Cuando a Pepe Alzate el presidente Fermín Ezcurra le enseñó la puerta de salida en la primavera de 1983, a la afición le embargó un sentimiento de inquietud por el futuro del equipo. El entrenador había conducido a Osasuna de Segunda a Primera, implantó un estilo propio que dejó huella y llenó la alineación de futbolistas de la cantera. ¿Y ahora qué?, se interrogaban los hinchas. La llegada de un entrenador yugoslavo sin apenas credenciales estiró en el tiempo el debate sobre lo correcto o no de prescindir de un técnico que empatizaba con la grada y con la plantilla, colocando todas las fichas en la apuesta por un alumno de la escuela balcánica. Brzic tuvo que lidiar con las comparaciones con su antecesor: no tenían nada en común más allá del uso del balón como herramienta. Aunque por los pelos, Osasuna salió vivo de aquel golpe de timón.
Comienza una Liga en la que la principal novedad es el relevo en la dirección de la plantilla. Y ahora como hace cuarenta años, la feligresía osasunista asiste expectante a este momento. Arrasate había alcanzado el liderazgo del proyecto deportivo y la gente le seguía con la misma fe que al profeta. Podían irse Oier y Roberto Torres, echar a unos directivos y captar a otros, seguir pescando el Athletic en el caladero de Tajonar, enfilar Fran Canal rumbo a Vigo, seducir a Braulio Vázquez con tantas ofertas como a Aimar Oroz..: siempre nos quedaría Arrasate. Hasta que él decidió no quedarse.
Eran pocos los que esperaban este cierre de capítulo. Laboralmente, tampoco parece un progreso significativo cambiar Osasuna por el Mallorca. La versión popular más extendida da pábulo al desencuentro de Arrasate con la dirección del club, aunque ninguna de las partes se ha pronunciado al respecto. El entrenador habló en la despedida con la precaución de quien camina sobre restos de brasas; solo cuando ya era oficial su nuevo puesto de trabajo, dejó caer que en Palma le ofrecían “proyecto y confianza”. Lo que de inmediato lleva a sospechar que en Pamplona ya no veía ni una cosa ni la otra. Sea como fuere, tener a uno de los mejores entrenadores de la historia del club, identificado con la idiosincrasia de Osasuna, metido en el tejido social y “feliz” él y su familia como dijo durante su despedida en El Sadar, y no cerrar con este contexto tan positivo una negociación para renovar el contrato es un borrón en la gestión de los principales responsables del club. Y un riesgo a medio plazo.
Pero es irremediable pasar página. Por el bien de Osasuna y para mayor tranquilidad del nuevo entrenador. No parece Vicente Moreno un hombre presionado por las comparaciones; y desde la dirección deportiva le han marcado el camino (quizá recordando los errores cometidos con Diego Martínez por falta de información) que pasa por buscar la conexión con la grada y respetar a la cantera. Moreno ya ha confesado estar “muy en la línea de la cultura de Tajonar”. El propio Braulio Vázquez ha repetido en este entretiempo entre un Campeonato y otro una palabra fetiche: estabilidad. Lo que cabe interpretar lisa y llanamente como “vamos a seguir haciendo bien lo que venimos haciendo bien”. Una tarea encomendada a un entrenador con una corta experiencia en Primera y no muy exitosa: descendió con el Mallorca y fue destituido en Espanyol y Almería. Un técnico con poco pedigrí, que no entraba en ninguna de las quinielas pero que debe manejar dos certezas por anticipado: va a tener a su lado de forma incondicional a la afición si habla su mismo lenguaje y, en segundo lugar, que aquí encontrará críticos pero nunca enemigos.
Si hablamos de estabilidad, Moreno tampoco tiene la necesidad de retocar mucho el equipo, cuya estructura hereda sin la necesidad de realizar alardes, más allá de jugar con dos pivotes o dos puntas. Dispone de una nómina de futbolistas con una mezcla de veteranía en la categoría y jóvenes ambiciosos. La cesión de Bryan Zaragoza supone un salto cualitativo en cuanto a crecimiento en recursos técnicos y protagonismo en esa parcela tan desequilibrante en el fútbol actual como son las bandas y que tanto extrañó la pasada temporada a Abde.
Realmente, si Osasuna buscaba un golpe de efecto para ilusionar a la masa social y mostrarse ante sus rivales como un equipo ambicioso, lo ha conseguido con el préstamo de Bryan Zaragoza. Es una apuesta arriesgada, no tanto por lo que puede aportar si está al nivel desatado que exhibió en el Granada, sino por lo que supone de incremento del gasto de un club que tiene que ajustar sus números al imperativo de continuar en Primera para no arruinar el negocio. A beneficio de Braulio hay que recordar que el dineral desembolsado por Budimir lo ha justificado el croata con sus goles, y la adquisición de Raúl García de Haro se saldó en el primer ejercicio con seis tantos en Liga, que no es mala cifra para un debutante.
En el lado opuesto, el de las salidas, los dirigentes han sentado un precedente al vender a David García por la mitad de su cláusula de 20 millones. Desde los despachos de El Sadar filtraron que el defensa estaba loco por marcharse, cuando en realidad la locura era la cantidad neta anual que le ofrecían (hablaban de 4 millones de euros). Latía además el precedente de la oferta catarí (15 millones) que rechazó el club en septiembre del pasado año porque priorizaba intentar jugar en Europa. Había pues una deuda moral contraída con el jugador que, doce meses después, ha supuesto 5 millones menos en ingresos al club. De todas formas, el valor de mercado de David García actualizado el pasado mes de junio era de 10 millones.
Parece, de todas formas, que Osasuna seguirá aferrado a su política de no vender por debajo de la cláusula, lo que a buen seguro pondrá en pie de guerra a los agentes de Moncayola y Aimar Oroz, y no les faltarán razones. Al margen de los análisis financieros, estos movimientos de mercado demuestran una vez más lo acertado de invertir en la cantera. Lo que me lleva a recordar por última vez aquel mensaje de Arrasate en su despedida que casi me sonó a advertencia deletreado con énfasis en su parte final: “Tenemos un tesoro que hay que cuidar entre todos, Ta-jo-nar”.
Arrasate y David García ya son historia. Ahí está su legado. Es hora de pasar página y abrir un nuevo capítulo.