- En 2014, Eva Blanco, junto con otra serie de personas, crearon Mulier, el único club íntegramente de fútbol femenino en Navarra. Ocho años después, Blanco deja la presidencia en manos de Laura Errea, y pasará a realizar tareas de delegada.

Estará siendo una semana de emociones....

-Sí, sí. Sobre todo el domingo, después del partido, que las chicas del club me hicieron un regalo a modo de despedida y no hice más que llorar. Fue muy emocionante y no lo voy a olvidar.

¿Qué le ha llevado a tomar la decisión?

-Es algo que tenía ya pensado. No tenía intención de seguir como presidenta. Entendía que en algún momento lo dejaría y lo que quería era que en ese momento el club estuviera bien. No quería dejarlo mal económicamente, a nivel deportivo... no quería endiñarle un marrón a la persona que viniera por detrás. El club está estable, hay gente de relevo.

¿Cómo de complicado es decir adiós a algo de lo que ha formado parte desde los inicios?

-Siempre cuesta, porque por un lado te da mucha pena y resoplas. Sé que también para Javier (Ugalde), que desde el principio hemos estado los dos, va a ser duro, me da pena también, pero al final es lo que hay que hacer. Yo no pensé estar aquí por siempre, era iniciar una escuela de chicas que no se las echase de ningún sitio, que no estuvieran supeditadas al equipo masculino.

Retrocediendo en el tiempo, ¿cómo recuerda el inicio de Mulier y esos primeros días de vida del proyecto?

-Los primeros días una locura. Desde el momento que tomas la decisión de crear el club empiezas a pensar en todo, en si saldrá adelante... Hubo mucho trabajo, pero mucha ilusión. Con el miedo por dentro, también, porque no teníamos ni idea y hubo muchos momentos en los que pensábamos qué estábamos haciendo. Pero con trabajo lo sacamos adelante.

¿Cómo valoraría el trabajo realizado durante estos ocho años?

-Muy positivo. Desde el principio teníamos claro que no creábamos Mulier por esas chicas que se quedaban sin equipo, sino que creamos Mulier como escuela de fútbol para que chicas de todas las edades pudieran jugar. El objetivo no es que hubiera solo un equipo, que era con el que se inició, pero queríamos hacer algo más en el futuro, y es lo que hemos conseguido. Sacamos el año pasado un equipo de fútbol sala, tenemos dos de fútbol 8, un infantil cadete, ahora un cadete juvenil, el filial...

¿Qué le hace especial a Mulier?

-Todo el trabajo que hace la directiva, que es solo para ellas. Y eso es fundamental. El futuro depende solo de ellas y no de equipos masculinos. Aquí el dinero que hay es para ellas y es lo fundamental, a parte de que estos años se ha creado una metodología de trabajo para que aprendan que el fútbol no solo es pegarle una patada, sino que hay técnica...

En lo personal, y al tratarse de un club no profesional, ¿qué significa haberlo compartido con su hija?

-La verdad que ha sido muy bonito. Irene siempre me lo agradece. Pero aunque esto se inició por varios casos, lo hemos trabajado para todas, no solo para nuestras hijas. En el caso de Irene, mi hija, ha sido muy bonito vivirlo desde casa, pero también ha tenido sus inconvenientes. No todo ha sido un camino de rosas para ella, pero ha sido algo positivo. Ella sabía que no iba a estar ahí para siempre y que este día llegaría.

¿Qué se lleva de todo este tiempo?

-Me quedo con los éxitos que han tenido las chicas: las que han subido, las que han mejorado, las que se han ido a otros equipos, que eso para nosotros ha sido un orgullo, lo mismo que la selección española. Es la sensación de haber hecho algo que ha merecido la pena y que todavía sigue.

Y, si pudiera, ¿habría algo que le gustaría cambiar?

-No. A ver, hay decisiones acertadas y equivocadas. Soy de las que piensa que las decisiones en ese momento se toman con las circunstancias que uno tiene y las que le rodean y las que conoce. Quizás en otras situaciones hubiese decidido otras cosas. Pero en el momento crees que esa decisión es la mejor. No cambiaría nada.

¿Qué le dice haber formado a 23 jugadoras que han pasado por estructuras profesionales como son Osasuna, Athletic o Levante?

-Me dice que se ha trabajado en el club, no solo para que tengan un campo para entrenar, sino para que se superen como jugadoras, mejoren y vuelen a otros clubes en los que puedan demostrar que valen.

¿Qué ha significado Mulier para Eva Blanco?

-El día a día, que no hemos parado. Ha supuesto una parte muy importante de mi vida, que ha ocupado mi tiempo y mis ilusiones. Ha sido un compañero de viaje muy importante.

¿Y Eva Blanco para Mulier y el fútbol femenino?

-Imagino que una persona que ha luchado para que las chicas tengan un puesto, espacios... Me gustaría creer que la gente no solo dentro del club, sino fuera, valoren el trabajo no solo de Eva Blanco, sino el que todos hemos hecho para que el fútbol femenino en Navarra tenga más fichas, más competitividad...

¿Cómo ha visto el crecimiento del fútbol femenino en Navarra durante este tiempo?

-Hace ocho años en Navarra existían dos categorías: la regional y de ahí pasabas a Lagunak, Osasuna, San Juan... Ahora está Primera, Segunda, Reto... Ha cambiado mucho, se ha ido dividiendo en distintas competiciones que han hecho que las edades se vayan unificando y puedan competir más. Pero una de las cosas que no me gustan y hasta me enfada es cuando veo que los arbitrajes son femeninos. Y me explico: claro que me gusta que arbitren, pero no me gusta que sólo lo hagan en el femenino, y es algo que las federaciones tienen que ir cambiando. Tengo la sensación de que dentro de cualquier federación se hace el gueto de las mujeres. ¿Por qué no hay entrenadoras dirigiendo equipos masculinos o árbitras dirigiendo partidos? ¿Por qué las ubicamos siempre en el fútbol femenino? Creo que no es esta la igualdad que se busca, desde mi punto de vista, y la que yo defendería. Y que hombres arbitren también partidos femeninos. Queda mucho por hacer por las entrenadoras y las árbitras. l

“Me gustaría que la gente valorase el trabajo no sólo de Eva Blanco, sino el que todos hemos hecho para el fútbol femenino en Navarra”

“Me quedo con los éxitos

de las chicas, que es un orgullo, y la sensación de haber hecho algo que

ha merecido la pena”