"A Jack Endino se le calentó el morro y dijo que vendría a Bilbao"J.A. Areta Goñi (Juxe)
La Secta fue uno de esos grupos de rock alternativo que marcaron una época en la Bizkaia de los años 90. Comparados con The Stooges o Spacemen 3, sus discos y singles se convirtieron en objetos de culto y lograron cierta repercusión en el mercado internacional. Tras su regreso a los escenarios en 2017, Buscando la Luz (Folc Records) rompe un silencio discográfico de casi tres décadas. El anterior LP de la banda de Santurtzi, 'Fuzz God'z', es de 1996. Su vocalista, Gorka Larruzea, ejemplifica la integridad de La Secta: “No queríamos volver y vivir de las rentas”.
Los regresos de los grupos añorados por los fans no siempre cumplen con las expectativas. ¿No se corre un riesgo con este tipo de reuniones? ¿No da vértigo?
Sí que se corre un riesgo, que se supera con la actitud adecuada, aunque siempre hay gente que te busca las cosquillas con todo [ríe]. Como nunca hemos buscado ser famosos ni ganar dinero con la música, no sentimos ningún tipo de presión. Siempre hemos hecho lo que hemos querido. Estamos disfrutando con lo que hacemos y los conciertos que estamos dando están superando nuestras expectativas. Ahora somos mejores, más completos. Además, creo que las canciones han superado el paso del tiempo y no han envejecido mal, como les ha podido pasar a otros grupos de la época.
La Secta volvió a la actividad durante el Festival del Valle de Tobalina de Burgos, ¿pero cuándo se activó la vuelta definitiva de la banda?
El grupo volvió por casualidad, no ha sido algo buscado o deliberado por nuestra parte. Me encontré con Alberto, el batería, en Sodupe, el pueblo donde ensayábamos. Hacía mucho tiempo que no nos veíamos y quedamos para comer. Surgió el plan de meternos al local de ensayo y volver a tocar y Alberto, que es muy pro y estaba metido en mogollón de grupos, se lo comentó a unos amigos comunes que veraneaban en Tobalina. Así que nos propusieron ir al festival. Yo me lo paso bien tocando en el local de ensayo y salir de gira me da un poco igual. Pero probamos a ver qué tal, y vimos que había magia. Superamos la prueba con creces.
Gorka 'Munster' Larruzea.
¿Y qué pasó luego?
Todo ha salido de manera natural, sin ninguna exigencia por parte de nadie. Nos empezaron a llamar de más sitios para actuar. Pero, claro, no queríamos vivir de las rentas y tocar durante 8 o 10 años las mismas canciones. Aburre y cansa. Decidimos ofrecer algo nuevo a la gente y a nosotros mismos. Primero tomamos la decisión de grabar algo y salió un single coincidiendo con la publicación de un libro sobre la historia de la banda, La Secta (2022, Banizu Nizuke). Teníamos algunas ideas y material para poder grabar un disco. Ahí sí que sentimos cierto vértigo, porque grabar un LP a nuestra edad y que tenga la suficiente calidad como para no ser considerado un trabajo de relleno no es fácil.
Entre el anterior LP, Fuzz Godz, y este Buscando la luz han pasado nada menos que 28 años. ¿Qué ha cambiado en el grupo?
En la época de Fuzz Godz la banda estaba asentada y gozábamos de cierta repercusión, ya llevábamos un puñado de años tocando. Dábamos algunos conciertazos, pero había veces que llegábamos al escenario borrachos y fumados y los directos no salían tan bien. Ahora las cosas las hacemos más conscientemente.
En una primera escucha, los ingredientes más básicos parece que siguen intactos. ¿El rock and roll y algunas de sus ramificaciones más subterráneas (garaje, psicodelia, kraut) son el motor del grupo?
La Secta ha sido un grupo que nunca se ha ceñido a un solo estilo. Hemos tenido muchas influencias: garaje, pop, psicodelia, punk… A la gente más purista del rock no le gustaba que fuéramos así de abiertos y a otros sí. En este disco hemos sido nosotros los que hemos tomado el mando de la producción y hemos tratado de ser muy fieles a nosotros mismos. Lo hemos grabado todo en directo. Creo que se aprecia una evolución, hay una madurez y una variedad de estilos pero con un sonido muy coherente y unificado, muy Secta. En la forma de cantar también hay una mayor riqueza.
¿Qué ocurrió exactamente con el productor Jack Endino (Nirvana, Soundgarden, Mudhoney) para que no pudiera desplazarse desde Estados Unidos?
No queríamos repetir con ningún productor anterior y Jack nos parecía ideal por nuestro sonido. Tiene un bagaje impresionante con grupos grunge o de rock potente y, además, nos había hecho alguna masterización para algún disco que hemos editado en el sello Bang! Ahí sentimos otro vértigo, porque te ves expuesto a mostrar tus canciones a un tipo de un nivel muy alto. Tardó en contestarme y al principio me dijo que solo quería encargarse de la mezcla de las canciones y de la masterización. Después se le calentó el morro y comentó que vendría a Bilbao con su mujer, así que le preparamos una casa para que estuviera a gusto… hasta que finalmente se rajó. Su salud no debía ser muy potable y viajar desde Seattle a Bilbao era mucha movida para él. Nos dio unas consignas para grabar los temas y nos lanzamos.
"Teníamos un grupo de amigos con los que nos intercambiamos discos y cintas, y grabábamos recopilatorios que regalábamos a otros amigos para enseñarles nuevos horizontes musicales"
¿Quedaron satisfechos con el plan B improvisado para la grabación del disco?
Con esa incertidumbre de a ver qué pasa, decidimos saltar al vacío y nos fuimos a los estudios Popsonic de Daimiel (Ciudad Real). Grabamos una mitad del disco y luego la otra mitad, cambiando las letras, estructuras y velocidades de las canciones. Tenía una espinita clavada con un tema antiguo, Perfect Time, que solo había salido como demo. Te lleva a un trance en los directos y hemos conseguido esa atmósfera en la grabación. Nos quedamos supercontentos con el sonido de todas las canciones, un sonido real de los amplis y de los pedales. Se las mandamos a Jack y su respuesta fue: “Mostly good!” (mayormente bien).
La Secta durante una actuación.
¿Cómo llegaba uno a empaparse de grupos de garaje y psicodelia en el Santurtzi punk de los 80?
Unos primos musiqueros que eran superfán de los Beatles y AC/DC nos abrieron el apetito musiquero a mi hermano Iñigo y a mí. En Portugalete había un bar que se llamaba Departamentos que compraba muchos discos de importación. Cuando éramos adolescentes nos escaqueábamos de casa y viajábamos hasta Burdeos para comprar discos y vendérselos al dueño del bar. También estaba la librería Universal, que tenía cintas a precios asequibles, y escuchábamos a Pablo Cabeza en Radio Euskadi, veíamos La Edad de Oro en TVE… Teníamos un grupo de amigos con los que nos intercambiamos discos y cintas, y grabábamos recopilatorios que regalábamos a otros amigos para enseñarles nuevos horizontes musicales. Poco a poco lograbas unir todos esos puntos que estaban dispersos en una época en la que no había internet y se requería mucha imaginación.
Aunque se han abierto a otros estilos, la comparación entre La Secta y The Stooges ha sido siempre muy recurrente.
En Portugalete teníamos unos amigos que eran mayores que nosotros y escuchaban a grupos como Dead Kennedys, The Cramps o The Cure. Cuando llegó a mis manos el Fun House de los Stooges me entró un dolor de cabeza tremendo, no me lo podía creer. ¡Qué era aquello! Se convirtió en uno de mis discos favoritos de todos los tiempos.
En su momento La Secta tuvo cierto eco internacional y adquirió un estatus de grupo de culto. ¿Qué espera de esta nueva etapa?
Ayer mismo me pidieron una copia del disco desde Alemania y es verdad que en Estados Unidos y Australia tenemos fans, pero no pensamos mucho en ello. Lo que queremos es pasarlo bien.
Un fanzine, Kike Turmix y Munster
Primero fue un fanzine que tramaron al alimón los hermanos Pastor a mediados de los ochenta y al que llamaron La herencia de los Munster. Luego llegó el nacimiento del sello Teenagers from outter space, también con una alusión al cine de serie B, donde empezaron a editar singles de grupos como Dead Moon o Sonic Youth, emblemas del rock independiente y radical.
A finales de los 80, Iñigo Pastor, dos años menor que su hermano Gorka, se marchó a cursar sus estudios a Madrid. Allí nació el sello discográfico Munster Records. Al parecer, fue el vizcaino Kike Turmix, figura del underground madrileño en la Malasaña de la década de 1980 y 1990, el que le habló a Iñigo de un nuevo grupo llamado La Secta.
Gorka se había incorporado como vocalista y el inicial estilo de rock oscuro y psychobilly de la banda viró a otros sonidos más innovadores y afilados. “Dimos un concierto en la plaza del Gas de Bilbao, Iñigo vino a vernos y le gustó”, recuerda el vocalista. El primer single de La Secta, la garajera (Don´t Follow) That Way (1989, Munster), fue el comienzo de una carrera musical intermitente que continúa 35 años después.