El hachazo de la inflación no es solo una estadística. Golpea al poder adquisitivo de los salarios y también a los ahorros, ese colchón que permite a las familias afrontar gastos excepcionales o imprevistos. Ya es posible poner cifras a su impacto en Navarra. Un crecimiento de los precios cercano al 10% en los últimos 12 meses ha devaluado en unos 1.500 millones de euros tanto los sueldos como los depósitos bancarios de cientos de miles de personas y empresas.

La escalada de los precios hunde sus raíces en la pandemia, pero ha ido añadiendo vectores de fuerza con el paso de los trimestres. Si inicialmente fue el desconfinamiento quien impulsó el gasto familiar y con ello un cierto dinamismo de los precios, esta dinámica se aceleró después del verano. Tanto por la escasez de algunos componentes, como de la mano de los productos energéticos. El petróleo como el gas comenzaron a encarecerse y su efecto se fue trasladando a los alimentos y a otros productos. La invasión rusa de Ucrania ha sido el acelerador definitivo para que, en apenas 15 meses, los precios pasen del 0% al 9,8%.

Esta subida en vertical supone una verdadera cuchillada para la recuperación económica. El Gobierno de Navarra no ha revisado todavía su previsión de crecimiento, que no era ya demasiado optimista (5%), lo que permite al Ejecutivo trabajar con un cierto margen a la espera de calibrar los daños reales. Funcas, en cualquier caso, ha dejado ya en un 4,2% su pronóstico para el conjunto de España. Un punto menos de subida en el PIB supone alrededor de 210 millones de euros en una economía más dependiente que la media del comercio exterior y que, además, gastará en 2022 unos 2.000 millones de euros en quemar petróleo y gas todos los años.

Alimentos más caros

A ello se suma el impacto en el consumo. El Índice de Comercio al por Menor suma ya tres meses consecutivos en negativo en Navarra (diciembre, enero y febrero) y marzo no apunta precisamente en una buena dirección. Más allá de las compras compulsivas de algunos productos alimentarios (aceite de girasol y leche, sobre todo), las primeras impresiones en el sector apuntan a que el cliente se estaría comportando de un modo similar al de la crisis de 2008-2013, con una inclinación mayor hacia las marcas blancas y los supermercados de descuento.

Es una reacción lógica ante la evolución de los precios. Tal y como se desprende de una encuesta reciente realizada por Kantar, donde un 44% de los consumidores ha reconocido estar “muy preocupado” por una posible afectación del paro de transportistas en sus compras habituales, las grandes cadenas han comenzado a recuperar cuota de mercado, con Carrefour y Mercadona a la cabeza en España.

Un consumidor con menos poder adquisitivo gasta menos y, además, elige con mayor cuidado las ofertas, alimentando de este modo una economía de bajo coste que estrangula a otros colectivos, como han mostrado en las últimas semanas las protestas de los agricultores y los transportistas.

Los salarios están siendo los primeros en acusar la inflación. En el último año, la subida media de la inflación, aquella que con más precisión va a revelar el mordisco de los precios, es del 4,9% En el mismo periodo, los salarios regulados por convenio han subido por término medio menos de un 2%. Esto supone una pérdida de poder adquisitivo cercana al 3%.

Como quiera que los salarios totales de Navarra suman unos 10.000 millones de euros, una merma del 3% supone alrededor de 300 millones de euros. Y teniendo en cuentas que la inflación media superará este año seguramente el 6% y las subidas salariales rondarán el 3%, la cifra total que se pierda este año podría ser incluso algo superior.

A ello hay que añadir el deterioro que la inflación causa en los cerca de 20.000 millones que las familias y empresas navarras tienen en el banco al 0%. Una inflación media del 6% supone una devaluación de unos 1.200 millones que, añadidos a los 300 que se dejan los salarios, elevan la factura total hasta los 1.500 millones de euros