En 2011, Juan José Marcos, ingeniero con experiencia en diferentes sectores y decenas de patentes registradas, crea Davalor Salud, con sede en Tajonar, una start up con una tecnología innovadora capaz de medir, a través de una serie de terminales, 75 parámetros de la función visual, muchos de los cuales no se podían revisar con métodos tradicionales o eran incorrectamente diagnosticados, defendía su impulsor.

Marcos captó 12 millones mediante crowdfunding (obtención de financiación por medio de pequeñas inversiones particulares vía on line con compromiso de rentabilidad) antes de que llamara a la puerta de Sodena cuando Manu Ayerdi recién se había estrenado como vicepresidente en 2015.

El primer millón de Sodena a Davalor se concedió después de que Ayerdi "de manera personal, pero con carácter profesional" pidiera "al Gobierno de Navarra que instara a Sodena a otorgarlo". El 9 de septiembre de 2015 el Ejecutivo declara Davalor de interés foral y pide a Sodena que conceda el préstamo participativo en el plazo máximo de quince días. En aquel momento la empresa contemplaba expectativas ambiciosas: una rentabilidad de 17 veces el capital desembolsado para los pequeños inversores a partir de 2018; instalar mil máquinas en 2016; expandir el negocio en Europa en 2017; llegar a Estados Unidos y Asia en 2018; y pasar de facturar 180.000 euros en 2015 a 29,5 millones en 2019.

El 16 de octubre de aquel año Ayerdi viajó a Terrassa (Barcelona) para inaugurar el centro de investigación de Davalor en el edificio GAIA de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), con cuya Facultad de Óptica y Optometría mantenía acuerdos de carácter científico. Ese acto contó con presencia institucional navarra y catalana ante la mirada de Juan José Marcos.

En ese momento la compañía tenía que haber presentado ya concurso de acreedores como así lo indicaron en 2020 el fiscal y el administrador concursal en su informe para solicitar declarar culpable dicho procedimiento. Ambos coincidieron en que en 2015 ya arrastraba una deuda vencida e impagada de más de tres millones y un pasivo corriente de 12,3 millones. Pero ese año la empresa no declaró concurso voluntario; sino que pasaron tres años, hasta que en julio de 2018 entrara en suspensión de pagos por la petición de uno de sus proveedores. Para entonces Sodena ya había aportado 2,6 millones ; unos 3.000 inversores, la mayoría navarros, habían desembolsado 18 millones; y la empresa había contraído una deuda con proveedores, empresas bancos, trabajadores y administración de unos 19 millones.

En septiembre de 2018 el Parlamento aprobó una comisión de investigación sobre inversiones fallidas de Sodena, en la que se trató el caso Davalor. En ella comparecieron todas las personas implicadas, hasta uno de los últimos protagonistas de esta historia, el letón Roman Zheglov, director de Panorama Holding, que explicó su interés en comprar Davalor -aunque solo quedó en eso-. De esta forma, aquel proyecto disruptivo acabó en un espejismo, pero de muchos millones reales sin retorno.