El Autobús de la Vida de Tudela ha inspirado la última película que protagoniza Dani Rovira y que ha sido escrita y dirigida por Ibon Cormenzana y que lleva por título El bus de la vida y que ha llegado a los cines esta semana. Este transporte, cuyo nombre fue puesto por los propios usuarios, se hizo especialmente conocido en la Ribera cuando en el año 2012, en plena crisis, el gobierno de Navarra (coalición UPN-PSN) presidido por la regionalista Yolanda Barcina anunció que iba a retirar la ayuda económica que daba a la Cruz Roja por llevar en un autobús gratuito a pacientes a tratamiento de quimioterapia o radioterapia que no podían ser tratados en el Hospital Reina Sofía de Tudela. Su historia puede servir para retratar aquellos años de crisis y recortes en Navarra y en la Ribera, en particular. Si bien estos aspectos no se han llevado a la pantalla.
El coste era de 80.000 euros. La preocupación surgió en febrero de 2012 cuando la consejera de Sanidad, Marta Vera, anunció en el Parlamento que pretendía eliminar el servicio gratuito para cambiarlo por una parada más en el autobús de pago habitual y llevar a enfermos de cáncer que iban a recibir tratamiento en el autobús de viaje diario, el coste para los enfermos podría ser entonces de 120 euros al mes. “De esa manera se solucionaría el tema de transporte para los ciudadanos de la Ribera y nosotros podríamos destinar el dinero que empleamos en ese servicio a otras cuestiones”, dijo entonces la consejera de Sanidad.
La población de la Ribera se unió y comenzó a haber protestas. El Gobierno pasó entonces la responsabilidad a los ayuntamiento y tras nuevas protestas finalmente el Gobierno retiró parte de la ayuda y la Mancomunidad de Residuos pasó a asumir parte del coste, 45.000 el Gobierno y 35.000 la Mancomunidad. Tras este recorte siguió el intento de eliminar los laboratorios del Hospital y el Conservatorio de Tudela. Nació entonces una Plataforma por la Sanidad Pública en la Ribera, una de cuyas portavoces fue la actual gerente del Área de Salud, Ana Campillo.
Algunos de los usuarios hablaban de la necesidad “emocional, sanitaria, económica e incluso terapeútica” del autobús gratuito que trasladaba a enfermos de la Ribera a Pamplona. “Tenemos asignada una psicóloga de apoyo para desahogarnos o explicarle cómo nos encontramos. Sin embargo, el ambiente y la terapia de grupo que creamos es tan impresionante que ya nos ha dicho que le estamos quitando el trabajo. Del autobús de la Ribera no tiene nunca a nadie, y eso es por algo”, comentaban en 2012.
En 2015, con el Gobierno presidido por Uxue Barkos (Geroa Bai) una de las primeras reuniones que mantuvo con el alcalde de Tudela, Eneko Larrarte, fue para solucionar la financiación del Autobús de la Vida y ya en los presupuestos de 2016 pasó a estar costeado íntegramente por el Gobierno de Navarra. A día de hoy sigue funcionando a diario.
El argumento
El argumento de la película habla de Andrés, un profesor de música que trabaja en Madrid tiene que trasladarse a un pueblo vasco para cubrir la plaza que ha quedado libre en un instituto. Con los 40 recién cumplidos y sin haber superado nunca el miedo escénico, siente que su nueva vida le está alejando del sueño de ser músico. Al llegar allí, en su primer día de clase sufre un desmayo a causa de un fuerte pitido en el oído: es cáncer. Para recibir tratamiento debe desplazarse al hospital de Bilbao en El Bus de la Vida, un viejo autocar que traslada gratuitamente a todos los pacientes de la zona. Gracias a las risas, confesiones, experiencias y miedos compartidos con sus compañeros de viaje, Andrés irá obteniendo fuerza para enfrentarse por fin a sus miedos y llegar a cumplir su sueño.
Según destacó el director Ibón Cormenzana en una entrevista en RTVE “está inspirado en una historia real. Un familiar al que detectaron un tumor en el oído. Fue él quien me contó que había un autobús que llevaba a pacientes de Tudela y pueblos de alrededor a Pamplona, a hospitales grandes donde podían hacerse tratamientos de radio o de quimio. Pero no pensé en hacer una película hasta que empezó a contarme anécdotas muy divertidas, casi humor británico con acento maño, que es lo que tienen los de Tudela. Y ahí es donde me di cuenta de que había una película”.
Cormenzana ha señalado que esta película completa una trilogía que inició con Alegría, tristeza y siguió con La cima, después de 11 años sin rodar “después de pasar una crisis sobre mi carrera y mi vida. Esta tercera parte es en la que se habla de disfrutar más de la vida y aprovecharla. Es una evolución”.