- La puesta a flote este jueves del nuevo submarino desarrollado por Navantia para la Armada es un hito para la industria española. Diecisiete años después del arranque del proyecto, el primer sumergible de la serie S-80 pasará en Cartagena su prueba de fuego, ante la atenta mirada de la industria mundial.

Solo nueves países del globo -EEUU, Francia, Reino Unido, Alemania, Suecia, Rusia, Japón, China y Corea del Sur- tienen actualmente la capacidad para tanto diseñar como construir submarinos, un reducido grupo al que se sumará España de llegar el S-81 Isaac Peral a buen puerto.

Su puesta en el agua el jueves en los astilleros que tiene Navantia en el Arsenal de Cartagena, en un acto al que asistirán los reyes y sus hijas, será el principio de la última etapa del sumergible, que se prevé entregar en 2023 una vez esté puesto a punto y supondrá un respiro para la Armada, ya tiene solo con uno operativo.

Idear y construir un submarino, dicen los expertos, es un proceso más parecido al de una nave espacial que al de un barco. Se diseña para pasar largos periodos de tiempo bajo el mar, su ventaja táctica principal, con lo que tiene que ser lo más autosuficiente posible, y sus materiales están además sometidos a una alta presión.

Los S-80 (además del Isaac Peral Navantia realiza otros tres para la Armada) tienen 7,3 metros de diámetro, llevan dentro 60 kilómetros de cables y operan con 32 marinos. Podrán permanecer bajo el agua quince días, una autonomía estratégica que permite su sistema de propulsión independiente de la atmósfera (AIP). Con él, obtienen agua y electricidad a cualquier profundidad gracias a un sistema de pila combustible donde el hidrógeno (H2) y el oxígeno (O2) se combinan para producirlos.