Hay que reconocerle a la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) que cuando quiere hacer el ridículo con sus sanciones en la Fórmula 1 lo borda. La última (en el momento de escribir estas líneas, que a lo mejor ya hay otra) ha sido la de castigar a Carlos Sainz en el GP de Las Vegas por cambiar varias piezas de su Ferrari. Piezas rotas porque se comió una tapa de alcantarilla mal sellada. “Es que hay que aplicar el reglamento como está escrito”, dijeron los comisarios de la FIA. Diez puestos de castigo en la parrilla de salida y no te quejes, que si la tapa se levanta un poco más estarías ahora en el hospital o en el cementerio. No nos acabamos de creer que el reglamento de una competición en la que se producen tantos accidentes no tenga atenuantes o eximentes para accidentes como ése, pero si tiene jueces que aplican antes la letra que el espíritu de la ley, es probable que sea cierto.