Medellín - Lo que iba a ser la final soñada de la Copa Sudamericana de fútbol acabó en tragedia para el club brasileño Chapecoense, cuya expedición a la ciudad colombiana de Medellín dejó 71 muertos y 6 heridos, dos de ellos muy graves, al accidentarse en una montaña el avión en que viajaban.
El aparato, un Avro Regional Jet 85, fletado por la aerolínea boliviana Lamia y que llevaba 77 personas a bordo, “se declaró en emergencia” en la noche del lunes a las 22.00 hora local (3.00 hora peninsular) “por fallas eléctricas” cuando se aproximaba al Aeropuerto Internacional José María Córdova de Medellín, en el noroeste de Colombia, sede del Atlético Nacional, el que hoy sería su rival.
Menos de dos horas después, la Aeronáutica Civil (Aerocivil) confirmaba el accidente sufrido por el avión en las faldas del Cerro Gordo, entre las localidades de La Unión y La Ceja, en el departamento de Antioquía, y a solo 17 kilómetros en línea recta de Rionegro, localidad donde está situado el aeropuerto de Medellín.
Es el peor accidente aéreo ocurrido en territorio colombiano en este siglo, pues el siniestro reciente más grave que ese fue el de un avión de American Airlines que costó la vida a 165 personas el 20 de diciembre de 1995.
Todavía en medio de la oscuridad, socorristas rescataron a los primeros supervivientes del avión boliviano, lo que dio una luz de esperanza, pero al amanecer las autoridades ya daban por cerrado el trágico balance.
La delegación deportiva, compuesta por 22 jugadores del Chapecoense, 28 directivos, personal técnico e invitados y 22 periodistas de medios brasileños e internacionales, partió de Sao Paulo con destino a Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) donde abordaron el avión de Lamia, que llevaba una tripulación de nueve personas.
Seis de las 77 personas sobrevivieron: los futbolistas Alan Ruschel, Jackson Follman, y Helio Neto; el periodista Rafael Valmorbida Henzel, y los tripulantes Ximena Suárez (azafata) y Erwin Tumiri (técnico), quienes fueron ingresados en distintos hospitales cercanos a Medellín, según el último parte de la Aerocivil.
Al cierre de esta edición ya habían sido recuperados la mayoría de los cadáveres, que serán trasladados a Medellín para su identificación y posterior entrega a sus familiares.
El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, definió lo sucedido como “una tragedia” que enluta al país, pese a que ninguno de los fallecidos era colombiano, al tiempo que expresó su “solidaridad” con las familias de las víctimas y con Brasil.
Un grupo de funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia trabaja con las autoridades de Brasil y Bolivia para apoyar en los trámites de asistencia y de repatriación de los fallecidos y los heridos.
La Cancillería colombiana dijo por su parte que ese ministerio funciona “como puente entre las autoridades colombianas y las de Brasil y Bolivia” para apoyar los trámites de repatriación.
Fallos eléctricos Al mismo tiempo las autoridades trabajan para tratar de esclarecer las causas del siniestro, cuya única hipótesis, que parece descartada, es que fuese causado por el mal tiempo en la zona.
En su primer comunicado emitido, el aeropuerto José María Córdova de Medellín informaba de “fallas eléctricas” que pueden haber causado una emergencia en la maniobra de aproximación.
Otra posibilidad apuntada por medios locales que citan a autoridades es que el avión no dispusiera de suficiente combustible, hipótesis reforzada por el hecho de que la aeronave no hizo explosión ni se incendió al caer, lo que en parte permitió que hayan sobrevivido algunos ocupantes. Sin embargo, el director general de la aerolínea Lamia, Gustavo Vargas, aseguró en La Paz que el avión había pasado todas las revisiones y que el piloto y el copiloto “estaban certificados en Suiza” y habían superado “dentro del margen” los controles semestrales.
Chapecó, hundida La ciudad de Chapecó, en el sur de Brasil, está conmocionada ante el accidente aéreo que ha terminado para siempre con la gesta del equipo local de disputar su primera final internacional, un triste suceso que ha dejado sin palabras a su afición. Esta localidad de unos 200.000 habitantes despertaba en estado de shock. En un ambiente de absoluto silencio, cientos de aficionados vestidos con las camisetas verdes del equipo se han acercado al estadio Arena Condá para expresar sus condolencias, llorar con sus amigos y solidarizarse con este suceso, el más grave de la historia para el mundo del fútbol. Al estadio acudieron familiares de las víctimas, derrumbados, a los cuales apenas les salía un hilo de voz y que tuvieron que ser atendidos por psicólogos que se desplazaron hasta el feudo del Chapecoense. - Efe