Miguel Induráin no había ganado aún el primero de sus cinco Tours cuando Javier Taberna Jiménez (Pamplona, 1950) fue elegido en abril de 1991 presidente de la Cámara de Comercio de Industria de Navarra. Han pasado 30 años desde entonces, han cambiado los gobiernos, la moneda de curso legal, los reyes y hasta el siglo. Por el camino se han derrumbado cajas de ahorros que parecían indestructibles, pero Javier Taberna se mantiene al frente una institución que también ha debido transformarse, adaptarse a una mayor escasez para tratar de ser útil al tejido empresarial.

Concejal por UCD en el primer ayuntamiento democrático de Pamplona, Javier Taberna fue posteriormente fundador de un efímero partido liberal en Navarra. Se afilió después a UPN, formación de la que se dio de baja al ser elegido presidente de la Cámara. “En este puesto -dice- hay que ser libre”. Por eso, asegura, el puesto de presidente de la Cámara sigue sin estar retribuido. Y ahí surge la pregunta: ¿de qué vive Javier Taberna? “De mi trabajo”, contesta sin dudar. “Abrí mi despacho en 1975, puse en marcha las principales asociaciones empresariales, he negociado todos los convenios colectivos y aún sigo negociando algunos. Ahí estoy con mis hijas. Así es la vida del autónomo”, dice. En su curriculum actual figura también la presencia en el consejo de administración de Audenasa. “Nombrado por Itinere, no por el Gobierno de Navarra”, precisa. Y es CEO de Sag Ibérica, filial de una multinacional francesa de la electricidad.

Taberna ve a Navarra bien gestionada. Pero alerta del exceso de confianza que, a su juicio, se está depositando en los fondos europeos. A su juicio, esta inyección de dinero no es la solución a los problemas actuales, sino un acelerador de tendencias que ya eran visibles antes de la pandemia y cuyas consecuencias entrañan algunos riesgos.

¿Cómo cree que vamos a salir de esta crisis?

-Yo aquí tengo mi propia teoría. Esta es una crisis coyuntural y universal, ocasionada por algo de lo que nadie tiene culpa. Por lo tanto, una vez que venzamos a la enfermedad con las vacunas, la economía tendría que volver a su origen, pero no va a ser así. Porque ya estábamos asistiendo a un cambio de era industrial que se producía a una gran velocidad con dos ejes impulsados desde la UE: la descarbonización y la digitalización. Y hay que pensar que la digitalización va a hacer que sobren puestos de trabajo y se va a producir una obsolescencia de los empleos más tradicionales.

¿Qué sectores le preocupan más?

-Lo vamos a ver en la automoción, porque los coches eléctricos tienen un 30% menos de piezas que los de explosión. Se va a reducir la necesidad de mano de obra. Hoy por hoy, además, no hay nada seguro. Hay un gran proyecto del Gobierno de Navarra para que en VW se haga el coche eléctrico, pero no hay nada seguro, esa es la realidad. Así que inquieta y mucho. Y pasa lo mismo con la economía circular, que en principio es buena, pero a mí me da miedo porque está limitando la globalización. Se va a comprar menos en China, India, África... Nos vamos a limitar a nuestras regiones. Todos los fondos vienen dirigidos a esto y lo que se iba a producir en 20-25 años va a suceder en cinco. Vamos a tener un paro producido no solo por la pandemia, sino por el cambio de modelo.

¿No hay un cierto agotamiento del modelo productivo en Navarra?

-Sí. Pero la economía navarra es muy equilibrada, con un 30% industrial y muchos servicios dedicados a ella. Y se defiende muy bien en las crisis. Además somos una finca grande y muy fértil, hemos gestionado muy bien el agua con el Canal de Navarra e Itoiz. Y somos pocos habitantes a dividir. Hemos hecho muy bien industrializando el campo. Hoy se ve que la agroindustria es el futuro, porque siempre se va a comer y a producir. Tenerlo todo junto es fantástico, porque cada vez va a ser más importante. Tenemos las renovables y las vamos a seguir teniendo, pero en la automoción deberíamos estar pensando en la nueva FP para adaptarla y en un sector servicios mucho más modernizado.

¿Qué echa en falta en los fondos públicos?

-No vemos que la internacionalización sea importante. El 60% se dedica a Europa, un solo mercado, y eso es un riesgo. Seguimos teniendo un bajo número de empresas exportadoras (5%) y solo mil empresas exportan de un modo regular. Hay que destinar recursos. Los últimos tres gobiernos han ido reduciendo la inversión en ese sentido mientras en otros países se aumenta.

¿Tiene Navarra dificultades para retener su propio talento?

-Hay 25.000 alumnos de universidad y apenas 10.000 en FP. Miras a Alemania y es casi al revés. Un 70% en FP y un 30% de universitarios. Es necesario también un cambio cultural y social, que dignifique la FP y nosotros queramos que nuestros hijos sean unos buenos especialistas, No hace falta tanto titulado superior, sino buenos especialistas. Tenemos un 30-35% de los jóvenes en desempleos y al mismo tiempo hay demanda de determinados perfiles por parte de las empresas que no se cubre. Podríamos dejar la tasa en un 10% con una formación técnica más adecuada.

¿Cómo cree que está gestionando esta crisis el Gobierno de Navarra?

-Creo que se está haciendo bien, pero con lo que hay... De los fondos no hay cantidades asignadas, ni prioridades ni requisitos... Tenemos que pensar en nosotros mismos, en cómo salimos de esta. Salimos con los ERTE, haciendo que no se conviertan en ERE. Las empresas necesitan liquidez, créditos, un ICO que lo garantice. No creo en las subvenciones, pero sí en darles las facilidades para que salgan adelante.

¿No ve a Navarra muy pendiente de lo que se haga y decida en Madrid?

-Hace unos días le decía a un consejero que quiero hacer una webinar sobre el convenio económico, porque tenemos que recuperar la conciencia de que tenemos una ley paccionada que nos permite relacionarnos de igual a igual. Y eso no se aprovecha. Tenemos un régimen fiscal independiente y no lo estamos usando...

¿Cree que Madrid está haciendo dumping fiscal al eliminar algunos impuestos?

-Y aquí se hace también... La carga global debe ser equivalente, pero podemos modificar impuestos. La izquierda comete un error: con los impuestos no se redistribuye, se redistribuye con el presupuesto. Para ingresar más hay que hacer que la economía crezca y repartir después. Los liberales creemos que los impuestos deben ser incentivadores de la inversión y el ahorro. Esto ya se hizo en 1965 y logramos una tierra atractiva a la inversión.

¿Qué cambiaría?

-El impuesto de patrimonio industria, de los bienes empresariales, es absurdo. Es absurdo sucesiones, no hay una transmisión, ya se ha pagado por ese patrimonio, que se deja habitualmente a los hijos.

En Navarra, si alguien hereda 800.000 euros paga 17.000 euros. No parece tanto...

-Antes era todo al 0,8%. Y eso estaba bien. Ahora han aplicado tramos y partir de 500.000 euros te pegan un palo importante, a veces hay que vender algo. Y todo eso ha hecho que la gente se vaya.

¿Conoce a alguno?

-Sí, gente con patrimonio, claro.

¿Y dónde han ido?

-A Madrid y alguno a la CAV, que están algo mejor. Y, por supuesto, muchísimos catalanes se han ido a Madrid.

Suele definirse como liberal, una condición política reclamada hoy por muchos, desde Albert Rivera a miembros del PP como Isabel Díaz Ayuso, o Esperanza Aguirre ¿Cómo lo ve?

-Albert Rivera, sí me parece liberal. El resto que me dices no lo creo. No se puede ser nunca liberal parcial. O se es o no se es: en lo religioso, en lo social, en lo cultural, en lo económico, por supuesto. ¿Si eres liberal dices que no a la eutanasia o al aborto porque la Iglesia te lo dice? Eso no puede ser... Por eso los liberales seremos siempre una minoría, una bisagra. A veces puedes influir, pero es difícil que gobiernes.

30 años al frente de la Cámara de Comercio. ¿Cuántos más?

-Yo aprendí dos cosas de la política. Una, a no decir nunca cuándo te vas. El día que lo haces ya eres un cadaver. Aprendí eso y a no dejar nunca un sucesor designado.

“El coché eléctrico necesita menos mano de obra y la economía circular va a reducir la globalización”

“Nos sobran titulados superiores y nos faltan especialistas técnicos: hay que prestigiar la FP”

“De la política aprendí dos cosas: no decir cuándo te vas y no dejar un sucesor designado”