El pasado junio se presentó en sociedad un nuevo Laboratorio de Biocombustibles Avanzados, ubicado en Aoiz y promovido por el Centro Nacional de Energías Renovables (CENER).

Está prevista una financiación de los fondos REACT-EU de 7,6 millones de euros en los próximos dos años, de los que 5,055 millones estarán destinados a inversiones en este laboratorio. Adicionalmente, el proyecto está encuadrado dentro del área científico-técnica de Energía e Hidrógeno Verde establecida en los Planes Complementarios del Ministerio de Ciencia e Innovación, ligados al Mecanismo de Recuperación de la UE, y recibirá financiación de dicho programa.

El laboratorio fue presentado por el consejero de Desarrollo Económico y Empresarial, Mikel Irujo, y el consejero de Universidad, Innovación y Transformación Digital, Juan Cruz Cigudosa. Explicaron que toda la cadena de valor se implantará a nivel local, con el consiguiente reflejo positivo en la economía y en la creación de empleo.

El Gobierno de Navarra lo mostró como un proyecto efectivo, tanto para avanzar en materia de combustibles renovables, como para crear empleo en la localidad, ya que está prevista la contratación de 11 personas y se pretende involucrar desde el inicio al sector industrial, para poder crear sinergías y potenciar capacidades.

ENERGÍAS RENOVABLES Este laboratorio fue promovido por el CENER y serán investigadores del mismo grupo, los científicos del centro BIO2C, los que realicen el proyecto. Un proyecto que, según Javier Gil, director del departamento de Biomasa de CENER, ya está en marcha. Gil comenta que este es un trabajo de desarrollo de tecnologías que incluye “el diseño y construcción de diferentes prototipos y plantas piloto, así como trabajo experimental, cuestiones todas ellas en las que ya se está trabajando en el BIO2C de CENER”. Afirma que la parte de desarrollo de infraestructuras y equipamiento estará completada en diciembre de 2023 y que el desarrollo experimental continuará hasta 2026.

“Los biocombustibles constituyen la tecnología renovable más ampliamente disponible y utilizada en la actualidad en el transporte”, explica Javier Gil. “Sin embargo su desarrollo está limitado por su potencial impacto en la producción de alimentos y el cambio del uso de la tierra”, afirma. Por eso, este laboratorio se centra en los biocombustibles avanzados, que se crean utilizando materia orgánica, consiguiendo así minimizar al máximo el impacto medioambiental.

En pocas palabras, el objetivo es dejar de lado la utilización de combustibles fósiles, como el carbón o el petróleo, a favor de la biomasa residual, es decir, restos vegetales. Así, aunque tanto unos como otros produzcan CO2 al ser quemados, el que emite la biomasa no tiene el mismo impacto negativo que los combustibles fósiles, porque las plantas no crean más carbono, tan solo emiten el mismo que habían absorbido antes, haciendo así que el balance de CO2 sea neutro. Así, se evita emitir nuevo carbono a la atmósfera y se ayuda a minimizar el impacto ecológico.

MIRADA EN EL FUTURO Asimismo, este proyecto será “imprescindible” para cumplir los objetivos de descarbonización del transporte pesado por carretera, aviación y transporte marítimo, según el consejero Irujo. La razón de esto, explica Gil, es que aunque en la mayoría de ámbitos la solución para evitar la inmensa emisión de CO2 sea la electricidad, el sector del transporte pesado es “difícilmente electrificable”, lo que hace que se necesiten otro tipo de combustibles que no contaminen. “De las opciones disponibles, los biocombustibles avanzados son la opción más competitiva en costes”, concluye Gil.

Es más, explica que la biomasa ofrece un amplio abanico de oportunidades de las que se podrían beneficiar zonas rurales en riesgo de despoblación, que concentran una elevada cantidad de recursos biomásicos. De hecho, Navarra dispone de un potencial de biomasa residual del orden de 0,65 toneladas equivalentes de petróleo por habitante, “muy superior a la media nacional”. Gil asegura que el desarrollo de estas tecnologías ofrece la oportunidad de “establecer un nuevo sector industrial de futuro en Navarra para exportar tecnología”.

Este proyecto tiene fijada la mirada, no solo en los próximos años, si no en las próximas décadas. Principalmente, se prevé poder cumplir los objetivos de descarbonización de 2030. Gil comenta que la implantación de los biocombustibles avanzados “podrá ser rápida si se establecen las condiciones de mercado adecuadas una vez se alcance el desarrollo tecnológico para ello”.

Así, estima que en 2040 se generará un mercado internacional emergente con un crecimiento muy rápido y con un potencial de alcanzar una capacidad de producción mundial de 200 Mtep, de manera que, en 2050, se alcance la neutralidad.