– La organización del Nafarroa Oinez conlleva más de año y medio de trabajo. ¿Cómo lo habéis vivido?

–Lo hemos vivido con mucha ilusión y mucho trabajo. Y con muchas ganas. Aún no podemos decir emoción, eso lo viviremos el día del Nafarroa Oinez, pero de momento esas son las palabras que mejor definen lo que hemos sentido este año.

Estábamos en plena pandemia cuando cogisteis el testigo de manos de la ikastola de Estella. Un momento complicado, en el que todo estaba en el aire.

–Al final, un Oinez lo empiezas a trabajar cuatro meses antes de coger el testigo oficialmente. Nos tocaba un Oinez que no sabíamos cómo sería. Aún así, teníamos claro que una vez que tomasemos el testigo y que todo empezase a volver a la normalidad, este tenía que volver a ser un Oinez como los de antes.

Hay mucha gente que no se imaginará la cantidad de trabajo que hay detrás de una iniciativa como esta. ¿Qué conlleva organizar un Oinez?

–Lo que tenemos detrás, lo primero, es una persona de la Federación de Ikastolas de Navarra (NIE) que es la que nos enseña en qué consiste la organización de un Oinez. Después, tenemos 13 comisiones o batzordes de gente que se presta voluntaria, generalmente familias de la ikastola, y que se forman entre febrero y mayo. Cada una de esas comisiones se reúne una vez al mes, al principio; y quincenalmente después, según se va acercando la fecha. Es donde se toman las decisiones sobre lo que queremos en nuestro Oinez. Es una forma de trabajo muy cooperativista, no se deja una sola cosa en el aire, se decide entre todos y todas.

¿Cuál ha sido el nivel de implicación de los padres y madres de la ikastola?

–Para cuanto el lekuko (el testigo) llegó a nuestras manos, de las 200 familias que formamos la ikastola 120 ya estaban involucradas de alguna manera en la organización. Eso quiere decir que se cogió con muchas ganas, mucha ilusión y mucha energía.

También se partía de la experiencia de las anteriores ediciones celebradas en Tafalla, ¿no es así?

–Sí. Por suerte, algunos padres y madres de la ikastola participaron en el anterior Oinez, y eso también te da la tranquilidad de la experiencia. La verdad es que viene muy bien, porque te sientes más respaldado y más tranquilo a la hora de tomar decisiones.

El Nafarroa Oinez es un evento que crece cada año, que se expande con la aportación de cada ikastola que lo organiza. En ese sentido, ¿qué ha querido aportar Garcés de los Fayos?

–Somos un proyecto consolidado de educación en euskera con un sistema pedagógico en el que creemos y en el que nos involucramos el profesorado, los trabajadores y los padres y madres de la ikastola. Nuestro primer objetivo lo teníamos muy claro: utilizar el Oinez como altavoz, que la gente vea que aquí, en Tafalla, seguimos con ganas y con ilusión. Que se conozca nuestro proyecto. Creo que ese objetivo también lo hemos conseguido con las actividades que se han hecho durante todo este año. Hemos estado en Olite, en la Baldorba, en Artajona... El segundo objetivo es el económico. En nuestro caso, tenemos unas deudas adquiridas por el edificio que construímos en 2015 y tenemos que acernos cargo de esas deudas, y seguir mejorando nuestro proyecto educativo.

¿Cómo definirías el proyecto de la Ikastola de Tafalla?

–Es un proyecto educativo moderno, teniendo en cuenta cómo hemos ido evolucionado. Creemos en las nuevas tecnologías y, lo más importante, la figura principal del proyecto educativo es el alumnado. Eso es lo que sabemos que tenemos que cuidar, y tenemos que aprender junto con ellos. Nosotros somos guías en esa educación. Los resultados los tenemos: se pueden ver en la encuestas que se hacen. Pero además de eso, cuidamos de nuestro alumnado dándoles unos valores sociales. Creemos que es uno de nuestros puntos fuertes.

La implicación de los padres y madres es un elemento imprescindible y característico de la ikastola. ¿Cómo es la comunidad de la ikastola de Tafalla?

–Los padres y madres de la ikastola lo somos todo. Somos una cooperativa, los que tomamos las decisiones sobre el proyecto. Todo se lleva a una asamblea, y todo se decide entre todos. La participación es fundamental. Para eso hay una junta y unas asambleas anuales. También se realizan una serie de auzolanes, que son muy importantes, porque consideramos que son básicos para sentir esa identificación de comunidad, y también para conseguir realizar cosas que, de otra manera, no podríamos.

¿Cuáles son los principales retos que os marcáis ahora?

–Tras construír el nuevo edificio y remodelar, hace tres años, las aulas de Educación Infantil, hemos visto claro que tenemos que seguir reformulando esos espacios para crear espacios abiertos, donde el alumnado se pueda mover líbremente, donde tengas txokos para sus reflexiones, espacios cooperativistas para realizar trabajos en equipo o entre diferentes edades… En nuestra etapa de Primaria, necesitamos modernizar esos espacios. Tenemos un modelo pedagógico que sabemos que funciona muy bien, pero hoy por hoy el espacio no nos acompaña. Parte de este Oinez irá destinado a eso.

La ikastola cumple también un rol social. ¿Qué papel tiene la ikastola en su entorno?

–La ikastola nació como una iniciativa social, entre ocho familias que consideraron que había que recuperar el euskera y nuestra cultura en la Zona Media. El punto de partida ya es social. Hemos cumplido 52 años y sigue siendo un pilar fundamental de Tafalla. Somos una cooperativa, que si se sostiene es porque, primero, da mucho al pueblo. Ha nacido del pueblo, y damos al pueblo. Damos unos valores culturales que van más allá del euskera. Hace 50 años prácticamente no había carteles bilingües en Tafalla, y hoy el 90% lo son. Por otra parte, hay un reconocimiento, por parte del pueblo, hacia la ikastola: este año, por ejemplo, hemos lanzado el chupinazo de fiestas. La comunidad euskaldun en la zona ha crecido de la mano de la ikastola, y es que el que ha pertenecido a la ikastola, sigue siendo de la ikastola.

¿Cuál ha sido la respuesta que habéis obtenido de otros agentes culturales, entidades públicas y sociales que no son parte directa de la comunidad de la ikastola?

–La verdad es que estamos grátamente sorprendidos e incluso desbordados con la respuesta que hemos recibido. Por ejemplo, las corales de Tafalla y la banda de música han querido participar en el Oinez, todas las asociaciones tanto culturales como deportivas y sociales también participaron en el desfile de ropa que hicimos en octubre… Es una celebración de todo el pueblo, es un Nafarroa Oinez de Tafalla. Así lo vivimos, y no podemos diferenciar una cosa de la otra. Y no solo de Tafalla, asociaciones de Olite, de Artajona y de otros pueblos también han estado presentes. Es un movimiento muy social.

¿Qué va a significar este Nafarroa Oinez para la ikastola de Tafalla?

–Lo que indica el propio lema: Erdian Erein. Sembrar, cultivar el euskera, sabemos que lo tenemos que seguir haciendo porque es fundamental para nosotros; y tiene que ser en el centro, en nuestro caso en la Zona Media de Navarra. Sabemos que hay que seguir con lo que empezó hace más de 50 años. Ese es el lema y ese es el objetivo. Hemos trabajado muy duro, con alegría, así que solo queremos que la gente venga y disfrute muchísimo.