Hay quien ha nacido para crear su propio negocio. Mirar alrededor, observar, tomar ideas, darles forma y emprender. Es el caso de Mariel Carvallo, nacida hace 50 años en Caracas (Venezuela) y llegada a Pamplona en 2018 junto a su marido, fallecido hace dos años, y sus tres hijas. Dejó en América una vida empresarial que la hiperinflación y la incertidumbre venezolana hicieron imposible y quiere retomar ahora un proyecto al que lleva tiempo dando vueltas.

“La idea es hacerlo con mi hija mayor, Génesis, que tiene 26 años”, cuenta Carvallo, que ha participado junto a ella en el programa de mentoría organizado por Amedna (Asociación de Mujeres Empresarias y Directivas de Navarra) y el Ayuntamiento de Pamplona. Una experiencia que le ha servido para reafirmar su vocación: ser su propia jefa y aportar su conocimiento. “Creo que es en lo que me sé desenvolver mejor y tengo 20 años de experiencia que ofrecer. En Venezuela yo tenía una empresa de eventos y comidas. Después abrimos un cafetín, pero fue imposible continuar. Ya no solo por la inflación, sino porque el Gobierno decidió apretar con los impuestos y todos los días nos cambiaban las leyes...”.

Instalada en Navarra, durante cinco años se ha dedicado a cuidar a sus hijas (la más pequeña tiene ocho y la mediana, 12) y a su marido. Y siente que ahora es el momento de dar un paso adelante y montar su propio negocio. “Quiero replicar aquí aquello que hacía allí, en el ámbito de los eventos”, explica Mariel Carvallo, quien acudió al curso de mentoría para orientarse en un entorno nuevo. “Maite Pérez ha sido mi mentora y ha sido la mejor –dice agradecida–, me ha abierto los ojos, me ha dado las herramientas para emprender y me ha dado a conocer cosas que me pueden servir para mi proyecto, que no es fácil”.

Carvallo prefiere no dar detalles de su idea de negocio, no quiere que nadie le robe la idea. Pero tiene claro que la capital navarra es un entorno adecuado para ello. “Una nunca cambia la tierra donde nació, pero estoy muy enamorada de Pamplona. Creo que es una ciudad con mucho potencial y muy bella. Es una ciudad abierta y en crecimiento, que está ávida de lo nuevo. Pamplona es una mina de oro la mires por donde la mires. Me cuesta caminar por la ciudad y no ver posibles negocios”, dice convencida. “La ciudad es hermosa y es explotable –añade–, hay leyes, ayudas públicas, puertas que tocar. Es lo que me parece desde fuera, veremos si todo lo que está escrito es real”.

El proyecto empresarial es también, para Carvallo, un modo de labrarse el futuro, de escapar de una espiral de salarios bajos que conoce de cerca. “Hay muchos trabajos con sueldos de 900, 1.000 euros. Si ganas 1.500, con suerte, tampoco es suficiente para mantener un hogar si estas sola y no tienes una familia cerca que te apoye”, reconoce Mariela, quien se emociona al recordar su salida de Venezuela. “Emigrar de tu país es duro, es como divorciarse cuando aún estás enamorada”.