madrid - El Banco Santander cerró 2018 con un beneficio neto de 7.810 millones de euros, el 18% más que en el año anterior, y se ha propuesto mejorar su solvencia y rentabilidad, objetivos que se incluyen en el “ambicioso” plan estratégico que preparan y que detallarán en Londres el próximo abril, explicó ayer la presidenta del banco, Ana Patricia Botín.

Muy satisfecha con las cuentas de 2018, destacó un año “excelente” para el grupo, en el que también tuvo que afrontar dificultades puntuales como el fichaje frustrado de un nuevo consejero delegado, el italiano Andrea Orcel, del banco suizo UBS. El pasado septiembre, la entidad anunció su contrato, pero hace apenas 15 días tuvo que renunciar a él tras conocer el precio “inaceptable” que tendría que pagar por los compromisos con UBS.

De esta forma, el consejero delegado, José Antonio Álvarez, seguirá en su puesto “de forma indefinida”, confirmó Botín, que alabó su trabajo, “como muestran los resultados del banco”, que no eran obstáculo para que hayan estado a punto de sustituirle por Orcel. Asimismo, está aplazada, al menos hasta finales de marzo, la jubilación del vicepresidente del Grupo y presidente de Santander España, Rodrigo Echenique, cargos que iba a ocupar Álvarez y para los que ahora deben buscar un nuevo candidato.

Botín también reclamó al Gobierno que ponga en marcha una política fiscal más ortodoxa, y abogó por la consolidación fiscal para que la economía española siga creciendo y se creen más empleos y de mayor calidad.

Además, insistió, como hizo recientemente en Davos, en que las empresas paguen los impuestos donde generan sus beneficios, al igual que hace el Santander, que, sólo en 2018, ha pagado 5.200 millones de euros en impuestos, expuso.

rentable En cuanto a las cuentas anuales, por áreas regionales, Latinoamérica obtuvo un beneficio neto de 4.228 millones de euros, un 1,6% menos, debido al impacto de los tipos de cambio, sin los que las ganancias hubieran crecido un 16,5%. Brasil volvió a ser el país donde ganó más dinero, 2.605 millones de euros, un 2,4% más, mientras en España, el beneficio fue de 1.462 millones, un 36% más, después de sumar a los 1.458 millones, que obtuvo con su actividad puramente bancaria, los 246 millones del área de financiación al consumo (SCF) y restar las pérdidas de 242 millones del área inmobiliaria.

En México, la entidad ganó 760 millones de euros, un 7% más, y en Chile 614 millones, un 4,9% más. En EEUU obtuvo 552 millones (+35,4%); en Reino Unido logró 1.362 millones (-9%) y el área de consumo (SCF) consiguió 1.296 millones (+3,4%), mientras que el centro corporativo registró unas pérdidas de 1.721 millones.

En cuanto a los principales márgenes de la cuenta, el de intereses se mantuvo en 34.341 millones, igual que el bruto, que sumó 48.424 millones, mientras el neto se elevó un 0,7%, hasta los 25.645 millones. El grupo consiguió culminar con éxito su plan estratégico a tres años, cuyo foco era la vinculación de clientes, lo que le ha permitido mantenerse como uno de los bancos más rentables y eficientes entre sus competidores, con un retorno sobre capital tangible (RoTE) del 11,7% y una ratio de eficiencia del 47%.

Los préstamos y anticipos a la clientela crecieron un 4%, hasta 848.914 millones de euros, con una morosidad que mejoró hasta el 3,73% desde el 4,08% de 2017, en tanto que los depósitos de los clientes se mantuvieron en 780.496 millones. La entidad también avanzó en su digitalización, con 32 millones de clientes, 6,6 millones más que en 2017. - Efe

3.000

La presidenta del Banco Santander, Ana Botín, explicó ayer que, si la entidad no hubiera adquirido el Banco Popular por un euro el pasado 7 de junio de 2017, la quiebra habría tenido un coste de 36.000 millones de euros para el contribuyente español, es decir, unos “3.000 euros por familia”. Ahora, el Popular “avanza más rápido de lo previsto y la transformación del negocio en EEUU progresa a buen ritmo”, aseguró Botín.