La OPA hostil que BBVA ha lanzado sobre el Banco Sabadell anuncia, de tener éxito, un nuevo proceso de concentración bancaria que reducirá, aún más, las opciones físicas de los ciudadanos navarros. En total, y en los últimos 15 años, la banca ha reducido un 43% el número de sucursales abiertas y el total de entidades operativas entre las que elegir ha pasado de rondar las 35 en el año 2007 al quedarse en apenas 17 en la actualidad.

Solo cinco de ellas (CaixaBank, Caja Rural de Navarra, Santander, Laboral Kutxa y BBVA) concentran cerca del 80% del mercado bancario en Navarra, que supera, solo en el caso de los depósitos, los 22.000 millones de euros. Una compra del Sabadell por parte del BBVA incrementará todavía más la concentración (entre un 3 y un 4%), al disponer el Sabadell en Navarra de un volumen de negocio próximo a los 2.100 millones de euros, según los últimos datos facilitados por la propia entidad.

También se reduciría, a buen seguro, el número de oficinas operativas que actualmente suman las dos entidades (24 el BBVA y ocho Sabadell), así como el volumen de empleo total, que ronda las 150 personas, un centenar de ellas en el banco con sede fiscal en Bilbao y otras 48 en el Sabadell, cuya sede corporativa se encuentra en Sant Cugat del Vallés, pero que trasladó a Alicante su sede fiscal durante el proceso independentista catalán. Barcelona sería, por tanto, la provincia donde más impacto tendría la desaparición del Banco Sabadell. 

En Navarra, el impacto sería más bien reducido. Pero profundizaría un proceso que, en realidad, tiene cerca de dos décadas de historia. Nunca hubo más oficinas bancarias abiertas que en 1999, en los ya remotos meses previos a la fusión entre la Caja de Ahorros de Navarra y la Caja Municipal de Pamplona. Se alcanzaron entonces las 753 sucursales, que tres años después de habían reducido hasta las 670, una cifra que, de la mano de la fiebre inmobiliaria, volvió a crecer hasta la 715 oficinas de atención al público.

Adiós a las cajas, hola a la banca digital

Desde entonces el descenso ha sido continuo. El hundimiento de la mayor parte del sector de cajas de ahorros, desató una serie de fusiones y adquisiciones que reconfiguró el mapa bancario, dejando ganadores y perdedores, y que en la Comunidad Foral ha supuesto cerrar 2023 con apenas 403 oficinas abiertas, un 43% menos que en 2007. Prácticamente todas las entidades han reducido su presencia, mientras han ido surgiendo alternativas digitales: desde las plataformas creadas por la propia banca tradicional como firmas de base tecnológica que ganan adeptos sobre todo entre los más jóvenes y menos endeudados.

Operarios colocando los carteles de Caixabank cuando absorbió Caja Navarra Unai Beroiz

Entre quienes más han crecido destaca sobre todo CaixaBank, que se hizo con el negocio de Caja Navarra primero y, posteriormente, de Bankia, cuya presencia en la Comunidad Foral era más reducida. A cierre de 2023 tenía concedidos créditos en la Comunidad Foral por valor de 4.752 millones de euros. Esto supone una cuota de mercado del 29,77%, apenas un punto y medio por encima de la que presenta Caja Rural de Navarra (28,32%), que ha ido recortando poco a poco distancia y que se encuentra a un paso de alcanzar el liderazgo.

En depósitos su cuota es ya del 29,41% y es la única entidad que no ha cerrador oficinas. CaixaBank y Caja Rural se reparten así cerca del 60% del mercado financiero navarro. Ambas mantienen una cómoda ventaja respecto a sus más inmediatos competidores en el territorio. 

Las cooperativas de crédito, líderes en la comunidad

De este modo, Navarra es la comunidad donde las cooperativas de crédito (Caja Rural y Laboral Kutxa) más peso tienen en el sector financiero. Un modelo local, que no reparte dividendos entre sus accionistas y que a finales de 2022 concentraba 8.850 millones de euros en depósitos (41,7% de cuota) y 6.133 millones en créditos (37,3%) de cuota. 

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Mientras tanto, el antiguo sector de cajas ya no es líder. A cierre de 2022, este grupo de entidades (CaixaBank, KutxaBank, Ibercaja, Unicaja) gestionaba 7.823 millones en depósitos y 5.709 millones de euros en créditos. 

Con BBVA y Santander a la cabeza (la cuota de Sabadell y Bankinter es muy inferior), la banca privada tradicional gestionaba 4.580 millones de euros en depósitos y 4.611 millones de euros en créditos, con un perfil de cliente de rentas medias y altas.