Henry Ford pasó a la historia por haber transformado la industria de la automoción y haber logrado hacer accesible para todo el mundo un automóvil práctico y barato. Cuando, en verano de 1908, la Ford empezó a producir su modelo T metiéndolo en una cadena de montaje, este primer paso no sólo trajo consigo una auténtica revolución en la industria automovilística, sino que también desencadenó transformaciones de calado en cuestiones tan básicas para nuestras vidas como la libertad de movimientos de las personas o la forma de entender las ciudades, que –en este caso para mal- desde entonces se empezaron a diseñar y a desarrollar alrededor de las carreteras y al servicio del coche.

Pues bien; la incipiente industrialización y robotización de los procesos constructivos está llamada, igualmente, a revolucionar el mundo de la edificación. La producción de edificios en fábrica nos puede permitir, como ocurrió con la automoción, obtener más viviendas, de mayor calidad y más eficientes, acortando plazos, reduciendo costes… y con un acceso más democrático a la vivienda.

Indudablemente, este proceso va a tener también –como lo tuvo hace cien años- su impacto sobre las ciudades. Pero esperemos que lo haga con una tendencia inversa al urbanismo desarrollista, intensivo o desmedido que caracterizó al siglo XX. La edificación industrializada nos ofrece la oportunidad de modificar el camino que han recorrido las ciudades durante el último siglo: el centro ya no es el coche, sino que las ciudades se construirán alrededor de edificios –de nueva planta o a través de la rehabilitación integral de los existentes en los cascos históricos- sostenibles, eficientes y descarbonizados; en torno a espacios públicos urbanos amables e inclusivos. En definitiva, la arquitectura, la industrialización o la tecnología puestas al servicio no de la excelencia de los edificios, sino de las personas que viven dentro de ellos.

La construcción industrializada nos permitirá hacer mejores viviendas, pero a pesar de ello también más asequibles y, por tanto, nos va a permitir profundizar en la función social que debe priorizar la vivienda. Pero hay también otros dos factores que debemos poner en el primer plano de nuestra agenda: el ecológico y el económico.

Edificación eficiente y descarbonizada

Los edificios construidos representan el 40% del consumo energético y el 36% de las emisiones de CO2. Y la nueva edificación sostenible –eficiente, circular, descarbonizada o… industrializada- es la mejor respuesta que puede ofrecer el sector a la emergencia climática, a la que ya nuestro modelo económico ya no puede ser ajeno.

Además de la cuestión social o medioambiental, en términos económicos, la industrialización supone también un reto para un sector basado hasta ahora en un hacer prácticamente artesanal, costoso y hasta anquilosado, pero que debe y quiere transformarse. Y, por ello mismo, estamos también ante una gran oportunidad de generar empleo cualificado para nuestra gente joven –y particularmente para las mujeres, en un sector muy masculinizado- en los ámbitos de la arquitectura, las ingenierías, la digitalización, el diseño o múltiples disciplinas de la Formación Profesional.

El Gobierno de Navarra, en su convencida apuesta por la edificación sostenible emprendida desde hace ya seis años, no podía perder la oportunidad de dar un paso también en este terreno. De la misma manera que Navarra se adelantó en la implantación de Edificios de Consumo Casi Nulo o que ocupa una posición de liderazgo en el Estado en materia de rehabilitación y regeneración urbana –plasmada en el plan Biziberri-, ha tomado ahora la iniciativa de la puesta en marcha del centro nacional de industrialización y robótica de la construcción. Este instituto, ya proyectado por el Gobierno foral, aliado con las universidades o el clúster de empresas y profesionales recientemente formado en Navarra, aspira a convertirse en un centro de referencia internacional en formación, innovación, investigación aplicada y desarrollo de proyectos para hacer de la construcción industrializada una realidad y una oportunidad. Seguimos cambiando las casas y, con ello… seguimos cambiando las cosas.

El autor es vicepresidente y consejero de Ordenación del Territorio, Vivienda, Paisaje y Proyectos Estratégicos del Gobierno de Navarra