nforme de felicidad del mundo (World Happiness Report) es un estudio que publica anualmente la Red de desarrollo de soluciones sostenibles, una alianza compuesta por distintas fundaciones y universidades de prestigio -Columbia y Oxford entre otras- , y mide las percepciones del nivel de felicidad de la ciudadanía de distintos países en relación a seis factores: calidad democrática y derechos políticos, nivel de corrupción, confianza entre la ciudadanía, sensación de seguridad, cohesión social, igualdad de género y distribución de ingresos.

Analizando sus resultados, resulta reseñable que en los últimos cuatro años los cinco países nórdicos (Finlandia, Dinamarca, Noruega, Suecia e Islandia) obtienen de forma ininterrumpida resultados que las colocan en las diez primeras posiciones.

¿Qué harán tan bien para obtener esos resultados? Aunque aislar unos pocos elementos y valorarlos como causas resulta siempre un ejercicio de riesgo, al parecer hay ciertos aspectos que generan un impacto directo en esos resultados.

El primero de ellos es el nivel del estado de Bienestar de los cinco países, valorado de forma muy positiva por parte de la ciudadanía. En este sentido, dos apuntes: uno, que del análisis de resultados se extrae que el porcentaje del PIB destinado a programas para el bienestar de las personas afecta directamente en el nivel de satisfacción de las mismas. Y dos, que el nivel de regulación del mercado de trabajo, así como que el sistema favorezca la seguridad de ingresos en caso de desempleo, afecta de forma determinante a la percepción de la calidad de vida.

A este respecto, las políticas impositivas de carácter progresivo que actúan de mecanismo redistributivo y su relación directa con la alta calidad de los servicios de salud, educación y medios de transporte público -entre otros- en esos países, incide directamente entre el nivel de satisfacción de la ciudadanía.

El segundo aspecto corresponde a la calidad institucional, aspecto especialmente valorado por junto con neozelandeses y suizos. Calidad institucional entendida como "acceso al poder" por una parte, y por otra en la calidad del ejercicio del poder. En lo que corresponde al acceso, con variables como la capacidad de elegir y ser elegidos para la gestión pública, la libertad de expresión, libertad de asociación y estabilidad política son especialmente valoradas. En cuanto al ejercicio del poder, se valora la consistencia del marco legislativo, el control de la corrupción, la calidad regulatoria y la efectividad de la acción de gobierno.

El tercer aspecto se centra en la desigualdad de ingresos. A nivel del estudio en su conjunto, se constata una correlación significativa entre altos niveles de desigualdad y menores niveles de justicia y confianza percibida en los grupos sociales. Por otra parte, y ojo al dato, la desigualdad deriva mayores niveles de ansiedad por el estatus social de los individuos, lo cual incide directamente en el nivel de satisfacción y felicidad de la ciudadanía.

El cuarto corresponde a la posibilidad de tomar decisiones vitales importantes en libertad. Los estudios muestran que el grado en que las personas valoran su nivel de autonomía y capacidad individual incide directamente en cuestiones elementales para la percepción de felicidad como son el nivel de ansiedad, el síndrome de la persona quemada y salud general. Por encima de otros factores, la libertad en la toma de decisiones resulta en un predictor del bienestar más afinado que ciertos indicadores macroeconómicos más comunes.

El quinto elemento se centra en el nivel de cohesión social y confianza en otras personas, aspectos muy bien valorados por la muestra de ciudadanos/as de los países contrastados. En este sentido, cuestiones tan relevantes como el número de relaciones sociales y su calidad, la orientación de los colectivos a centrarse en problemas, o aspectos referidos al bienestar general se valoran de forma positiva.

Al parecer, los países nórdicos han sabido conjugar un conjunto de factores (alto nivel de satisfacción vital, confianza social e institucional, calidad democrática, equidad y beneficios sociales) de forma más consistente que el resto de zonas geográficas del planeta, y parece que se encuentran en un círculo virtuoso donde un conjunto de indicadores institucionales y sociales generan percepciones de niveles de felicidad superiores.

Aunque todo parece indicar que la calidad de las instituciones públicas tiene un rol determinante en los niveles de bienestar de la ciudadanía, tampoco deberíamos olvidar que un estado de Bienestar de calidad se soporta en la medida que hay un sector privado fuerte y consistente. Las líneas de trabajo vendrán de minimizar la corrupción, incrementar el nivel de participación de las personas en las decisiones individuales y en las de su comunidad. Preservar elementos clave como la libertad de expresión y prensa, un nivel de ciudadanía formada e informada, así como un nivel de conciencia y activismo cívico en progresión.

Las realidades de cada país resultan diversas y los copia pegas no suelen tener sentido. Sin embargo, conocer iniciativas específicas siempre pueden resultar un buen punto de mira para avanzar.

Mondragon Unibertsitatea. Investigación y Transferencia