La espera, aunque larga, ha merecido la pena. Este viernes, tras una primera vuelta en la que ganar lejos de Mendizorroza había sido una utopía, el Deportivo Alavés estrenó su marcador a domicilio en casa del Sevilla. Lo hizo, además, de manera épica, como siempre le ha gustado hacerlo. Nahuel Tenaglia y Kike García adelantaron a los babazorros; Rafa Mir y Ocampos igualaron la contienda; y Rubén Duarte consumó el triunfo en el minuto 90.

Para la importante visita al feudo hispalense, Luis García decidió premiar la gran actuación en Copa de Nahuel Tenaglia, Carlos Benavídez y Kike García, a quienes mantuvo en el once inicial. Este, en concreto, solo sufrió tres cambios respecto al choque del martes: Andoni Gorosabel y Rafa Marín entraron en lugar de Álex Sola y Rafa Marín en el lateral derecho y centro de la retaguardia; y Jon Guridi reemplazó a Ianis Hagi en la mediapunta.

Durante los primeros compases del partido, el Alavés no tuvo otra opción que cerrar filas y aguantar el chaparrón. El Sevilla, necesitado de buenas sensaciones para contentar a su gente, saltó al césped como un avión y, por medio de rápidas transiciones, arremetió en varias ocasiones contra la meta de Antonio Sivera. Jesús Navas, por ejemplo, hizo temblar el larguero a los tres minutos, con un potente derechazo desde fuera del área.

Poco a poco, a medida que avanzaba el choque, los babazorros fueron desquitándose del dominio local y eso les permitió empezar a mirar a la portería de Dmitrovic, aunque de manera bastante tímida. El fútbol, sin embargo, quiso mostrar una vez más lo caprichoso que puede llegar a ser y, en un córner aislado, Luis Rioja colgó el balón al primer palo, Guridi apareció para prolongar al segundo y ahí apareció solo Tenaglia para estrenar el marcador.

Ese gol del argentino cambió por completo la contienda. No para el Alavés, que se mantuvo muy ordenado, pero sí para el Sevilla. Las gradas se echaron encima del equipo y, fruto de esa tensión, los pupilos de Quique Sánchez Flores empezaron a precipitarse y, por ende, mostrarse imprecisos. Algo que, como no podía ser de otra manera, aprovecharon los gasteiztarras para aumentar su intensidad y acercarse más a menudo a la meta rival.

Tal fue el cambio de narrativa sobre el césped del Sánchez Pizjuán que, de ese dominio arrollador inicial del cuadro hispalense, no solo se pasó al 0-1, sino al 0-2. Antes del descanso; Kike, asistido de cabeza por Carlos Vicente, superó por encima a Dmitrovic gracias a que Salas desvió su remate y, poco después, el propio ariete conquense pudo sentenciar, pero esta vez voló el guardameta local para salvar la tercera diana de cuadro albiazul.

Tras el paso por los vestuarios, el Sevilla trató de repetir su arreón de la primera mitad, pero no tuvo éxito. El Alavés se asentó bien sobre el verde y, lejos de sufrir atrás, fue quien llevó la iniciativa en todo momento, teniendo incluso una gran oportunidad para volver a marcar. Guridi asistió a Rioja en profundidad y el sevillano, después de una buena carrera, pecó de individualismo y no le dio la pelota a Kike para el tercero de la noche.

Los cambios de Sánchez Flores, muy ofensivos, le vinieron bien al Sevilla y, a los 70 minutos, los albiazules se dieron cuenta de que la última media hora no iba a ser un camino de rosas. Aprovechando un mal despeje, y la escasa fortuna, de Marín en un centro de Suso, Rafa Mir apareció solo en el segundo palo y, con el pecho, recortó distancias (1-2). Luis García respondió al gol dando entrada a Samu Omorodion en lugar de Kike. 

Ya en la recta final, la polémica tomó el protagonismo en Nervión. El colegiado Hernández Hernandez, después de acudir al VAR, señaló penalti de Benavídez sobre Mariano, y fue una decisión acertada. El problema es que el ariete local debía haber sido expulsado previamente por una agresión a Marín que ni siquiera fue revisada. Lucas Ocampos no desaprovechó la pena máxima y colocó el 2-2.

Afortunadamente, la épica volvió a aliarse con el Glorioso, como en las grandes citas, y Rubén Duarte, en un saque de esquina ejecutado por Vicente y prolongado por Samu Omorodion, marcó con la testa el definitivo 2-3. Solo restaba la prolongación para el final.