Las extrenticidades de la británica Victoria Beckham son conocidas mundialmente. En los cáterings solo puede haber fruta o contratar a un empleado para abrir sus regalos. La celebrity se ha ido ganando con el paso del tiempo una fama de diva innacesible que una vez más, no ha dejado a nadie indiferente.

En 2019, el futbolista Sergio Ramos y la modelo Pilar Rubio celebraron su boda en la catedral de Sevilla después de más de siete años de relación y tres hijos en común. Entre la multitud de invitados a la ceremonia, se encontraban muchos de los compañeros que habían jugado con el futbolista. Entre ellos, David Beckham, que acudió a España acompañado de su esposa, Victoria Beckham.

La británica Victoria Beckham fue una de las invitadas más exigentes en la boda de Sergio Ramos y Pilar Rubio. Así lo confesaba el cocinero encargado del menú de la boda, Dani García, en ‘El Hormiguero’: “Todo salió genial si no hubiera sido por dos comensales que me dieron la noche”. “Una fue Victoria Beckham, que cambió el menú. El suyo fue todo a base de verduritas”.

El famoso chef español afirmaba que la celebridad “cambió todo el menú” con demandas “extrañas” durante toda la boda e hizo que le prepararan su propia comida. Dani García también reveló que la británica tenía a su lado en la mesa agua de coco, un bol con caramelos de menta y gel hidroalcohólico, que aún no era tan popular porque no se había extendido la pandemia.

Sin embargo, esta no es la primera ocasión en la que alguien comenta las restricciones alimenticias de Victoria. En una entrevista para el podcast ‘River Cafe Table 4’, ella misma se definía como “pesadilla como comensal” debido a que no toma carne, salsas, lácteos o aceite, entre otros alimentos. “Fue complejo darle un menú”, admitía el estrella michelín, quien se llegó a sentir ofendido por el trabajo previo y el esfuerzo que le había ocasionado preparar los platos de la boda.

Sin duda alguna, Victoria le robó parte del protagonismo a la propia novia, no solo por sus exigencias culinarias sino también por su atuendo. Llegó a la iglesia luciendo un vestido de color blanco (tono reservado tradicionalmente a la novia) y unos zapatos fucsia. Además, la diseñadora se había saltado el protocolo que se había impuesto a todos los asistentes de la boda, que se les había pedido que evitaran el blanco, el rosa, el rojo, el naranja y el verde.