Fundación Caja Navarra ha recibido 77,6 millones de euros en dividendos por su participación en CaixaBank desde el año 2012. Esta cantidad, que se corresponde con el pequeño porcentaje de participación que la fundación mantiene en la entidad financiera -en torno al 0,9% del accionariado- sirve para financiar la obra social que la Fundación Caja Navarra desarrolla en la Comunidad Foral.

El último pago se efectuó el pasado 20 de abril y ha supuesto una inyección de 7,84 millones de euros, correspondientes a un abono de 0,1463 euros por acción. Esta cifra, que se paga a cuenta de los resultados de 2021, compensa en cierta medida la reducción impuesta por la pandemia, cuando el Banco Central Europeo restringió los pagos a los accionistas. El año pasado Caja Navarra apenas recibió 1,4 millones de euros, la cifra más reducida desde que el negocio de Caja Navarra fue absorbido por CaixaBank.

La antigua entidad financiera, que para entonces ya se había integrado Banca Cívica, pasó a formar parte del capital de CaixaBank en la primavera de 2012. Lo hizo con un porcentaje muy pequeño, apenas superior al 1%, que se ha ido además diluyendo en los últimos años. Desde entonces, como cualquier accionista ha podido ir comprobando, ha recibido un dividendo menguante. Los 10,96 millones de euros de 2013 marcan de hecho el punto más alto de una remuneración que ha ido en general a la baja. En 2016 apenas superaba los ocho millones de euros y en 2019 se quedaba en 5,36.

Más la caixa Esta rentabilidad menguante de las acciones de CaixaBank ha obligado a los gestores de Fundación Caja Navarra a buscar otras fuentes de ingresos alternativas. Y en términos puros de obra social se ve compensada por la labor de la fundación la Caixa, que destina unos 14 millones de euros a nutrir su obra social en la Comunidad Foral. Se trata de una de las cifras más elevadas de todos los territorios, si se pone en relación con el volumen de población. En números totales, unos 20 millones de euros.

La cifra queda muy lejos de la que era capaz de generar por sí sola Caja Navarra antes de que estallara la crisis en 2008, que terminó con 90 años de historia financiera. Esta cantidad (77,6 millones de euros en dividendos percibidos) permite medir también hasta qué punto Caja Navarra ha salido bien parada en términos económicos de todo aquello.

Un aspecto es indudable. Al margen de las consecuencias para la actividad financiera, la integración en CaixaBank evito que miles y miles de preferentistas de Caja Navarra vieran cómo se esfumaba su inversión. Algo parecido sucedió con los accionistas de Banco Cívica, una entidad que era incapaz de continuar en solitario, que tenía en Cajasol una caja prácticamente quebrada, y que carecía de la solvencia necesaria para continuar en solitario ante las exigencias crecientes de capital y recursos propios.

Los accionistas de Cívica pasaron a serlo de CaixaBank. Y los títulos, que ahora rondan los 3 euros, llegaron a superar los cuatro euros, por lo que quien quiso pudo vender con beneficios. La historia no es sin embargo tan positiva para la fundación de Caja Navarra, heredera de una entidad financiera que operaba en un territorio rico y que pasaba por ser una de las más solventes del sector hasta comienzos del siglo XXI.

Basta echar un vistazo a las fundaciones de las cajas vascas, que hoy son las accionistas de Kutxabank, entidad financiera que, en una década de vida, ha repartido 1.090 millones de euros en dividendo entre sus accionistas. Kutxabank, donde Caja Navarra habría podido encajar con criterios de lógica financiera -históricamente cada una operaba en su territorio y existía incluso una federación propia- es el banco que más dinero destina a dividendos (en torno a un 60% del beneficio) y el de mayor índice de solvencia.

Esto se traduce en que incluso una entidad pequeña como Vital Kutxa ha percibido más de 110 millones de euros en este tiempo. Y que la Kutxa guipuzcoana, que apenas duplicaba en su tiempo el tamaño de Caja Navarra, ha percibido en este tiempo cuatro veces más dividendos: unos 340 millones de euros. l

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La Fundación Ibercaja, que controla también el banco que lleva el mismo nombre, ha conseguido en los últimos años remontar unos inicios complicados. Y solo en los dos últimos años el banco ha entregado un dividendo de unos 86 millones de euros a la fundación. El resto de años, Ibercaja ha abonado un dividendo más modesto, cercano a los 17 millones de euros, con un abono extraordinario de 31 millones en 2016.