La vuelta del plazo fijo: los navarros colocan 3.000 millones en depósitos bancarios en solo dos años
Pese al desinterés general del sector financiero, los ahorradores conservadores optan por una fórmula que asegura disponibilidad y garantía para protegerse de la inflación
Ha costado, pero los depósitos a plazo fijo vuelven a ocupar un sitio en el catálogo de productos bancarios a disposición de los clientes navarros más conservadores. No reciben mucha atención por parte de las entidades financieras y apenas son publicitados, pero la subida de tipos de interés que arrancó hace dos años y que ahora parece girar de nuevo a la baja ha servido para trasladar dinero sobre todo desde las cuentas corrientes a depósitos con rentabilidades modestas, pero por lo menos apreciables.
En Navarra, según los datos del Banco de España, los hogares y empresas han colocado algo más de 3.000 millones de euros en depósitos a plazo durante los dos últimos años. Y de los apenas 1.300 millones de euros que constaban en verano de 2022 se ha pasado a más de 4.300 millones a cierre del primer trimestre de 2024. Como quiera en los dos últimos trimestres contabilizados el crecimiento ha sido de más de 1.300 millones, lo más probable es que en estos momentos la cifra total sea ya superior a los 4.500 millones.
Las entidades financieras apenas han hecho esfuerzo promocional en este tiempo por captar dinero para los depósitos. Caja Rural de Navarra ha sido la más activa en este tiempo, con diferentes productos, algunos de ellos combinados con fondos de inversión, que le han permitido ofrece hasta un 3,25% de interés anual, casi un punto por encima de lo que estaba ofreciendo su principal competidor en Navarra, CaixaBank.
Menos dinero en cuentas corrientes
Los datos muestran asimismo que la mayor parte del dinero colocado en depósitos a plazo fijo procede de depósitos a la vista, por lo general cuentas corrientes que durante años no han ofrecido remuneración. A comienzos de 2022, las entidades navarras atesoraban más de 19.200 millones de euros a la vista, una cifra que se ha reducido en unos 2.650 millones de euros.
Esos casi 20.000 millones de euros en cuentas corrientes, sin apenas retribución para el cliente y con bajísimos costes para la banca, que cobra asimismo comisiones por su gestión, suponen una rareza histórica, que solo se entiende por el prolongado escenario de tipos de interés negativos y por la relativa baja penetración de los fondos de inversión.
Este instrumento de ahorro recoge en Navarra apenas 8.500 millones de euros (unos 700 millones más que el año anterior y su máximo histórico). Y, aunque a la larga tiende a garantizar mayores rentabilidades siempre que estén diversificados y su gestión se aceptable, sigue siendo rechazado por muchos clientes que no desean correr riesgos o poder disponer de su dinero en todo momento sin asumir pérdidas.
Por ello, pero también por el errático comportamiento de la renta fija y la variable en los últimos años, muchos clientes conservadores optaron por tener el dinero en las cuentas. Una opción defendible en años de baja inflación o incluso caídas de precio, pero que resulta un mal negocio cuando el coste de la vida sube y el dinero vale cada vez menos. Supone, eso sí, una bendición para la banca cuando los intereses de las hipotecas suben: sin pagar apenas por el pasivo, la rentabilidad y el margen de intereses se dispara.
Así, aunque con retraso, las entidades han comenzado a retribuir por el dinero. Las más agresivas lo han hecho con los depósitos. Y casi todas han optado por priorizar a los clientes con mayores recursos, así como la captación de nuevos clientes vinculados y rentables, a quienes está pagando entre 250 y 400 euros por trasladar sus nóminas.
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