El miedo a no poder levantar la persiana al día siguiente se ha instalado entre muchos empresarios, pero hay algunos osados que, a pesar de la coyuntura poco halagüeña, han tirado por la calle de en medio y están abriendo negocios y nuevos locales cuando la luz al final del túnel aún parece lejana.

Existen de todas formas, ciertos preceptos básicos comunes entre estos emprendedores: riesgos controlados y economía de escala, el ir pasito a pasito de toda la vida, sin pillarse los dedos, como apunta el joven Yasir Raïs que hace tan sólo unos días inauguraba en el Eixample Esquerra de Barcelona su sexto local de Syra Coffee.

"Nosotros teníamos planteado antes de la pandemia abrir dos locales más, y finalmente decidimos seguir adelante; este espacio era una oportunidad a pesar de que atravesemos tiempos difíciles", afirma este arquitecto de formación, que montó la empresa en 2015, con la idea de "democratizar el café de calidad en Barcelona", a través de pequeños establecimientos "take away".

No obstante, no niega que los temores ante los constantes cambios de horarios y las restricciones por la covid han estado ahí.

"Miedo al abrir un local nuevo siempre hay. Nosotros somos un equipo pequeño, todos apasionados del café, y al ser un producto que todo el mundo quiere tomar, con o sin pandemia, creímos que era un buen momento. Lo íbamos a hacer igualmente, era atreverse un poco más", explica a EFE desde su diminuto local de la calle Londres, en el que también se vende café en grano.

De hecho, Syra Coffee surgió a partir del establecimiento de tueste de café que tienen en el barrio de Gracia.

"Es un café que tostamos nosotros, de origen único, siempre fresco, que ofrecemos sólo en nuestras cafeterías. El concepto es simple, servir el mejor café posible en formato para llevar. Queremos que cada local sea el punto de referencia del buen café en cada barrio, trabajar no tanto con el turismo, sino con el cliente local", resume sobre este cambio de paradigma.

El primer cierre total de marzo les dejó "ko", como al conjunto de la hostelería, pero la clausura de bares decretada en octubre en Cataluña no les afectó, porque su formato se basa en el café para llevar, actividad que no sólo está permitida sino que va en aumento.

"Poco a poco, el boca oreja está haciendo su trabajo. Creemos que tenemos uno de los mejores cafés de Barcelona, pero el tiempo lo dirá", afirma seguro de sí mismo Yasir, que adelanta que en 2021 quieren abrir diez establecimientos más, "dependiendo de cómo vaya todo".

Jordi Barberà Petit, que se autocalifica como joven emprendedor, tuvo un flechazo cuando se topó en la primera semana de junio pasado con un local esquinero en el barrio de Gràcia, donde "imaginó" su primera tienda de maletas y bolsas en la capital catalana, a sumar a las cuatro que Petit Travel tiene repartidas entre Sabadell y Sant Cugat.

"Iba con unos amigos un viernes, vi el local en alquiler y ese mismo día me lo quedé, sin verlo por dentro. El alquiler era asequible por el momento en que estamos y pensé, si lo que yo hago me ha funcionado en otros sitios, el riesgo era asumible", comenta este nieto y bisnieto de comerciantes vinculados al sector de los complementos de viaje.

"El lunes firmábamos, en unas semanas montamos el local y para adelante, sin tiempo de reacción. O te tiras a la piscina o miras como pasa el tren", recuerda sobre la celeridad con la que el proyecto se puso en marcha, aunque vender maletas, cuando viajar parece una quimera, no parecía una apuesta ganadora, precisamente.

"Montamos la tienda pensando en vender maletas, abrimos y no vendimos ni una. Al final a base de vender mascarillas, mochilas y bolsas nos hemos podido adaptar a lo que la gente pide ahora mismo", reconoce el empresario.

Al igual que Yasir, su intención es expandirse más: "si la tienda nueva funciona, buscaremos otro lugar para montar otra del mismo estilo, una tienda 'low cost', con un local asumible, y en donde en pocos meses has podido amortizar la inversión, con un producto que la gente demande", desvela sobre su filosofía de negocio, muy centrado en detectar las tendencias a través de las redes.

La onubense afincada en Barcelona Ampi Mullor no pudo hacer la inauguración que hubiera querido para su nuevo espacio de tratamientos estéticos que abrió la semana pasada en el distrito de Sant Martí de Barcelona, uno de los más pujantes de la capital.

"Una pena, pero la gente que viene y ve lo que hemos hecho está encantada", comenta la propietaria de The Beauty place, un local de "estilo Miami", con neones fucsia y colores pastel, cuyo concepto es "mimar tanto a la mujer como al hombre, de la cabeza a los pies, desde la peluquería, la manicura, la pedicura, tratamientos faciales... todo lo que lleva la belleza en un mismo espacio".

Esta profesional de la estética, que ya disponía de un establecimiento de menor tamaño, tenía el nuevo proyecto en la cabeza "bastante definido", quería más espacio y comodidad para la clientela, y no se echó atrás a pesar de la pandemia.

"Sí, la verdad es que da bastante miedo enfrentarse a invertir ese dinero... pero pensamos que si a nuestra clientela le ofrecíamos una mejor calidad nos la asegurábamos y por eso hemos tenido la valentía de empezar otra vez con un nuevo proyecto", defiende.

De momento, Mullor no se queja de cómo le están yendo las cosas en los pocos días que lleva con el nuevo local: "la verdad es que la clientela está bastante afianzada al ver que hay más espacio, con más servicios, estamos muy contentas, es época de navidad y la gente quiere ponerse guapa".