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Navarra S.XXI

El papel del abogado litigador con la IA

Socio Madrid. Departamento Procesal-Concursal de ARPA Abogados Consultores

El papel del abogado litigador con la IACedida

Muchos recordarán aquella película dirigida por Steven Spielberg y protagonizada por Tom Cruise y estrenada allá por el año 2002 llamada Minority Report. En esa película de ciencia ficción se presentaba un escenario, en aquel momento distópico, de la Norteameérica del año 2054 en el que no existían delitos, sino que éstos se detectaban y evitaban antes de cometerse, por un departamento de policía especializado conocido como Pre-Crimen. Ahora, más de 23 años después de su estreno, las herramientas de Inteligencia Artificial que ya se han implementado y que son utilizadas por gobiernos en todo el mundo como el de EE.UU han avanzado hasta llegar a un nivel de predicción tal, que permiten evitar incluso la comisión de nuevos atentados terroristas, como los del 11-S en Nueva York, desmontando las células antes de que lleven a término sus funestas intenciones.

Dejando de lado el ámbito de la defensa y seguridad nacional, en el área de práctica que atañe a este humilde abogado, del derecho de los negocios, y, en particular, en la de la litigación civil y mercantil compleja, el panorama se encuentra, sin embargo, todavía muy lejos de parecerse a ninguna película futurista.

Y ello, aunque ya existen, incluso, desplegadas herramientas de análisis masivo de datos que llevan a cabo un análisis predictivo (lo que se conoce como predicción jurídica) y que permiten “anticipar” el resultado de litigios basándose en datos históricos y patrones de conducta judicial identificados en casos previos. Así sucede, por ejemplo, en el caso de la herramienta de IA Lex Machina, que, gracias al análisis inteligente de millones de datos judiciales, proporciona probabilidades de patrones de decisión de jueces en casos con un supuesto de hecho similar.

O, en el de Premonition, plataforma de IA que, a través del estudio detallado de historiales de abogados y jueces, estima las probabilidades de éxito de un pleito en determinados tribunales. No obstante, las anteriores herramientas todavía no han tenido un uso demasiado relevante en Europa donde, además, está por ver su compatibilidad con el Reglamento de IA y que, dicho sea de paso, todavía tiene que ser objeto de implementación y minucioso desarrollo por los distintos Estados Miembros.

Pero, qué duda cabe de que existen otras herramientas de IA que sí son cada vez más empleadas por los departamentos de litigación de los despachos. Así lo son las dirigidas a la búsqueda y análisis de jurisprudencia utilizando herramientas de procesamiento de lenguaje natural (PLN) para mejorar su eficiencia (tanto externas como desarrolladas ad hoc empleando para ello toda la información de los clientes y casos del despacho en cuestión).

También aquellas que permiten gestionar miles de reclamaciones en pleitos masa a través de la elaboración de escritos procesales y formularios estandarizados o aquellas que emplean chatbots capaces de responder a las consultas básicas de los clientes y guiarles en todo el proceso legal en este tipo de reclamaciones masivas mejorando, en definitiva, la atención al cliente.

Y, por lo que corresponde al ámbito de la justicia, la implementación de este tipo de herramientas a buen seguro que, entre otras cuestiones, agilizará el dictado de resoluciones procesales de trámite por las oficinas judiciales y optimizará la agenda de señalamientos de los Jueces acortando en definitiva los plazos de tramitación de un procedimiento judicial.

Es evidente que estas herramientas mejorarán la productividad y la eficiencia de los abogados litigadores, facilitando el estudio de antecedentes y jurídico de los casos y que es, con diferencia, la tarea que mayor consumo de tiempo y recursos suele representar para los despachos. De esta forma, se permitirá que los abogados dirijan su tiempo y esfuerzos hacia aquellas tareas donde su expertise “humano” presenta un valor añadido y diferencial, como son el diseño personalizado de la estrategia procesal del pleito -integrando el negocio del cliente en la toma de decisiones desde el minuto uno-, así como la negociación con la contraparte. Y es que no olvidemos que la creatividad, la persuasión o la empatía son habilidades intrínsecamente humanas y que (al menos todavía) la IA no puede ni siquiera atreverse a replicar.

Pero más allá de lo anterior, existen todavía muchas incertidumbres y retos a afrontar. Entre muchos otros, podemos citar, primero, la, todavía lejos falta de precisión jurídica de las herramientas de IA (las conocidas como “alucinaciones”, al hacer referencia las herramientas de IA generativa a jurisprudencia inexistente, o a su tendencia a replicar los sesgos presentes en los datos con los que ha sido entrenada).

Segundo, la problemática relacionada con la confidencialidad, la seguridad y la protección de los datos e información sensible de los clientes que es almacenada en la nube, y que está haciendo que algunos grandes despachos estén optando por desarrollar sus propias herramientas internas de IA para cumplir con las exigencias -contractuales- de confidencialidad de sus clientes. Tercero, la necesidad de poder contar con un marco regulatorio claro y detallado tanto a nivel europeo como de cada Estado Miembro que guíe el uso responsable de la IA aplicada al derecho y sancione debidamente su incorrecta utilización. 

O, cuarto, la gobernanza y responsabilidad en relación con las decisiones automatizadas legales adoptadas gracias a la utilización de estas herramientas y que constituye todavía un auténtico quebradero de cabeza para el legislador.

En los próximos años, la IA seguirá transformando la práctica legal en su conjunto a pasos agigantados, y la litigación de los negocios no será una excepción. No cabe duda de que las herramientas de IA que se desarrollarán próximamente seguirán potenciando el trabajo diario del abogado litigador, permitiéndole optimizar su tiempo y dar un servicio personalizado y de mayor calidad, rigor y excelencia al cliente. Pero no esperemos, faltaría más, soluciones de ciencia ficción. La litigación y la labor del abogado procesalista, tal y como las entendemos -y sobre todo por lo que respecta a los litigios complejos- seguirán teniendo una larga y prolífica vida. Hasta que las máquinas también acaben cruzando la línea de poder replicar el comportamiento humano...