Del mismo modo, ineludible, que la llegada del otoño traerá la caída de las hojas, el comienzo de la temporada futbolera nos obliga a hablar de las manos, necesariamente hay que explicar, año tras año, el criterio que regirá durante la temporada aunque a veces tenga para mí que valga, más o menos, lo que predicar en el desierto. Ahí vamos.
Empezaré con una verdad de Perogrullo: Cuando a un defensor el balón le golpea en la mano de manera involuntaria y esa extremidad está en una posición natural el árbitro no sancionará nada puesto que no ha habido infracción alguna.
Por contra, si un defensor golpea el balón con la mano dentro de su área y lo hace de manera intencionada será sancionado con un tiro de penal. Puede venir acompañada esta sanción por una amonestación si esa mano ha cortado una situación de ataque prometedor o por una expulsión si ha impedido una clara ocasión de gol. Si la infracción no ha ocasionado ninguna de las anteriores situaciones será un simple penal sin sanción disciplinaria.
Pero existe otro tipo de infracción, bastante abundante, por esas manos que no son voluntarias pero en las que el brazo ocupa en el espacio una posición no natural, por supuesto estas infracciones se sancionan con un tiro de penal y la dificultad viene dada al decidir la sanción disciplinaria que pueda corresponderle y aquí es donde viene la novedad reglamentaria, en modo de “rebaja”, que estrenamos esta temporada.
Cuando una mano involuntaria, pero sancionable por tener una posición antinatural, corte un ataque prometedor dentro del área no recibirá ninguna sanción en forma de tarjeta aunque, por supuesto, sí será sancionada con tiro penal.
Cuando una mano involuntaria pero sancionable por adoptar una posición antinatural impida una clara ocasión de gol del equipo atacante será sancionada con tarjeta amarilla.
Debe notarse que se ha producido una “rebaja” en la valoración disciplinaria de estas dos situaciones acomodándose a las que se decidieron hace unos años sobre las zancadillas en disputa de balón y dentro del área.
Me dirás, estimado lector, que al final el árbitro tomará una decisión y pum. Cierto es, pero lo hará, esperémoslo así, con estas directrices claras.
*El autor es responsable de Formación del Comité Navarro de Árbitros.