El verano dio un respiro al empleo en Navarra. Lo mostraron mensualmente los datos de la Seguridad Social y del Servicio Navarro de empleo y lo ha confirmado la Encuesta de Población Activa del tercer trimestre del año. Navarra cerró el verano con 8.000 nuevos empleos, lo que supone recuperar la mitad de lo perdido entre marzo y junio, pero también contabilizó 400 desempleados más. Una discrepancia que muestra el caos de unas cifras que no recogen como desempleados a los trabajadores afectados por ERTE.

De este modo, la Comunidad Foral terminó el tercer trimestre con 30.900 parados, una subida de apenas el 1,38% que se queda muy por debajo de la media española. En todo el Estado, el incremento del paro llega al 10,54% y deja la tasa de paro total en el 16,26%%. Navarra sigue quedando muy por debajo de estos guarismos, con una tasa de paro en el tercer trimestre del 9,94%, la más baja de entre todas las comunidades.

Los datos muestran así las consecuencias de un año extrañísimo, con casi dos meses de hibernación económica en primavera que dejó decenas de miles de empleo en un limbo del que, poco a poco, se van conociendo las consecuencias. La comparación interanual, respecto al tercer trimestre de 2019, sí permite extraer algunas consecuencias más fiables. Así, en el último año Navarra incorpora 4.900 nuevos desempleados y pìerde 11.000 empleos, una caída muy parecida a la media española.

Esta es quizá la peor noticia que deja la EPA. Los datos al empleo comienzan a resulta ya estructurales y profundizan en las dificultades que se atisbaban ya a finales de 2019 y comienzos de 2020, cuando la economía se ralentizaba en, esta vez sí, un suave aterrizaje que ha terminado en catástrofe. Es el empleo masculino el que más sufre en el último año (8.200 menos, frente a 2.900 mujeres ocupadas menos), a pesar de que el número de hombres con empleo remunerado sigue superando en mucho al de mujeres: 149.500 frente a 129.900.

Según la EPA, la mejoría del verano se asentó en Navarra en la industria, que recuperó unos 6.800 puestos de trabajo, frente a los 500 que añadieron tanto la construcción como los servicios, el conjunto de actividades más amplio y el que esconde, a su vez, realidades más dispares. Mientras la salud y los servicios sociales intensificaron su tendencia al alza, el comercio minorista y la hostelería viven tiempos de desasosiego, con 7.000 empleos menos en un año. Bares, hoteles y restaurantes han perdido en tres meses todo lo ganado en tres años.

La industria ha contribuido así a que Navarra vaya resistiendo, algo menor que la media en términos económicos, los sucesivos impactos de una epidemia que se encuentra lejos de remitir. No se espera, de hecho, que octubre y noviembre traigan buenas noticias en este sentido, como irán mostrando los sucesivos datos mensuales. Los que se conocen hasta ahora muestran que los jóvenes, con contratos temporales y precarios, son quienes más sufren la primera embestida en el empleo de una crisis sanitaria sin precedentes.

El deterioro del empleo se comienza a sentir también en la situación de los hogares. Un total de 10.600 hogares de Navarra tienen a todos sus miembros activos en paro, 4.600 más que los registrados en el mismo periodo de 2019, según los datos facilitados por el Instituto de Estadística de Navarra-Nastat. En la Comunidad Foral hay 259.900 hogares, de los que 185.100 tienen algún miembro activo (ocupado o parado) y el resto, 74.800 hogares, no tienen a ningún miembro en situación de activo.