“No me gusta pensar en el triplete. Es pronto. Disfruto pilotando este coche y quiero gozar del momento”. Está concentrado Max Verstappen en el presente, el aquí y el ahora. No obstante, la realidad es el reflejo de una superioridad abrumadora. Suma cinco victorias consecutivas, siete de nueve posibles esta temporada y 42 en su trayectoria para superar a Ayrton Senna, que ahora queda en el retrovisor, a rebufo en el palmarés histórico.

Mad Max atesora 81 puntos de ventaja sobre su inmediato perseguidor, su compañero en Red Bull, un Sergio Pérez que se muestra “muy contento porque ha sido un fin de semana complicado en el que he tenido fiebre”, pero cierra el Gran Premio de Austria con una tercera posición que confirma su insuficiencia para dar caza al líder, que pilota de forma abrumadora.

Rueda tan sobrado Verstappen que cuando presentaba 23 segundos de margen sobre el segundo, Charles Leclerc, solicitó una parada extra para buscar la vuelta rápida, que la obtuvo en el giro final. Su etiqueta es la avaricia. Arriesgó la victoria por ese punto adicional. Pero ese proceder, esa ambición de rayar la perfección, le está elevando a cotas imperiales.

Verstappen apenas fue inquietado. “Lo más importante era la primera vuelta, estar delante”, comentó. Leclerc no intimidó con su Ferrari, que sin embargo firmó el mejor resultado del curso para su escudería, el segundo puesto, que es a la vez el segundo podio del año. Además, el monegasco lo consiguió a pesar de que completó una mala parada, pero fue también impulsado por sus jefes, que optaron por protegerle de la amenaza de Carlos Sainz, quien pese a tener más ritmo fue obligado a permanecer detrás de Leclerc. Más adelante el madrileño perdería la tercera posición en favor de un Checo Pérez que remontó desde la decimoquinta pintura de la parrilla de salida. Sainz acabó cuarto pero cayó al sexto lugar por sanción. 

Carlos Sainz, enfadado con Ferrari

“Hemos maximizado lo que tenemos. Las mejoras me han hecho sentirme mejor; es positivo de cara al futuro”, celebró Leclerc, que asimismo también proyectó la realidad que reina en la F-1: “Queda mucho trabajo, porque Max y Checo están lejos”. Sainz, por su parte, se mostró enfadado con el proceder de Ferrari. "Yo jugué en equipo y se me ha comprometido. Se te queda un poco cara de tonto", criticó sin medias tintas, proyectando su enfado con su equipo.

Y es que Red Bull llevó a cabo una estrategia sospechosa, que podía parecer errónea, porque todos aprovecharon la aparición de un safety car para llevar a cabo los cambios de neumáticos, decisión que no adoptó el equipo energético, pero el ritmo de Red Bull es tan superior que no trajo consecuencias. Se pueden permitir el lujo de experimentar. Verstappen llegó a perder el liderato. Leclerc se colocó en cabeza al completar su primera parada, en la vuelta 25. Seguido, en nueve giros anuló los seis segundos de ventaja del monegasco. Una vez que Mad Max se puso de nuevo al frente, en las diez siguientes vueltas alcanzó una ventaja de diez segundos. Imparable.

Alonso pierde competitividad

Fernando Alonso, mientras, acabó en la sexta plaza. Solo ganó una posición con respecto a su puesto de salida, pero una sanción a Sainz le hizo avanzar más. Aston Martin debe seguir evolucionando, porque por ejemplo Lando Norris fue quinto con un McLaren que ofreció síntomas de mejoría. "Siempre esperas un poco más, sobre todo con la racha de podios que teníamos este año. La verdad es que no fuimos demasiado bien este fin de semana. Mantuvimos un ritmo de carrera bajo", manifestó el ovetense, que acumula seis podios en nueve carreras disputadas y por ello se mantiene esperanzado: "Habrá oportunidad de revancha en una semana".

Los Mercedes dieron un paso atrás. Tras dos podios seguidos, Lewis Hamilton finalizó séptimo, una plaza por delante de George Russell. Hamilton hizo evidente sus problemas para afrontar curvas con una sanción de 5 segundos por excederse de los límites de la pista. Aunque esta penalización es cierto que fue impuesta a una multitud de pilotos, entre ellos Sainz. Hamilton ofreció constantes quejas sobre el comportamiento de su monoplaza a lo largo de la carrera, como por ejemplo "el coche es lento" o "es ingobernable", por lo que en un momento dado, harto del piloto, el jefe de Mercedes, Toto Wolff, le instó a callarse. "¡Dedícate a conducir!", se le ordenó a Lewis.