Tres años de sensibles incrementos de precio han golpeado el poder adquisitivo de decenas de miles de familias en Navarra. Y han dañado especialmente a los estratos de población que perciben los salarios más bajos. Trabajadores –pero sobre todo trabajadoras– de empresas y sectores dispares, por lo general jóvenes, pero también personas de mediana edad atrapadas en una rueda de precariedad y puestos escasamente remunerados de la que no han conseguido escapar.

En Navarra, cerca de 55.000 personas ingresaban en 2022 como mucho 1.500 euros netos al mes (unos 1.800 brutos) en 12 pagas después de trabajar a jornada completa. Suponen una cuarta parte del total de los asalariados, frente al 41% que representan en España, una muestra tanto de la triste realidad de los salarios españoles, como de la mejor posición relativa de una comunidad que, a cambio, tiene uno de los costes de vida más elevados. En el extremo contrario, Extremadura, donde casi seis de cada diez empleados se queda por debajo de los 1.500 euros al mes, según los datos del Decil de Salario Principal de la Encuesta de Población Activa. 

A estas 55.000 personas, que tienen jornadas de entre 35 y 40 horas la semana se añaden otras 44.900 personas con jornada reducida (unas 20.000 de ellas de forma involuntaria) y cuya remuneración tampoco pasa de los 1.500 euros netos. En total, casi 100.000 trabajadores navarros, uno de cada tres, percibe un salario que deja escaso margen para el ahorro y que, hoy por hoy, limita incluso el acceso a viviendas de alquiler en el mercado libre –apenas hay oferta por debajo de los 650 ó 700 euros al mes–, salvo que se opte por compartir piso. 

De hecho, los propietarios de viviendas y las inmobiliarias suelen descartar aquellas personas cuyos ingresos no duplican ampliamente o incluso triplican el coste del alquiler. Es, dicen, una cuestión de prudencia, la misma que argumenta la banca para recomendar que la cuota hipotecaria no suponga más del 30% de los ingresos mensuales. Del mismo modo, propietarios e inmobiliarias priorizan como futuros inquilinos a quienes tienen un contrato indefinido. Y en Navarra, a pesar de la reforma laboral de 2022, sigue habiendo más de 47.000 personas con un contrato temporal, 17.000 menos que hace dos años.

Los menores de 35 años, especialmente aquellos con una formación menos técnica o sin ella, son quienes en mayor medida ocupan puestos de trabajo con bajas remuneraciones. De hecho, la Encuesta de Estructura Salarial muestra que el salario medio de los menores de 35 años apenas rebasaba en 2022 los 1.600 euros netos, tras haber perdido en las tres últimas décadas más de un 20% del poder adquisitivo. Una persona de 25 años que, en 1995, lograba incorporarse al mercado de trabajo, disfrutaba en España de unas condiciones hasta un 23% mejores por término medio que en la actualidad, según datos de la Encuesta de Condiciones de Vida del INE.  

Trabajadores pobres

De estas casi 100.000 personas con salarios que no llegan a 1.500 euros al mes, alrededor de 35.000 podrían ser considerados –en función de otras circunstancias familiares y personales– como trabajadores especialmente precarios, al recibir una remuneración de menos de 1.200 euros limpios, una cantidad que deja poco o ningún margen de maniobra para desarrollar un proyecto vital independiente. Es la cantidad (1.253,54 euros) que percibe una familia de cuatro miembros, sin ingresos, que tenga derecho a la renta garantizada en Navarra.

Las subidas del Salario Mínimo Interprofesional y la aplicación de la reforma laboral han buscado precisamente beneficiar en mayor medida a los sueldos más bajos. Parecen haberlo conseguido al incrementarlos de media unos 200 euros mensuales en los últimos cinco años. Un alza que, sin embargo, ha coincidido con el mayor golpe inflacionario de las últimas décadas y que ha empobrecido a aquellos trabajadores cuyo sueldo no se ha actualizado. 

Porque si algo dejó la anterior crisis, la de 2008, fue un empobrecimiento masivo que no todos los estratos sociales y geográficos han conseguido superar. Llegó de la mano del desempleo, pero también de una devaluación salarial que derivó en una nueva clase de “trabajadores pobres” a la que no resulta sencillo poner cifras. Un estudio de 2020 por parte de la Fundación Foessa cifraba en unas 10.000 el número de personas que en Navarra se encontraba en esta situación, una cifra similar a la que deja la Encuesta de Población Activa en sus dos primeros deciles: unas 9.000 personas apenas ganan 1.100 euros netos trabajando a jornada completa. 

Solo la existencia de estos salarios insuficientes permite comprender una realidad. En Navarra, cerca de 115.000 personas se encontraban en 2021 en situación de pobreza relativa (por debajo del 60% de la mediana de ingresos), una de las cifras más elevadas de los últimos años, similar a la que se registraba ya en 2019, antes de la pandemia, y que se explica no solo por el desempleo y la exclusión. Casi seis de cada diez personas de origen extranjero y en edad de trabajar se encuentra en esta situación de ahogo. Una tasa que cuadruplica la de aquellos nacidos en España y que, en todo caso, es más elevada entre las mujeres (17%) que entre los hombres (11%). La pobreza, como los sueldos bajos, tiene también rostro de mujer. 

La mejoría del último año no basta

Por primera vez desde antes de la pandemia, los sueldos pactados en convenio igualan ya al comportamiento de los precios. En Navarra, de hecho, las remuneraciones que se rigen mediante un a cuerdo firmado –menos de la mitad del total– llevan ya unos meses creciendo ligeramente por encima. Medio punto de diferencia (en torno a un 4% frente a un 3,5% de media de los últimos 12 meses) que no basta sin embargo para recuperar todo lo perdido en los tres años anteriores. 

“Con los datos hasta noviembre, los convenios colectivos con efectos económicos en 2023 cubren a 10,6 millones de trabajadores (el 85% de la población cubierta con negociación colectiva) con una subida salarial inicial pactada media del 3,5%, superior al IPC interanual en noviembre, aunque todavía una décima por debajo de la inflación media acumulada hasta noviembre de 2023”, explica Comisiones Obreras en su último informe.

El sindicato atribuye el incremento de los precios al aumento de los márgenes empresariales, que se han traducido en resultados récord. A su juicio, la solución pasa por impulsar desde el Gobierno y desde las mesas de negociación colectiva un reparto de los costes y los beneficios de la inflación en los distintos sectores implicados. “Para ello, los datos ofrecidos por el Observatorio de Márgenes Empresariales son clave, y combinados con la información de la Seguridad Social cruzada por el código de convenio, permitirá elaborar indicadores a medida para las distintas mesas de negociación de los convenios colectivos de trabajo en base a información fiable y objetiva”, explica el sindicato, empeñado en abordar de una vez el reparto de la riqueza.

El impacto de la inflación ha hurgado en una herida, la de los salarios, que lleva ya más de 15 años abiertas. Y por la que se desangran decenas de miles de personas, especialmente las que carecen de cierto respaldo familiar, cuyo poder de compra se reduce. Adecco, firma especializada en recursos humanos, cifraba en un 7% la pérdida de poder de compra de lo salarios desde 2008, con un golpe además especialmente duro en el último lustro.

En Navarra, un 3,6% de pérdida en cinco años

Desde 2017 hasta 2022, todas las comunidades autónomas han perdido poder adquisitivo, siendo Castilla-La Mancha la que más ha perdido, con un 6,1%, seguida de Cantabria, con un 5,9%, Asturias, con un 5,6%, y La Rioja, con un 5,2%. Entre las autonomías cuyos salarios medios perdieron una capacidad de compra de entre el 3% y 5% se encuentran: Castilla y León (-4,9%), el País Vasco (-4,7%), Andalucía (-3,6%) y la Región de Murcia (-3,3%). Navarra, con una pérdida del -3,6% forma parte de este grupo de territorios que acusa con intensidad el deterioro de las retribuciones. 

Con descensos en la capacidad de compra del salario medio inferiores al 2,5% se sitúan en reste lustro Extremadura (-2,4%), la Comunidad de Madrid (-2,1%), Canarias (-1,9%), Baleares (-1,9%), Aragón (-1,7%), la Comunidad Valenciana (-1,4%), Galicia (-1,2%). Cataluña, con un -0,4%, sería la comunidad donde menos poder adquisitivo han perdido los sueldos en los últimos cinco años. 

Sindicatos y patronal han acordado en el que quinto acuerdo de negociación colectiva una referencia, no de obligado cuplimiento, pero sí orientativa, para subir los salarios. El acuerdo mandata a las mesas de negociación de los convenios subidas salariales del 4% para 2023, del 3% para 2024 y del 3% para 2025. Además, se recoge una cláusula de revisión salarial de hasta el 1% anual si la inflación supera las subidas anteriores. Estos acuerdos apenas afectan todavía a uno de cada cinco o seis trabajadores. Y al 40% de quienes tienen convenio