El Gran Premio de Brasil se presentó del modo más desastroso para Charles Leclerc, que arrancaba desde la segunda pintura de la parrilla de salida. El piloto monegasco perdió al sistema hidráulico en la vuelta de calentamiento y su Ferrari se estrelló contra las protecciones. No pudo conducir el coche hasta el pit-lane y abandonó sin haberse disparado la prueba. “Cómo se puede ser tan desafortunado?”, repitió Leclerc por radio. Nada más lanzarse la carrera otro nuevo incidente dejó a otros dos coches fuera de combate. Kevin Magnussen y Alexander Albon impactaron en la recta de meta, nada más apagarse el semáforo, y obligaron a la aparición de un safety car que precedió a una bandera roja por la cantidad de restos sobre la pista. 

A nivel estratégico no hubo grandes alteraciones, pero sí de cara a la resalida. Los Aston Martin, que partían tercero y cuarto (que era como segundo y tercero tras el abandono de Leclerc) con Lance Stroll y Fernando Alonso, perdieron plazas en los primeros metros y arrancaron desde la cuarta y quinta posición, esta vez con Alonso y Stroll, respectivamente. Mientras, Max Verstappen conservó su condición de poleman y se vio secundado por Lando Norris y Lewis Hamilton, que lograron avanzar puestos. Tremenda salida de Norris, que largaba desde la sexta pintura.

Alonso aprovechó la reanudación para rebasar a Hamilton en las primeras curvas y auparse al tercer lugar, en posición de un podio que llevaba seis carreras sin pisar. ¿Asistía la resurrección de Aston Martín? Delante, Verstappen sostuvo la acometida de Norris hasta que se permitió el uso del DRS. De manera insospechada, Norris atacó a Verstappen, pero viendo que el campeón neerlandés abrió un hueco nada más ser intimidado por el británico, la pregunta era si el líder estaba jugando para potenciar el desgaste de neumáticos del McLaren.

En Mercedes se estableció un pacto de no agresión entre Hamilton y George Russell para tratar de dar caza a la posición de podio de Alonso. “¿Estamos trabajando en equipo?”, protestó Russell, a quien el bajo ritmo de Hamilton le dejó expuesto a la amenaza de Sergio Pérez, que se echó encima hasta cobrarse la quinta plaza.

La lentitud de Hamilton se hizo evidente en la vuelta 18, cuando Checo Pérez ganó la cuarta posición. El mexicano estaba entonces a más de 8 segundo de Alonso. Si bien, el elevado ritmo de Pérez podía privar al asturiano de pisar el cajón por octava vez este curso. Pero se dio una circunstancia que favoreció al asturiano. Hamilton realizó un undercut a Pérez al pasar antes por boxes para montar neumáticos nuevos y el mexicano lo hizo después, perdiendo la posición. Pérez volvió a rebasar en pista a Hamilton, pero estas maniobras dieron mayor margen a Alonso, que trataba de prolongar la vida a sus calzos.

Si bien, Pérez volaba. Rodaba estimulado por la remontada. Había partido desde la novena plaza y luchaba por la tercera. Al completar tanto él como Alonso la primera de las dos paradas, la diferencia era de poco más de tres segundos. La ventaja del asturiano caía a plomo. La duda sobre si Alonso estaba gestionando sus gomas se evaporó al aproximarse Pérez a un segundo. El asturiano reaccionó y devolvió la diferencia a los 2,5 segundos. El tercer y último stint marcaría el destino del tercer peldaño del podio.

Mercedes se viene abajo y Carlos Sainz avanza

Detrás, los Mercedes mostraban flaquezas con respecto a las citas previas, en las que dieron atisbos de progresión. Con Hamilton en sexta posición y Russell en la séptima, se repetía la misma historia. El joven era más veloz, pero no aparecían órdenes de equipo que le permitieran avanzar. Esta decisión, de nuevo, dejó vendido a Russell, que se vio superado por Carlos Sainz. Seguido, el madrileño también se deshizo de Hamilton. Sainz se alzaba al sexto puesto, donde concluiría. Mercedes certificaba así su desastre. Pero la caída sería más profunda. Russell abandonaría con problemas de fiabilidad y Hamilton acabaría en un decepcionante octavo

En el debate por la victoria, cuando corría la vuelta 37, Norris cambió el compás. Cedía 4,8 segundos cuando registró la vuelta rápida. Pero el efecto fue pasajero, porque Verstappen contraatacó con un nuevo mejor tiempo. El campeón rodaba relajado, sin sobresaltos, un domingo más, el enésimo para afianzar su 17ª victoria del año. Hacía del Autódromo José Carlos Pace su particular sambódromo. “El segundo es lo mejor que podemos conseguir. Max siempre tenía respuesta para todo”, lamentó Norris, que tenía detrás a Alonso, a 22 segundos.

Espectacular duelo entre Alonso y Pérez

La emoción se trasladaba así a la pugna por el podio. Pérez pasaba por el garaje por segunda vez en la vuelta 47 y Alonso replicaba el movimiento un giro después. El asturiano sostenía tres segundos de ventaja. Ambos rodaban con neumáticos blandos. La gestión de los neumáticos pasaba ser determinante. En el giro 55, Pérez se alojó a distancia de DRS con la vuelta rápida de carrera. Alonso entraba en el modo de defensa, tratando de salir de las curvas con mayor tracción. La degradación se antojaba como su única manera de sobrevivir en el podio. Pérez trataba de asfixiar al asturiano, que se esmeraba por ganar metros antes de acceder a las dos grandes rectas del circuito para tratar de evitar el beneficio del rebufo del mexicano. La aventura de Alonso parecía tocar a su fin en la penúltima vuelta, cuando Pérez adelantó. Pero la heroicidad de Alonso se elevó en el giro definitivo, cuando recuperó la posición. Seguido, ambos cruzaron la meta emparejados, con el Red Bull 26 kilómetros por hora más rápido que el Aston Martin. 328 contra 302. Pero con 53 milésimas a favor de Alonso. Una resolución de foto finish. Espectacular gestión de los nervios. Una oda a la destreza al volante. Brillante Alonso para alcanzar el octavo podio.

“Esas dos últimas vueltas han sido como 30. Cuando quedaban dos pensaba que el podio no era posible, pero he visto que en la curva 2 Checo frenaba demasiado y en la 4 pensaba que había opciones”, celebró Alonso relatando el giro final. Mientras, Verstappen era preguntado sobre si se sentía solo, sobre si tenía que distraer la mente pensando en otras cosas. Siempre gélido, respondió: “Todo pintaba bien, pero con la alta degradación que había siempre tienes que estar centrado”. Mad Max acababa de transformar un circuito de Fórmula 1 en su particular sambódromo.