Al echar la vista atrás y reflexionar sobre lo vivido en 2021 en la cultura y el deporte, visualizo la montaña rusa que ha dibujado las diferentes olas de la pandemia, de mayor o menor intensidad, de este último año. Ese ha sido el caminar de subibajas constante para todos los agentes que conforman la cultura y el deporte.

Siempre hemos entendido que estos dos ámbitos son fundamentales para que la ciudadanía mejore su bienestar físico y emocional. Por eso, me gustaría que 2022 sea el año en el que se pone en el centro de la atención ciudadana la importancia vital que tienen para su día a día tanto la cultura como el deporte, y los beneficios para la salud mental y física que ambas tienen.

Es un reto que las políticas públicas pongan el foco en la cultura y el deporte como elementos vertebradores y de cohesión social y territorial; espacios para el encuentro entre diferentes, y enriquecedores para la diversidad, la tolerancia y el respeto. Imprescindibles para avanzar en una sociedad plural, abierta y solidaria, e impulsores del desarrollo personal y comunitario.

Motivos todos ellos fundamentales para entender la importancia diaria que ejercen sobre cada persona, y sabiendo al mismo tiempo, el apoyo y sostenimiento que implica para un mundo profesional y amateur que se sustenta en el contacto y participación de la gente.

La diversidad cultural es una fuerza del desarrollo de una vida intelectual, afectiva, moral y espiritual más enriquecedora, y que provoca al mismo tiempo un crecimiento económico y social. Navarra es una comunidad que posee una identidad rica y plural, y constituye un elemento integrador, transformador y dinamizador de la sociedad.

La cultura y sus distintas expresiones en la danza, el cine, la música, el folclore, el patrimonio, la literatura, el teatro, el arte nos aportan salud emocional, por lo que debemos acometer formas de apoyo para salvaguardar e impulsar esta diversidad, a través de acciones que preserven y estimulen la creatividad y nuestro acervo cultural, y fomenten una ciudadanía libre, crítica e igualitaria.

El deporte tiene un carácter positivo para la salud física y mental de las personas, especialmente relevante en estos momentos. Son conocidas las bondades del ejercicio físico en la prevención de enfermedades vinculadas al sedentarismo. Pero, además, el deporte permite mitigar miedos e inseguridades derivadas de un tiempo de incertidumbres y ayuda a las personas a mantenerse positivas, además de mejorar las condiciones físicas.

La clave pasa por poner en el centro a las personas, tanto a los agentes de los sectores culturales y deportivos como a la ciudadanía. Y ese binomio, el compromiso que han mostrado tanto unos como otros, nos obliga a todas las instituciones y personas involucradas a apostar por la protección y apoyo de estos ámbitos, por el acompañamiento y la escucha, y por la implementación de acciones que realmente , en la sociedad.

Trabajamos con la mirada puesta en la recuperación total de la cultura y del deporte. En que los índices de actividad de ambos lleguen a superar a los de antes de la pandemia. Y lo hacemos, animados por el empuje de la ciudadanía, que ha demostrado las ganas que tiene por disfrutar y enriquecerse con la cultura y el deporte. Al mismo tiempo que superamos los obstáculos que se nos presentan en el día a día, preparamos el camino por el que transitar en el futuro.

Para ello en cultura, debemos fijar nuestras miras en la accesibilidad, diversidad y participación social en la cultura. A través de acciones que nos lleven a consolidar y acrecentar la extensión cultural a todo el territorio; socializar el acceso; ofrecer y apoyar proyectos diversos y de calidad; o favorecer la profesionalización de los agentes vinculados a la cultura.

Y en deporte, en colaboración con federaciones, clubes y otros agentes vinculados, acometer una renovación y construcción de instalaciones sostenibles dirigidas a la ciudadanía y a las personas federadas; la mayor visibilidad de la mujer en el deporte; o el trabajo interdepartamental para el desarrollo de programas de envejecimiento activo y la prevención de la obesidad infantil.

Y me parece oportuno finalizar haciendo un reconocimiento a todos los agentes de la cultura y el deporte por el esfuerzo realizado en estos casi dos años de adaptación a las circunstancias; por su colaboración con las administraciones públicas; por sostener la salud física y emocional de la ciudadanía; y por contribuir a generar la marca Navarra.