Presidente de la sección de Ciencias de la Alimentación de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao y profesor de Nutrición Comunitaria de la Universidad de Navarra, el doctor Javier Aranceta aporta algunas claves para lograr una dieta saludable. Imprescindibles: la actividad física regular y desterrar productos preparados.
¿Cómo de relevante es la materia prima en el caso de la comida?
Es fundamental. En Euskadi tenemos producto de calidad por el que apostamos -somos una de las comunidades que más gasta en alimentación, aunque comemos un poco de más- y también buena praxis en una cadena que la txahala, la vaca o el txerri nos transmiten cómo viven a través de la leche, el queso, los huevos, etc. Cada vez se está demostrando más que, por ejemplo, nuestra carne, en buena medida de pasto de altura, posee un perfil de lípidos mucho más saludable, con más vitaminas o más antioxidantes. Es decir, tiene otra composición porque la txahala ha pastado hierba, ha bebido agua del riachuelo o ha tomado el sol.
¿Y es importante quemar calorías para evitar el sobrepeso?
Ahí fallamos un poco, porque en general somos bastante sedentarios. Por ello, recomendamos dar 10.000 pasos al día. Ahora con los smartphones se mide muy fácil, pero equivale a aproximadamente una hora andando. No hace falta todo a la vez, sino que se puede distribuir: primero un cuarto de hora, luego veinte minutos... Para quienes tengan un poco de sobrepeso o el colesterol alto, aconsejamos aumentar la exigencia en 1.000 de esos 10.000 pasos. Esto es, subir las escaleras andando quizá un poquito rápido, porque ayuda a la presión de la sangre y que circule por todos los lados.
¿A qué enemigos se enfrenta la alimentación saludable? Parece que se vuelve a poner el foco en el azúcar con el anuncio de un impuesto a los refrescos que la incluyan.
Eso no lo sabemos, porque siempre hay modas. Las hubo con las grasas y luego la comunidad científica planteó que no importa tanto la cantidad como la calidad. Por otro lado, hablando del azúcar, no está claro que subiendo los impuestos se vayan a beber menos refrescos, aunque recauden más. Siempre he dicho a la industria alimentaria: hay que reducir la cantidad hasta donde tecnológicamente resulte asumible y consumir de buena calidad menos veces. Lo mismo con cualquier ingrediente. Vamos a procurar elaborarlo en casa, que sea artesano, comprarlo en establecimientos que sabemos cómo trabajan. De lo contrario, qué va a ser del arroz con leche de nuestras abuelas y tantos otros platos? Van a desaparecer.
Con un ritmo de vida acelerado, la juventud tendía a consumir más precocinados, ¿eso ha cambiado en el confinamiento?
Una encuesta que realizamos a nivel estatal incidía en que en el encierro se dedicó más tiempo a cocinar platos tradicionales. Si esa tendencia se mantiene en el tiempo, es una buena medida, porque cuanto más tiempo invertimos comprando bien y cocinando, menos tiempo pasamos en el ambulatorio, es una ecuación fácil. Hay que elaborar una lista, llevarnos más frutas, más verduras, más legumbres, pescado y carne de buena calidad. Si la carne ecológica cuesta mucho, en lugar de comerla dos o tres veces a la semana, la preparo solo una.