Dos años y tres meses después de que los primeros casos de coronavirus llegaran a Navarra, la hostelería, una de las actividades económicas más condicionadas por las restricciones, ya ha recuperado los niveles de empleo previos a la pandemia. Y afronta ahora una dificultad que ya percibía en 2018 y 2019: la escasez de mano de obra para afrontar no tanto en las puntas de empleo, como los Sanfermines, sino en los puestos específicos del día.

Los datos de abril de la Seguridad Social mostraban ya una recuperación casi completa. Los 18.327 afiliados suponían el 98% de los que existían en el mismo mes de 2019. Y las tres primeras semanas de mayo han confirmado una trayectoria al alza, solo ensombrecida por el alza de los carburantes y de algunos productos básicos, que están haciendo mella en el poder adquisitivo de los ciudadanos.

El panorama no tiene, sin embargo, nada que ver con el de hace un año. El sector no solo ha repescado casi todos los trabajadores en situación de ERTE. En los últimos tres meses ha pisado el acelerador y ha creado 2.000 empleados; las perspectivas para el verano son además muy buenas. "Esta vez parece que sí y ya era hora", dice Nacho Calvo, portavoz de la Asociación de Hostelería de Navarra, que agrupa a las empresas más grandes de un sector muy atomizado que mira con ilusión el verano.

Porque el año va de menos a más: en los cuatro primeros meses, la ocupación de los hoteles se sitúa todavía un 10% por debajo de la de 2019, pero en abril la caída se queda ya solo en el 3%. ?La marcha de las reservas para el verano es buena y las sensación es de comedido optimismo. En los próximos meses el sector, si mantiene la tendencia actual, debería crear al menos medio millar de empleos por pura estacionalidad.

Algunos establecimientos prefieren seguir siendo prudentes. Es el caso de Javier Ubanell, del Tinglado. "No nos vamos a volver locos contratando, porque hay incertidumbres con los precios y los carburantes. Y los Sanfermines haremos sobre todo con el equipo de los sábados".

"Ahora mismo el problema es encontrar gente", dice Nacho Calvo, quien admite que el problema viene de lejos, pero se ha agudizado con la salida de la pandemia. "No es un problema solo de Navarra, sucede lo mismo en Francia, en Estados Unidos, donde debe de haber un montón de aeropuertos sin reabrir por falta de personal, y ahora está pasando también en el Mediterráneo", dice. A solo unos días del arranque de la campaña, muchas empresas costeras se han encontrado con dificultades para completar las plantillas.

Dificultad para hacer plantilla fija

En Navarra las dificultades no están siendo tan acusadas como en otros territorios, pero también la perciben los empresarios. "Tenemos menos problemas para encontrar camareros que puestos más específicos. Ahí es más difícil", explica Carlos Tabar, uno de los socios que gestiona Kabiya, Canalla y Rock Collection, tres de los locales más conocidos de la ya tarde-noche pamplonesa. A su juicio, la pandemia ha hecho que baje el perfil de edades de los trabajadores y "ha roto los equipos" con los que venían trabajando las empresas. "La gente se ha tenido que buscar la vida durante este tiempo".

"Gente con ganas de trabajar sigue habiendo -continúa Tabar-. Nosotros hemos funcionado mucho con estudiantes, que así se pagan la carrera. Pero sucede como en todos los oficios. Están desapareciendo los profesionales de toda la vida. Cuesta encontrar un responsable de mantenimiento o un jefe de sala".

Juan Carlos Oroz, de Chez Belagua y vicepresidente de Anapeh (la Asociación de Pequeña Hostelería) explica que lo difícil no es encontrar gente para fin de semana, sino "personal estable", que quiera hacer una carrera profesional en el sector. "Para San Fermín encuentras gente que quiere trabajar ocho o nueve días para hacer algo de dinero, pero para el día a día no".

Y a ello hay que añadir otra dificultad: el sector surfea con un cambio de hábitos que ha concentrado buena parte del trabajo los sábados, con la tarde funcionando a todo gas.

"La reforma lo hace más difícil"

Con 33.000 personas desempleadas, lo que supone una tasa de paro del 10%, que duplica ampliamente la de Alemania, por ejemplo, las dificultades para cubrir algunas vacantes se mantienen. El Gobierno de España ha recomendado a las empresas "que paguen más" y "mejoren las condiciones de trabajo que ofrecen".

Para Calvo, este no es el problema en Navarra. "Aquí tenemos el mejor convenio colectivo de hostelería, que no lo digo yo, sino la UGT. Solo en Bizkaia, Gipuzkoa y no sé si algún otro sitio se paga más. Y este es el que menos horas trabajadas tiene.Pero la realidad es que la gente no quiere trabajar en fines de semana y que está la paguita..", dice en referencia a la Renta Garantizada, que puede desincentivar la búsqueda de empleo.

En la actual situación, explica, elevar los salarios no parece la opción más adecuada. "Nos obligaría a subir los precios y eso podría reducir el consumo" en un momento complicado, con el IPC al alza.

A medio plazo, dice, la alternativa pasa por mirar más allá. "A nivel nacional ya estamos trabajando en un proyecto para que venga gente de América Latina a trabajar en el sector en España".

Los últimos cambios legales, con la reforma laboral pactada entre la patronal CEOE y los sindicatos UGT y CCOO y aprobada finalmente por el Gobierno central, suponen también un elemento de dificultad añadida para la pequeña empresa hostelera, acostumbrada a funcionar con "extras" o contratos temporales. "Ahora hay que hacer contratos indefinidos a tiempo parcial o fijos discontinuos. Esto supone una mayor vinculación también para el trabajador, que sabe que tiene que trabajar todos los fines de semana. Antes había una mayor flexibilidad para las dos partes", dice Juan Carlos Oroz.