades pequeñas o donde no se ha recogido por escrito. Labrit Patrimonio convierte lo inmaterial en material, trasladándolo a un formato físico y mostrándolo en una pantalla. “La comunidad humana que no sea capaz de llevar hoy a la pantalla los referentes constitutivos de su imaginario colectivo acaba por asumir otros referentes”.

De la diversidad, continúa Aranguren, surge el intercambio y también el enriquecimiento mutuo, un modo de combatir la uniformidad, la de sociedades que viven igual, que comen igual y toman “el café en Starbucks”. Y son los más pequeños o con menos recursos económicos quienes ven su patrimonio inmaterial más amenazado. Quizá por ello, en 2003, son países en vías de desarrollo los que impulsan la conferencia de la Unesco de París que recoge la salvaguarda del patrimonio inmaterial.

Es la Unesco también la que aporta una definición de un patrimonio que va más allá de monumentos y colecciones de objetos. “Son las tradiciones orales, artes del espectáculo, usos sociales, rituales, actos festivos, conocimientos y prácticas relativos a la naturaleza y el universo, y saberes y técnicas vinculados a la artesanía tradicional”, recogen en su web.

Quizá por todo ello, la actividad de Labrit Patrimonio se encuentra muy ligada al sector público, que aporta en estos momentos cerca del 65% de su facturación, si bien el sector privado crece más rápido en un momento de restricciones prespuestarias. Así, Labrit Patrimonio recopila la información, realiza el inventario y la transmite a través de documentales o sitios web. Y también realiza consultoría para instituciones. “Hay una cuarta línea de negocio, que es la valorización de patrimonio, que creemos que debe crecer en los próximos años”, dice Aranguren quien cita por ejemplo sus aplicaciones en el turismo cultural, que supone 20% de los 6.000 millones de movimientos turísticos que hay todos los años en el mundo. “Otras oportunidades surgen de ligar el patrimonio inmaterial a los productos artesanos, o de gestionar el patrimonio no solo de pueblos, sino de empresas, asociaciones y otros colectivos”, concluye.

También contemporáneo. El patrimonio cultural inmaterial no solo incluye tradiciones heredadas del pasado, sino también usos rurales y urbanos contemporáneos característicos de diversos grupos culturales.

Representativo. El patrimonio cultural inmaterial no se valora simplemente como un bien cultural, a título comparativo, por su exclusividad o valor excepcional. Florece en las comunidades y depende de aquéllos cuyos conocimientos de las tradiciones, técnicas y costumbres se transmiten al resto de la comunidad, de generación en generación, o a otras comunidades.

Basado en la comunidad. El patrimonio cultural inmaterial sólo puede serlo si es reconocido como tal por las comunidades, grupos o individuos que lo crean, mantienen y transmiten. Sin este reconocimiento, nadie puede decidir por ellos que una expresión o un uso determinado forma parte de su patrimonio.

Integrador. Ayuda a los individuos a sentirse miembros de una o varias comunidades y de la sociedad en general.