La ascensión del cohete anunciador de las fiestas seguirá una año más congelada en la imagen colectiva de la Ciudad del Ega hasta que el reloj marque las doce el cinco de agosto de 2022. Una fecha que nos hará esperar ya que será un viernes más tardío antes del primer domingo de agosto que el año que viene será, nada más y nada menos, que el día siete.

La historia de las fiestas de Estella es muy rica en anécdotas pero en materia de suspensiones solo han quedado escritos los oscuros renglones en los que quedó suspendida los tres años de guerra posteriores al golpe de estado de 1936 reanudándose ya las fiestas en 1939, el último año de la contienda. No se puede comparar un momento con el otro. Aquellos años de terror donde se extendió otra especie de pandemia que encumbró al fascismo nada tienen que ver con estos tiempos en los que un inesperado virus ha puesto patas arriba la suerte del mundo.

Aunque no lo parezca hoy en Estella-Lizarra es Viernes de Gigantes, el día en el que los estellicas guardaban sus trajes de blanco y rojo en el armario en el cohete y se vestían por la tarde al encuentro de la comparsa y de la fiesta en todo su esplendor. Después de dos años, seguimos recordando con los cinco sentidos la fuerza del arranque de las decenas de colectivos que parten desde al ayuntamiento sembrando las calles de la Vieja Lizarra de músicas y danzas. Pronto dejaremos los recuerdos y volveremos a vivirlas sin sombras amenazantes.