Como en el dicho de que “los de Bilbao nacen donde quieren” también se puede afirmar que los osasunistas juegan donde les da la gana. Seis años, seis, se ha tirado Merino en la Real, pero los txuri-urdin no han logrado que deje de ser rojillo hasta la médula (se incorporó de Amigó a los juveniles de Osasuna en la temporada 2012-13 y fue traspasado al Borussia Dortmund en 2016), pese a que hace ya ocho años que se fue de Pamplona.

Está claro que es una pasión que arraiga ahí dentro y se queda siempre. Y ahora al Arsenal, de nuevo a darlo todo porque es marca de fábrica eso que dijo Martín: “La intensidad no es negociable”. Es la ventaja de fichar a un rojillo, que el esfuerzo está garantizado. Y, en el caso de Merino, también la calidad, ésa que ha adquirido con el tiempo, con el gran salto en estos últimos años por la sabiduría de Alguacil. Ya se estrenó con el Newcastle y le salió regulero, pero esta vez habrá un rojillo en la Premier que irá a por todas.