Hace tres años, alguien del mundo de los fabricantes dijo que en los próximos cinco años esto iba a cambiar más que en los últimos 50. Las señas de identidad de lo que viene son coche compartido, autónomo y conectado, así como una transformación de los combustibles.

Todo esto está cambiando el sector y la situación generada por la pandemia ha provocado que algunos cambios sean más rápidos. Sin embargo, la solución y adaptación de los medios a esos cambios ha sido más lenta.

Tras más de 100 años moviendo los coches con combustibles sólidos, nos enfrentamos a la transición de la movilidad eléctrica. Y este cambio no se puede hacer de la noche a la mañana. Lleva consigo importantes consecuencias. Algunos de estos efectos son el incremento del precio de los coches por el costo de las nuevas tecnologías aplicadas a los nuevos modelos, sistemas de seguridad obligatorios y de limitación de emisiones. También, una mayor rotación en el mercado de los vehículos de ocasión, ya que se alarga su vida y se intercambian de propietario, por la dificultad económica de acceder a un coche nuevo.

Asimismo, se generan dudas en el consumidor, que no sabe que tecnología elegir entre las opciones de combustible clásicas de diesel o gasolina, las nuevas alternativas de gas o entre las posibilidades de eléctricos puros, híbridos e híbridos-enchufables. Añadimos a la situación del mercado la falta de semiconductores, situación transitoria, provocada por los cambios de previsiones de los fabricantes.

Un mercado mundial que ha sufrido una caída en 2020 cercana al 20% y que en 2021 le está costando recuperarse; y que probablemente no volveremos a ver en tiempo los volúmenes de otra época. Así es el mercado, así está la fabricación y estos cambios también traen incertidumbre en el servicio postventa por la reducción de kilometraje en los vehículos, el mantenimiento y la merma de trabajo en los talleres.

Es evidente que como sector de fabricación, comercialización y mantenimiento del automóvil nos esperan unos años apasionantes en los que hay que adaptarse a los cambios con total agilidad, ser muy flexibles y reactivos. Esta transformación es a todos los niveles, desde el internacional en la fabricación hasta el nacional y local en la distribución y postventa.

La concentración de marcas en la fabricación por las economías de escala llega, también, a la distribución. Y al igual que en otros sectores que hemos visto estos procesos, en el de la distribución lo vamos a ver, y en muy corto plazo. No vale compadecerse. Hay que mirar adelante y adaptarse a los cambios y a una "nueva normalidad" del mercado.