La campaña del 23-J que está a punto de bajar la persiana –apenas quedan unas horas para dar las últimas soflamas– ha visto cómo algunos líderes que han moldeado la actualidad española de estos últimos años han pasado a una segunda línea o abandonado la escena. Que las responsabilidades públicas –ya sean en el acción gubernamental, en el trajín diario de los partidos o en el ámbito legislativo– es una verdadera trituradora de personajes políticos es un hecho de sobra conocido, pero no que varios primeras espadas, tras años de sobrexposición a los medios se hayan visto abocados a pasar al anonimato. En esta última legislatura han caído varios líderes de Ciudadanos –primero Albert Rivera y después Inés Arrimadas–, buena parte de la cúpula de Podemos –con su fundador Pablo Iglesias al frente– y hasta un presidente del PP Pablo Casado, víctima de su propio partido–, lo que certifica la máxima de que la política es una actividad de alto riesgo.

“Dimitir no es un nombre ruso”. Esa chanza es otra de las cuestiones que ha rodeado a la política española durante las últimas décadas. Pero los hechos de esta última legislatura viene a rectificar aunque sea en parte esa frase. O, al menos, le dota de un significado menor.

Pablo Casado, víctima de sus compañeros de formación

Es el caso de la renuncia de Pablo Casado de un PP que ha sido el receptor de infinidad de bromas a este respecto. Llamado a desbancar de la Presidencia a Pedro Sánchez –otro que se tuvo que ir del PSOE pero volvió por la puerta grande–, Casado cayó un febrero de 2022 víctima de sus compañeros de formación, que no dudaron en moverle la silla para colocar al entonces presidente de la Xunta de Galicia y hoy candidato popular en las elecciones del 23-J, Alberto Núñez Feijóo. Poco antes cayó el que era su secretario general Teodoro García Egea, defenestrado por varios aparatos territoriales. Y ya sin su guardaespaldas, Casado se vio abocado a dejarlo. ¿El motivo? Denunciar públicamente por corrupción a la presidenta de la Comunidad de Madrid y miembro de su propio partido, Isabel Díaz Ayuso, tras conocerse el pago de una comisión de casi 300.000 euros a su hermano Tomás por parte de una empresa contratista del mismo Gobierno regional. Es más, se llegó a hablar de denuncias de espionaje a Ayuso utilizando a cargos públicos del Ayuntamiento de Madrid –las sospechas recayeron en un conocido fontanero de la formación, Ángel Carromero–. En esta tesitura, Pablo Casado tuvo que decir adiós. En este caso sí que se cumplió otro refrán popular, que algunos atribuyen a Don Vito Corleone, personaje de la trilogía El Padrino: “Mantén a tus amigos cerca, pero a tus enemigos aún más cerca”.

Pablo Casado junto a Feijóo Julio Muñoz

Pablo Iglesias, un adiós por Madrid

Otro partido que ha visto la caída de sus principales caras conocidas ha sido Podemos. Más habituado a las purgas y a airear en los medios las batallas internas, Pablo Iglesias –fundador del movimiento, secretario general del mismo y con categoría de vicepresidente en el gobierno de coalición entre el PSOE y la formación morada–, dijo adiós un 4 de mayo de 2021.

En su caso, cayó víctima del batacazo que se llevó su partido en las elecciones en la Comunidad de Madrid. No alcanzó el objetivo marcado para su salto de la política estatal a la madrileña: impedir un nuevo gobierno del PP de Ayuso en Madrid. Acostumbrado a la política del todo o nada, a asaltar los cielos, lo cierto es que fue arrollado por unos resultados insuficientes. Ello no ha supuesto que renuncie al activismo político, ya que Iglesias ha sabido reconvertirse en impulsor de Canal Red, un nuevo canal de televisión en internet y sus participaciones esporádicas en otros medios de comunicación. A la baja de Iglesias se le pueden unir en breve otras dos despedidas sonadas. Y es que la llega de Sumar de Yolanda Díaz –designada a dedo como sucesora por Iglesias– ha excluido de la listas del movimiento a Irene Montero, actual secretaria de Acción de Gobierno de Podemos, y al portavoz en el Congreso, Pablo Echenique. Casi nada.

El exlíder de Podemos, Pablo Iglesias Joaquin Corchero

Ciudadanos, "con Rivera no"

Aunque PP y Podemos se hayan visto obligados a cambiar a sus principales figuras en la presente legislatura, el partido que mayores transformaciones ha experimentado en menor tiempo ha sido Ciudadanos. Llamado inicialmente a formar gobierno con el PSOE –hasta que la militancia socialista gritó a Pedro Sánchez aquello de “con Rivera no” a las mismas puertas de Ferraz en 2019– aunque tres años antes firmara un acuerdo “para un Gobierno reformista y de progreso”, la caída en picado de C’s le ha llevado a que sus dos principales caras más conocidas, Albert Rivera e Inés Arrimadas, apostaran por dar la espantada. El exlíder del partido naranja colgó la chaqueta en 2019, mientras que su segunda de abordo –empeñada en resucitar los restos de un partido en descomposición– lo hizo más recientemente tras los pésimos resultados cosechados en las elecciones municipales del 28-M.

Rivera y Arrimadas, en un acto de la plataforma España Ciudadana Toni Albir

Fogueados Rivera y Arrimadas en el siempre complicado campo de batalla político de Catalunya, espoleados en la primera etapa tras su salto al ámbito estatal –incluso se les otorgó el cartel de alternativa liberal al PP y al PSOE–, Ciudadanos soñó con llegar a ser importante y alcanzar el Gobierno. Pero soñar con saltar lo más alto que se pueda hace que la caída sea más dura. Y la del partido naranja ha desembocado en un panorama actual ciertamente despiadado. Tanto que su dirección prefirió evitar males mayores este 23-J y tomar un camino lo más ordenado posible hacia su eutanasia. Sus papeletas no estarán presentes en las elecciones generales de este domingo, lo que irremediablemente lleva a Ciudadanos a firmar en breve su defunción.

Inés Arrimadas (C’s)

La última en abandonar. Inés Arrimadas tomó el testigo de Rivera. Y también se hizo cargo de los restos de Ciudadanos, antaño un partido boyante. Optó por dimitir a comienzos del mes pasado tras el batacazo de C’s en las elecciones del 28-M.

Pablo Casado (PP)

Víctima de su propio partido. La salida de Casado fue sin duda alguna la más impactante: fue relegado por sus propios compañeros tras abrir al PP en canal debido a su enfrentamiento con Ayuso, a la que señaló por corrupción. Cayó en abril de 2022.

Irene Montero (Podemos)

¿La siguiente en caer? Mantiene su puesto en la dirección de Podemos, pero el “veto injusto” de Sumar a integrarle en sus listas de Sumar hace peligrar su puesto, al igual que al portavoz Pablo Echenique.

Pablo Iglesias (Podemos)

De la política a los medios. Dejó la primera línea tras su malogrado salto de la política estatal a la madrileña en mayo de 2021. No ha abandonado el activismo, tanto desde su puesto como creador de Canal Red o como colaborador en otros medios.

Albert Rivera (C’s)

Del todo a la nada. Renunció a su puesto en noviembre de 2019 tras el mal resultado de la repetición electoral en la que C’s se hundió. Desde entonces ha trabajado en un bufete de abogados y en el instituto universitario de liderazgo Cardenal Cisneros.