UGT celebra la próxima semana en Valencia y bajo el lema REDvolución 6.0 su 43 Congreso Confederal, tras cinco años en los que se ha alejado de los escándalos del pasado, en un contexto político inestable con tres elecciones generales y una pandemia que dejó en el aire las principales reivindicaciones del sindicato.

UGT llega al congreso con la intención de continuar con la lucha por los derechos de los trabajadores, después del paréntesis de un año que ha obligado a centrarse en lo más urgente y tras la culminación de la renovación del sindicato iniciada en el anterior congreso de 2016.

El mandato era para cuatro años, pero ha durado cinco porque el coronavirus obligó a desplazar la fecha inicialmente prevista para noviembre de 2020.

El secretario general de UGT, Pepe Álvarez, afronta este congreso, que se celebrará del 18 al 20 de mayo y del que se prevé salga reelegido, con un balance "relativamente positivo" de los últimos cinco años y una consigna clara, pisar el acelerador para recuperar salarios y derechos de los trabajadores.

Álvarez (1956, Asturias) analiza un mandato marcado por los cambios políticos -tres elecciones generales, tres gobiernos diferentes- y una pandemia que ha condicionado los últimos 15 meses. "Estamos lejos de cumplir nuestros objetivos y creo que en este periodo tenemos que poner el acelerador", subraya Álvarez, que insiste en la derogación de las reformas laborales de 2012 y 2010, la de pensiones de 2013, y todo lo que tiene que ver con los derechos de los trabajadores.

"Sería difícil que estuviera satisfecho cuando vivimos en un país donde hay colas del hambre, gente que duerme en la calle, despidos, aumentan los accidentes laborales", arranca Pepe Álvarez, que salió elegido hace cinco años por un estrecho margen de 17 votos y que en estos años ha ahondado en la transformación del sindicato, con estructuras aligeradas y la "transparencia absoluta" como gran reto. "El balance es relativamente positivo pero muy mejorable", resume Álvarez, que sí ve "cierto reconocimiento por parte de los trabajadores de que el sindicato ha hecho un buen trabajo".

Tras haber sufrido el golpe del desprestigio por los escándalos de los ERE y la caída de afiliación en la anterior crisis, los sindicatos han recuperado aire en los últimos tiempos con el cambio de Gobierno y especialmente con el papel jugado en la pandemia y su contribución a acuerdos como los sellados para poner en marcha los ERTE.

"El sindicato ha abierto las puertas de par en par. Hoy hay transparencia absoluta (...) hemos puesto mecanismos para que la transparencia sea la norma que impida meternos en situaciones tan difíciles como las que hemos vivido".

En el caso de UGT, que llega a este Congreso con 978.622 afiliados y un cambio que ha dejado en tres las organizaciones federativas que llegan con sus procesos de renovación culminados, también ha contribuido una estrategia de comunicación más activa y cercana a los problemas de los trabajadores.

Junto con la reversión de las reformas del pasado, el sindicato también dará la batalla por la semana de 32 horas y porque los robot paguen cotizaciones sociales, dos reinvidicaciones defendidas desde hace años y las que suman los compromisos pendientes del Gobierno de PSOE y Podemos.

"No vamos a dar ningún cheque en blanco al Gobierno. Gobierne quien gobierne queremos que el sistema laboral se parezca a los del entorno, avanzando a la estabilidad, la formación profesional y subida de salarios llegando a un SMI en 2023 de 1.200 euros mensuales en catorce pagas", resume Álvarez que pone también énfasis en la seguridad laboral y en llegar a las pymes.

"Estamos lejos de cumplir nuestros objetivos y creo que en este periodo hemos de poner el acelerador"

Secretario general de UGT