uando se habla de cordero, muchos piensan en festividades. Es un producto que en los últimos años ha perdido presencia en la dieta del día a día, pero que no falta en los menús de los restaurantes y actos especiales, en las comidas en familia y las cenas navideñas. La covid-19 cerró la hostelería a cal y canto durante unas semanas. Cayó la que era la mayor vía de comercialización de carne de ovino, reduciendo las ventas del sector en un 80% en pocos días.

En la Cooperativa de Ovino y Vacuno de Navarra, las ventas empezaron a bajar entre siete y diez antes de la declaración del estado de alarma. La situación era dura. A medida que pasaba la semana, todo paró. "Las primeras dos semanas eran un caos; teníamos las naves llenas, no podíamos recoger los corderos de los ganaderos para su comercialización porque ni había clientes ni había espacio", explica Malena San Millán, gerente de la cooperativa. En otras ocasiones, una medida de choque preferente habría sido el almacenamiento privado de la carne con ayudas públicas; reteniendo el producto se pueden controlar los precios de mercado. En la cooperativa decidieron aguantar y no congelar producto: "La carne habría perdido calidad, y saldría más barato semanas después, coincidiendo con producto fresco; nos haríamos competencia a nosotros mismos", explica San Millán.

La línea de crianza y comercialización de corderos colapsó. Algunos ganaderos no pudieron vender los corderos lechales que ya tenían listos para salir de las granjas, ya fuese por falta de mercado, como por los bajos precios que cogió la carne de ovino; el cordero ternasco -de mayor edad y tamaño que el lechal- no sufrió tanto, porque se dirige fundamentalmente a carnicerías y supermercados. Para muchos productores, la única opción fue mantener los corderos hembras para unirlos al rebaño fijo más adelante, o seguir cuidándolos hasta que cogiesen la categoría de ternasco.

Es el caso de Javier Ayechu, presidente del consejo de la Indicación Geográfica Protegida de Cordero de Navarra: "Cada animal se estaba pagando a 30 euros, cuando su coste es de unos 50; yo no estaba dispuesto a vender mis corderos a ese precio", dice. Mantuvo las hembras, y vendió resignado algunos machos por falta de capacidad para mantenerlos en su explotación. También reservó algunos, como cada año, para hacerlos crecer hasta que fuesen ternascos.

Ayudas públicas esenciales

Un sector deficitario

Pero los problemas para la carne de ovino ya existían antes de la crisis de la covid-19. En primavera, temporada alta de producción, es cuando se vende más cordero; eso crea la bajada estacional de precios que ocurre anualmente. En verano, en cambio, aumenta el precio porque la oferta baja, aunque también se vende mucho menos. "El productor, para ser rentable, necesitaría los precios de verano durante todo el año, pero a esos niveles el consumidor no compra suficiente como para sacar todo el producto al mercado", afirma Luis Zuazu, presidente del Gremio de Carniceros de Navarra.

En una situación normal, el cordero lechal suele salir de las granjas con un precio de entre 52 y 56 euros por animal; supone un estrecho margen de ganancia, de apenas cinco euros. "Sobrevivimos por las ayudas públicas", asegura Ayechu. Cada año, la Unión Europea paga a los ganaderos entre 11 y 12 euros por cada oveja del rebaño -los corderos que se comercializan como carne no cuentan como rebaño-. Son unos ingresos vitales para los productores, porque el sector es deficitario. "Producir en Europa, o en España, requiere unos sobrecostes en comparación con los requisitos más laxos que tienen otros países extracomunitarios; pero, con los acuerdos de libre mercado, todos compiten por igual", explica Rubén Palacios, director del Servicio de Agricultura del Departamento de Desarrollo Rural del Gobierno de Navarra. Frente a esas disfunciones, las ayudas europeas se instalaron precisamente para mantener a los ganaderos que, con la actividad de cría, aportan un valor añadido al entorno, porque limpian los montes y son una actividad económica de las zonas rurales. Pero la carne de ovino ya no es un negocio rentable.

Con la bajada de ventas aún mayor, este año el Consejo Agrario se puso en marcha. Es un órgano formado por cargos del departamento de Desarrollo Rural y Medio Ambiente del Gobierno de Navarra y las organizaciones sindicales de cada sector. Con los congeladores llenos, sin capacidad de retener el excedente de mercado, se tuvo que innovar en las medidas. Decidieron implementar una ayuda adicional de tres euros por animal para complementar las ayudas europeas. "El ganadero se ha visto obligado a mantener los corderos en las explotaciones cinco o seis semanas más de lo normal; las ayudas extraordinarias vienen a cubrir parte del gasto que supone esa retención", explica Palacios. Las ayudas, de 1,2 millones, están dentro de una partida extraordinaria de tres millones de euros que aprobó el departamento con medidas frente a la crisis de la covid-19.

Los cambios de la crisis

"Nos obligó a innovar"

Ante la abundancia de corderos del mes de abril y con la hostelería cerrada, el sector tuvo que buscar mercados que le han permitido descongestionar el embudo del producto. Desde la Cooperativa de Ovino y Vacuno de Navarra, se contactó con comercializadores exportadores para participar en mercados exteriores, sobre todo en los países del Golfo Pérsico. Se enviaban los animales a Murcia, donde, antes de exportarlos, se finalizaba el cebo, porque en el mercado árabe se piden corderos de mayor tamaño. Aún y todo, la competencia era grande. Las compraventas de la carne de ovino a nivel mundial cambiaron: las exportaciones de Australia se suelen dirigir principalmente a China, pero el gigante chino cerró el suministro australiano, y el mercado árabe absorbió ese producto.

Dificultades aparte, la crisis obligó a la cooperativa a participar en mercados que no se contemplaban anteriormente. "Esta pandemia nos ha recordado la importancia de diversificar el destino de nuestro producto; es una lección que mantendremos a partir de ahora", afirma Malena San Millán. También abrieron una línea de venta directa en las instalaciones de la empresa que, aunque no era muy rentable, sirvió para dar a conocer el producto en la zona y poner en relieve la extrema crisis en la que entró el sector. "Tuvimos que reinventarnos, porque solo quedaron abiertas las ventas en carnicerías", explica.

Los cambios suponen replantear el funcionamiento del sistema productivo. Antes de la crisis de la covid-19, la cooperativa comercializaba sobre todo oveja de lechal en el mercado local y nacional; los cambios, que según San Millán se quieren mantener, harán que se críe más cordero ternasco que posibilite las nuevas líneas de ventas: "El ternasco supone una mayor inversión, porque necesitas espacio para la crianza y asegurar que lo que come el animal acaba repercutiendo en un aumento suficiente de peso, pero pensamos que es bueno tener más de una carta en juego", explica San Millán.

Pero ni el intento de abrir mercados ni las ayudas públicas han parado la sangría de productores de carne de ovino de Navarra. El poco negocio que hay en el sector aleja a los potenciales nuevos ganaderos. "No hay un relevo generacional, porque cuidar ovejas no da dinero y, aunque sea un trabajo muy gratificante, es muy sacrificado; pocos ganaderos quieren que sus hijos sigan su mismo camino", admite Javier Ayechu. Su explotación suma varias generaciones. "Mi ganadería tiene entre 300 y 400 años, ha sido siempre un relevo familiar, pero acabará conmigo", confiesa. Según datos del Gobierno de Navarra, desde el 2000 el número de ovejas para carne de ovino se ha rebajado en un 36%, y en comarcas como en la Ribera Alta, la bajada llega al 55%.

Información en el consumo

Aflorar el valor del ovino

Es una tendencia que no para. "No significa que la bajada progresiva sea imparable, si bien, es un hecho innegable que cada vez hay menos ganaderos en el sector", afirma San Millán. Los cambios, dice, tienen que ser profundos: "Lo ideal sería que el sector no dependiese de las subvenciones, que tuviese un precio adecuado a los gastos de producción". No obstante, San Millán reconoce que ese escenario es casi imposible. Por ello, defiende, primero, revisar los condicionantes de las ayudas públicas para que se ajusten mejor al valor real que los ganaderos crean cuidando las montañas y conservando las tradiciones y costumbres de los pueblos; y, segundo, concienciar a la sociedad del valor del producto local.

Frente a los problemas estructurales del sector del ovino, ganaderos, comercializadores y Gobierno foral coinciden en que hace falta promocionar más el producto. Rubén Palacios explica que desde el Ejecutivo se intenta promover el consumo de la carne de ovino local: "Si en el supermercado el único indicador es el precio, es lógico que la carne más barata se venda más; por eso hay que hacer visible lo que un producto lleva detrás, para que el consumidor se conciencie en que a través de su compra ayuda a los ganaderos locales". Según Malena San Millán, el precio no es el principal factor que rige el consumo de la carne de ovino: "En esta crisis, el cordero era lo que quedaba en las estanterías de los supermercados cuando todo ya se ha agotado". El consumidor, dice San Millán, asocia la carne con las festividades y, en una situación como la actual, la gente cambia su cesta y consume carnes más baratas que el cordero. "Cuando hay poco dinero e incertidumbre ante el futuro, la gente busca alimentarse, principalmente", reconoce.

Para los productores, el mercado no está recompensando el trabajo del cordero y los beneficios que conlleva para el entorno donde se crían las ovejas. "La carne de cordero es de muy buena calidad, pero el consumidor medio no lo valora", afirma Luis Zuazu. En las carnicerías, dice, poco a poco se nota que la tradición de comprar cordero se está apagando, incluso en las compras para actos o fiestas. "Es un producto complicado tanto para el productor como para el comercializador; al final, acabará reduciéndose la oferta de la carne de ovino, y se convertirá en un producto caro", confiesa Zuazu.

Malena San Millán coincide con esa opinión: "Ya se está convirtiendo en un producto de elite, la tendencia muestra que el sector se reduce cada vez más", explica. Pero, según dice, no significa que esa bajada progresiva se tenga que alargar obligatoriamente en el futuro: "Es un hecho innegable, pero la recuperación vendrá dependiendo de los cambios que se hagan en el sector".

25%

Es la caída que sufrió el precio en origen del cordero lechal en las primeras semanas del confinamiento.

El número de ovejas destinadas a producción de carne baja en todas las comarcas.

Evolución 2000-2019 (absoluto)

Evolución 2000-2019 (%)

La Indicación Geográfica Protegida de Cordero de Navarra defiende, según su presidente, una alimentación natural, y un pastoreo extensivo o semiextensivo, pero el precio de la carne no refleja esa calidad.

La gerente de la Cooperativa de Ovino y Vacuno de Navarra opina que hace falta visibilizar los beneficios que la cría de ovino tiene en las zonas rurales.

"Producir en Europa es más caro en comparación con otros países extracomunitarios"

Departamento de Desarrollo Rural

"Los precios que el cordero cogió en algunas semanas del estado de alarma eran irrisorios"

"No hay un relevo generacional del ganadero, porque cuidar ovejas no da dinero, y es un trabajo muy sacrificado"

Presidente de la IGP Cordero de Navarra

"La carne de ovino es de muy buena calidad, pero el consumidor medio no lo valora"

"La bajada progresiva de la oferta acabará convirtiendo al cordero en un producto caro"

Gremio de Carniceros de Navarra

"Esta pandemia nos ha recordado la necesidad de diversificar las ventas, tener más de una carta en juego"

"Lo ideal sería que la carne tuviese un precio justo, adecuado a los gastos de producción"

Cooperativa de Ovino y Vacuno de Navarra